|Capítulo 44: "Heraclión"|

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Iana Bennett.

La luz del sol a través de la ventana hizo que abriera mis ojos, me senté sobre la cama soltando un bostezo adormilado. Mi cuerpo estaba cubierto por las sábanas blancas su suaves mientras que los recuerdos de la noche anterior hacían de las suyas.

— Te quiero Iana Bennett.

Sonreí cubriendo mi boca con la sabana para volverme a recostar, sin embargo algo me lo impidió. Al lado de mi se encontraba una rosa sobre la cama seguido de la una tarjeta, la tome entre mis dedos leyéndola con detenimiento.

"Salí un momento para arreglar las cosas del viaje, regreso en un momento...

Max"

Mi sonrisa desapareció en el momento en que recordé que hoy Max debía irse de viaje. Solté un suspiro caminando con la sabana cubriendo en mi cuerpo hasta los muebles de la habitación, donde me encontré varios ramos de rosas seguido de bolsas de marcas reconocidas,

Chanel, Dior, Dolce & Gabbana y Givenchi; eran la marca de aquellos regalos que Max me había dejado, pero de igual forma seguía molesta.

— Eres un idiota Max Davis.

Empecé a ver el contenido de cada bolsa, algunas traían joyas, otras carteras de mano, prendas y entre otras cosas más. Tendido sobre el sillón se encontraba un vestido suelto y playero muy bonito. Negué mientras dejaba todo de nuevo en las bolsas e iba directo al baño hasta meterme en la bañera.

Hice un mono desordenado, incesante retírela sabana que cubría mi cuerpo desnudo y me metí en la bañera comenzando a jugar con la espuma en mi cuerpo. Tararee una canción colocando espuma sobre mi piel para después cerrar los ojos y recordar todas las palabras de Max...

— ¿Iana? ¿Dónde estás? — Me puse seria al escuchar los pases de Max acercarse hacia el baño, su cuerpo robustecido camino hacia mí y se sentó a un lado de la bañera dejando un beso sobre mi frente — Huele muy rico aquí. Ya está todo listo para el viaje —

Le di una sonrisa falsa pasando mi mano humedecida por mi brazo en silencio. Note la confusión en los ojos de Max pero no dije nada al respecto. Su mano comenzó acariciar mi cabello, deje que acariciara con dulzura mientras yo solo asentí sin verlo a los ojos.

— Creo que se cambiaron los papeles, yo debería estar serio y tu feliz — Susurro en silencio recostándose sobre la baldosa del baño.

— ¿A qué hora debes irte? — Conteste reservada sin dejar de jugar con la espuma. 

— Dentro de unas horas. Pero antes necesito que salgas de allí, debo llevarte a un lugar — Me gire para verlo.

— Debes irte Max, no quisiera quitarte tiempo para tu vuelo — Afirme pero entonces su mano rodeo mi muñeca y me miro firme.

— Vas a salir de la bañera, te vas a poner guapa y te llevare a un lugar — Respondió serio pero no le preste nada de atención. Salí de la bañera al ver que Max se encontraba serio en el marco de la puerta, envolví la toalla alrededor de mi cuerpo y salí del baño dejando a Max en el marco de la puerta — Debemos irnos linda, apresúrate •

Rodee los ojos comenzando a vestirme en silencio con una molestia evidente. Tome mi ropa interior colocándola para después colocar el vestido y unas sandalias bajas, solté mi cabello dejándolo desordenado para luego salir de la habitación dejando a Max atrás.

— Iana ya deja de gritarme.

— Max no estoy para juegos. Debes irte.

— Ya deja ese humor Iana. ¿Quieres que me vaya? Me iré pero no horita.

Contesto molesto. Con sus manos en mi cintura guiándome a quien sabe dónde. Desde que salimos del hotel cargaba aquella venda en mis ojos, Max no me había dicho nada en relación  y eso me molestaba, venia seria, pero más que todo molesta porque me enfurecía que su fuera de viaje y me  dejara aquí sola.

— En serio estas insoportable — Gruño en mi oído he hice que me soltara.

— ¿Entonces porque no te vas? — Recalque molesta sin ver la dirección en donde se encontraba debido a la venda en mis ojos.

— Porque quiero mostrarte algo ¿Acaso no puedo? — Frene mis pasos cuando tu mano tomo la mía pero rápida la aparte. El olor a mar inundo mi nariz, fruncí mi nariz dando vueltas en mi entorno aun con la venda en mis ojos.

— Max... ¡Max! — No lo escuchaba — ¡Max quítame la venda! — Exclame asustada. Girando mi rostro para buscar algún sonido que me dijera que estaba allí pero no encontré ninguno. Lo segundo que sucedió fue percibir el delicioso perfume y darme cuenta de que estaba allí.

— Aquí estoy.

Respondió seguro pasando su brazo por la parte trasera de mis rodillas y la otra por mi espalda. Aprecié como mis pies dejaban el suelo y ahora me encontraba siendo cargada por él. ¿Qué estaba sucediendo? Me puse nerviosa e incluso un escalofrió recorrió mi cuerpo, erizando los vellos de mi piel.

— No sé porque tienes que ser así Iana.

— Así nací, pero si no te gusta conoces el camino para irte.

— No deberías ponerte así sin saber mis razones.

Fue lo último que dijo hasta de dejarme en el suelo de nuevo. Comencé a girar tratando de buscar su cuerpo pero al contrario no lo encontré, me cruce de brazos escuchando algunos susurros y seguidos de ella la venda ser retirada de mis ojos. Los destellos de luz hicieron que abriera mis ojos poco a poco, luego de haberlos acostumbrado el rostro de un hombre mayor enfrente de mí y con traje de marinero me sonrió retirando su gorra.

— Bienvenida señorita Bennett, La tripulación de Heraclión y todo su personal les agradece mucho por habernos elegido. Esperamos que su tour por el mar mediterráneo sea de su agrado.

Joder estoy asombrada.

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