|Capítulo 41: "Condición"|

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Iana Bennett.

— Todo es hermoso, creo que hare un proyecto aquí — Max me interrumpió poniendo sus dedos sobre mis labios para luego sonreírme y besar mi mejilla.

— Estamos aquí para disfrutar, no para hablar de trabajo — Rodeé los ojos viendo como levantaba la silla de la mesa, me senté en 

— ¿Cuándo hiciste reservación que no me di cuenta?

Pregunte cuando nos sentamos en la mesa y todo está servido, incluso tenía una hermosa vista. Sonreí a la divina comida presente, Max me dedico una sonrisa 

— Quiero que conozcas todo... — Susurró a lo que yo respondí con una sonrisa.

— Me encantaría hacerlo. 

Sonreí comiendo del delicioso platillo, viendo como los comensales llenaban el restaurante. Max me miraba tomando de su copa de vino con picardía.

— ¿Cuándo es el evento? — Pregunte intrigada al ver como terminábamos de comer. 

— Es un evento de caridad al que fui inversionista.

Respondió llamando al mesero para pedir la cuenta, los minutos pasaron en silencio, podía notar lo sonriente que Max se encontraba, estaba tranquilo y por primera vez que salíamos no estaba serio ni frio. Me preguntaba ¿Por qué tanta felicidad? 

— ¿Nos vamos linda?

Asentí en silencio viendo como la brisa fuera del local hacia que los árboles se movieran. Max pago la cuenta para después tomar mi mano y caminar fuera del restaurante. Me gustaba la manera en que sonreía y se encontraba ajeno a todo aquello que siempre le molesta, Max dejo en beso suave en mis labios para decirles a sus guardaespaldas que nos dejaran solos esta tarde.

Max me guiño un ojo atrevido para luego despedirse de sus guardaespaldas y tomar mi mano.

— ¿Estás bien Max?

— Si, solo quiero disfrutar de mi día contigo linda.

Tomo mi cintura entre sus manos y comenzó a rozar la punta de su nariz con la mía mientras soltaba una carcajada. Al separarse de mi me sonrió para comenzar a caminar por toda la zona turística del lugar.

Max me había llevado a conocer gran parte de Heraclión, una isla de Grecia hermosa y llena de turistas. Max me explico alguna que otras cosas referentes a la isla que la verdad no le tome mucha atención. Caminamos enfrente de un puesto de helado, me provoco el cremoso helado que se servida dentro del local y Max me miro negando con una sonrisa.

— ¿Me compras un helado?

— Con una condición...

Enarqué una ceja mirándolo con aburrimiento y una sonrisa sobre mis labios. — No me agradan tus condiciones — Confesé haciendo una mueca de fastidio, en cambio recibí un beso en el dorso de mi mano.

— Sabes que no pediría nada que tu no quisieras Iana.

Afirmo besando mi frente y dejándome incomoda ante su respuesta. Max había se comportaba mi consentido conmigo, me trataba como aquello siempre espero desde un principio. 

— Está bien dime.

Pregunte cuando empezamos a caminar hacia el local y entramos. Max coloco sus lentes oscuros sobre su nariz y empezó a pedir los helados mientras yo solo me colocaba a su lado escuchándolo conversar con la cajera.

— Pero no te lo pediré horita. Más adelante lo hare.

— ¿Entonces para qué me dices?

— Para que sepas que debes darme algo a cambio.

Rodeé los ojos observando como en el interior del local sentí una mirada caer sobre mi cuerpo. Mi gire sobre mis talones buscando aquella mirada encontrándome con unos ojos oscuros y profundos me observaron fijamente. 

La severidad de aquellos ojos y rostro me hizo sentir incomoda, sentí que me observaban porque algo iban hacerme. Sin embargo, cuando Max se giró para verme y entregarme mi helado solo pude sobresaltarme asustada desviando mi mirada de aquel hombre

— ¿Iana estas bien?

— ¡Si! Estoy bien.

Fingí una sonrisa volviendo a buscar al hombre, pero solo conseguí la mesa vacía. Max me entrego mi helado y salimos del local no sin antes fijarme en aquella sonrisa susceptible de Max. 

Dándome cuenta de que Max me estaba demostrando que en serio me quería.

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