Iana Bennett
Ayer cuando llegué a la casa, me lleve la sorpresa de que mi padre tiene un juicio en New York, y debía irse a finales de mes, y debido a eso se tuvo que ir hace más de veinticuatro horas y hasta ahora no ha llegado. Me acerque hasta el chofer, quién me llevaría a la empresa ya que hoy sería la entrega de mi proyecto. Y eso me tenía algo nervioso. Subí al auto con la carpeta en mano mi día se reducía a solo presentar el proyecto e ir directo a mi nuevo departamento para el proceso de mudanza. Había dejado a varias chicas de la casa que se encargaran de mis cosas y traerlas hacia el departamento que después conocería.
— Oye Fernando, ¿Sabes dónde se encuentra mi padre? — Pregunté curiosa como salíamos de las instalaciones de la casa. Él miraba al frente mientras maneja, empezó a balbucear de manera extraña a lo que solo enarque una ceja.
— El señor me pidió que no lo llevara, tenía algo muy importante que hacer, tampoco pidió guardaespaldas, solo tomó uno de los autos y se fue.
Asentí insegura, mi papa no era así de salir a hacer diligencias y sentía que algo me estaba ocultando. No me gustaba eso, se supone que siempre hemos tenido mucha confianza. Me acerque hasta quedar entre los dos asientos de adelante susurrando:
— Necesito a alguien que vigile a mi padre Fernando. ¿Me podrías ayudar?
Él se removió incómodo, pero algo estaba sucediendo y yo debía saber qué era eso que mi padre tanto escondía y porque desaparecía tanto de casa. Podre a veces ser tonta, pero conozco a la perfección a mi padre, y algo muy fuerte esconde.
— Señorita, yo no quiero perder mi trabajo. El señor ha sido muy generoso conmigo, y siempre le he dado toda mi fidelidad señorita — Confesó y yo bufé mientras recostaba mi espalda en el asiento de cuero.
— Es que no lo harás tú Fernando, necesito saber que esconde mi padre, ayúdame a conseguir alguien que me pueda ayudar, no le diré nada a mi padre y tampoco te involucrare a ti. Por favor.
Él no respondió así que di por terminada la conversación mientras mi móvil sonó y tomé la llamada.
— ¿Bueno?
— Hola Iana, es Marce Davis...
— Hola, me alegra escucharte, hace días que no sé nada sobre ti.
— Gracias por preocuparse, pero la llamo para invitarla a la celebración de mi cumpleaños número veinte que será este sábado. Espero que venga seño rita, la invitación la envíe a su oficina.
Ya habíamos llegado a la empresa retome de nuevo la carpeta en mi mano y baje dándole una mirada de despedida al chofer para luego bajar. Emprendí mis pasos hacía la entrada de la empresa donde el personal estaba trabajando cómoda mente tan normal con la carpeta en mi mano y no móvil en mi oreja.
— Iré con gusto Marce, sería un placer para mí.
Lleve mis pasos entrando al ascensor pulsando el botón de mi planta.
— ¡Qué bueno! Disculpe si la moleste.
— No Marce para nada, iré con mucho gusto, debo irme... Tengo una junta en unos minutos.
— Si claro Buena suerte y gracias señorita.
Cortó, a lo que las puertas del ascensor se abrieron y caminé hacia la sala de juntas. Todo saldrá bien. Eso espero...
Me encontraba en el auto luego en una intensa junta, en donde mi proyecto fue aprobado sin problemas, recibí muchas felicitaciones al ver cómo había llevado la junta y todos sus detalles.
— Mire señorita, espero que no me meta en un lío. Este es el número de un amigo, él la ayudará con su padre — Asentí tomando la tarjeta para guardarla en mi bolso.
— Gracias Fernando.
Asintió pasando sus lentes hasta ponerlos en sus ojos, me baje del auto alegre porque ahora mi vida estaba tomando un rumbo diferente, me sorprendía que no fuera pensando en Max en todo el día, agradaba ver que ya nada me afectaba durante todos estos días.
Fernando se había ido diciendo que debía hacer su trabajo así que no me moleste con respecto a eso, me acerque a Raúl el verlo en la recepción del edificio, le dio un abrazo agradable, durante estos días Raúl me había ayudado a conseguir un departamento acorde para mí y mis gustos al igual que remodelar su interior por completo. No sabía cómo era, pero confiaba en su trabajo.
Caminamos juntos entrando al edifico, me fije en que todos los departamentos eran suites en el momento en que vi una cuadro en la pared. Subimos en silencio por el ascensor hasta llegar a la antepenúltima planta, caminamos hasta llegar a una puerta amplia que se encontraba cerrada, y fue allí donde hablo.
— Te dejare para que disfrutes de las vistas, espero que te guste tanto como a mí.
Se despidió con un beso en la mejilla entrando de nuevo al ascensor, me quedé en el pasillo viendo la puerta mientras soltaba un suspiro nervioso. Introduje la llave en la cerradura hasta que escuché el clic, y entre admirando cada el departamento.
El recibidor contaba con muebles de color crema, una mesita de cristal y un gran televisor pantalla plana colgado a la pared junto con cajetines de color blanco con adornos de colores. Caminé hasta la cocina inmensa, de color blanco, tenía todo lo necesario eran del mismo color que el recibidor, y en ella todos los utensilios al igual que la isla relumbraban. Subí por las escaleras caminando por el pasillo tenía un pequeño despacho preparado para mí, el departamento contaba con cuatro habitaciones con baño incluido y un pequeño pero elegante mini bar.
De regreso a la sala en busca de mi móvil me fije en que la puerta de la terraza se encontraba abierta. Y al ver que se encontraba fuera sentí que todo mi cuerpo comenzó a marearse.
— ¿Así que pensabas que si te mudabas no volverías a verme? Creo que no conoces todavía los límites que puedo romper cuando una mujer me gusta Iana Bennett.
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Mas Que Socios ✓1
Romance"No concordaban mucho. De hecho, casi nunca corcondaban. Siempre se peleaban. Y se retaban uno al otro cada día. Pero apesar de sus diferencias, tenían algo importante en común. Estaban locos el uno por el otro". - Diario de una pasión. Esa frase en...