4. El Dolor Lo Sana Todo

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Había tantas formas en que Allyson soñó su primer encuentro con Ryan, a distancia más cercana que el solo verlo a lo lejos en el día de sacar la basura mientras lo veía practicar la guitarra en el garaje de su casa.

Algunas eran más fantásticas que otras: no, ella no iba a ser rescatada de un dragón, ni iba a escalar hacía su habitación usando su largo cabello como soga.

Pero inclusive lo más irreal y absurdo tenía que ser mejor que el ser reconocida por un asalto con violencia.

—Eh... ¿qué quieres decir? —Allyson cuestionó, tratando de confundir las cosas, que no sean tan evidentes.

—Sí, creo que te vi por ahí; algo pasó entre ti y Heather Novak durante las pruebas, la capitana, la plática se puso acalorada, y de pronto...

—¡Sí, sí, de eso oí! ¡Mira, gracias pero creo que mejor me voy con mis amigos! ¡Mucho gusto! ¡Nos re-vimos en Disney en unos, hmm, 67 años! ¡Bye!

Y con el tobillo enrojecido y raspado o no, se alejó y regresó con, ajem, "amigos" puede haber sido muy generoso, pero son las dos personas más cercanas a ese título en la vida de Allyson en ese momento.

—Vámonos —la rubia ordenó.

—¿Pasó algo entre tú y ese Romeo de la Guitarra? —preguntó Jake.

—¡Sólo vámonos! ¡Y finjan que dije algo gracioso y rían!

—¡JAJAJAJA, Y LUEGO TE CAÍSTE EN FRENTE DE TU CRUSH! —Sarah gritó a todo pulmón y la mitad de otro.

—¡Eso no! —Allyson exclamó—. Dios, ¡esto no podría ser más humillante!

—¿Entonces es mal momento para preguntar dónde compraste tu ropa interior de fresitas?

—¡Sarah!

—¿Era de fresas? Yo le vi más bien con forma de cerezas.

—¡JAKE!

Aunque no le gustaba descubrir que la pequeña maniobra de tropiezo reveló más de lo esperado, la angustia emocional se haría de un lado por un instante para dar a pie —y no de forma figurativa solamente—, a una angustia física.

—¡Ay! —la rubia soltó un sútil pero notable quejido en lo que bajaba su postura.

—¿Sucede algo? —preguntó Sarah.

Una vez pasada la emoción de tener a nada a Ryan cara a cara, el dolor de la torcedura de su tobillo comenzó a hacerse presente.

—Me duele —replicó Allyson.

—¿Puedo ver? —preguntó Jake.

—¿No crees que ya has visto lo suficiente de mí?

—Ya esto es fuera de bromas —el chico aclaró, con consternación ante el irrebatible dolor de parte de Allyson—, tu tobillo sí luce algo inflamado, mejor te llevamos a la enfermería.

—¡Así no creo que pueda caminar!

—Pues tendrá que ser así.

Jake tomó en sus brazos a Allyson y la cargó; de pronto, la rubia se sintió abrumada; el agarre de él era seguro y estable, —casi lo opuesto totalmente a su personalidad y su fama en el colegio—.

—¡Suéltame! —la muchacha herida reclamó—. ¡Esto es humillante!

—Es que no tienes otra opción.

—¡Suéltame pero ya!

—Pero...

—¡Suéltame!

—...sí tú lo dices...

—¡Gracias! —Allyson dijo tras liberarse de Jake—. Ahora... ¡AY, CARGAME! ¡CARGAME OTRA VEZ!

Sin otro remedio disponible, Jake la cargo y se encaminó junto a Sarah hacía la enfermería de la escuela.

—Espero que no llamemos tanto la atención —se murmuró Allyson en lo que avanzaba su pequeño grupo en los pasillos escolares—, no podría ponerse más vergonzoso.

Pero lo hizo.

—¡Abran paso! ¡Abran paso! —exclamaba Sarah—. ¡Emergencia sanitaria!

—¿Emergencia sanitaria? —Allyson preguntó respecto a dicha elección de términos—. Con eso haces sonar cómo si estuviera infectada de un virus mortal o algo así.

—Pudo ser peor, amiga —Jake interrumpió—. Una vez en secundaria dijo que tenía diarrea explosiva.

—¡Pero sí tenías diarrea explosiva en aquella ocasión! —Sarah se justificó—. ¡Los burritos de pescado son un aborto de receta que no debe ver la luz del día otra vez!

—Pues sí la tenía pero eso no significa que lo tengas que estar gritando...

Siguieron discutiendo su plática burda de lo que si somos amables podemos llamar "pseudo ética médica" hasta llegar a la enfermería.

Para suerte de la rubia, la herida no fue tan seria como se esperaba en un comienzo; sanaría en uno o dos días, pero necesitaría ayuda por lo menos durante esas clases para movilizarse de aula a aula, y Jake levantó su mano para ayudar en ese aspecto.

—No deberías de hacer esto —Allyson, en algún punto del día, le comentó a Jake, quien con su brazo le ayuda a apoyarse y a movilizarse con una silla de ruedas—. No es como si me hubiera pasado lo de Christopher Reeve.

—Lo sé, pero creo que mi amiga y yo fuimos responsables así que nos toca pagar.

—¿Pero no deberías estar en tus propias clases?

—Eh, seré honesto contigo, Allyson...

—Allye —la chica herida interrumpió—. Si quieres... si quieren, pueden llamarme "Allye".

Jake asintió.

—Claro, Allye —dijo—, pues, te seré honesto: la verdad es que de hecho los tres tenemos las mismas clases.

—¿Qué? ¿Y por qué no los vi antes?

—No teníamos realmente intención de... ya sabes, entrar a ellas.

—Oh, claro... olvidé por un momento con quién hablaba.

Y eso de hecho tenía mucho más sentido entre Allyson lo pensaba con mayor detenimiento; estos dos, tan excéntricos cómo podrían lucir y actuar, no parecían ser tan malos como esperaba, y mucho menos a cómo dictaba un poco su fama.

A pesar de los inconvenientes, el día de Allyson avanzó con cierta facilidad y ligereza, excepto quizá cuando Sarah le preguntó si le podía pasar la tarea de la clase de francés, pero aquello que tan solo unas cuantas horas antes le pareció de moralidad cuestionable, se volvió un detalle más.

Se habían volcado a cuidar de ella, y eso fue justo lo que hicieron, y de hecho se sintió así. En buenas manos, y en el caso de Jake, en buenos brazos.

Fue, dentro de lo que cabía, un día relajante.

Pero el día acaba al caer la noche, y al volver al hogar.

—¡Cielo santo, hija! ¿Qué te hiciste? —preguntó al regresar a casa de su trabajo, y ver un vendaje en el tobillo de la adolescente.

—No es nada mamá, sólo me lastimé, y...

—¿No te metiste en problemas otra vez, verdad?

—¿En problemas?

—Ya hablamos de esto, hija, dime por favor que no me volverán a hablar de la dirección...

—No mamá, solo tuve un accidente, no me metí en problemas —Allyson no se cansó en explicarse—. ¿Es eso lo que te importa más?

—¡Me importa tu educación, me importa tu futuro hija! ¿No puedes entenderlo?

La madre no parecía entender razones, y estaba más preocupada y enfocada en repetir puntos que ya mencionó antes, a de hecho comprender lo ocurrido.

Y no lo haría.

Un Club Entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora