La retrospectiva es una herramienta muy poderosa para el aprendizaje; no podemos prever el futuro con ella, pero nos auxilia para poder comprender aquello que era obvio y aquello que era improbable, sino es que imposible: porqué el apostar la nómina en un casino es mala idea, porqué construir en terreno inundable es estúpido, y en el caso de cierto chico de cabello negro y ropa holgada y barata, el porqué era tonto esperar a una niña buena paseándose en un vecindario feo por invitación de dos personas a quiénes apenas conocía.
—Quizá esta no fue la mejor idea que he tenido —sé murmuró Jake, a las afueras de un club de música rock y alternativa, "El Estanque de los Celacantos", escrito en desgastadas letras que parecían haberse pintado en un tiempo en el que Canadá aún seguía llamándose "América Británica" en los atlas y mapas del mundo.
El resto de la calle no parecía mucho mejor; los negocios que no se encontraban abandonados y en quiebra en años, estaban protegidos por gruesas mallas y puertas de metal, pintarrajeadas con grafiti de mensajes de cuestionable moralidad y ortografía.
No mejoraría mucho la impresión del vecindario el ocasional sonido de sirena (sea de ambulancia, de la policía, o de las dos) al fondo cada 15 minutos.
—Tenías que hacer el intento —comentó Sarah a su desanimado amigo, a unos cuantos metros desde dónde se empezaba a formar la fila para entrar al recinto musical.
—¿Qué quieres decir?
—¿No crees que me es obvio? —la morena inquirió con sonrisa vivaraz y pícara—. ¿Que mis ojos no se dan cuenta?
—Tiempo no tengo para tus acertijos, Sarah, así que agradecería que fueras directa.
La morena suspiró y cerró sus ojos por un instante; algunos necesitan ayuda para ser sinceros con qué sienten, o de otro modo se ahogarían en sus propios y muy personales mares de dudas.
—Tienes un enorme interés en esa chica, Allyson, ¿no lo crees? —ella sugirió.
—¿Tú no? ¿Acaso no viste lo sola que está la pobre?
—Sabes bien a qué me refiero, Jackie.
—¡Por última vez, no me llames así! —el muchacho con sonrojo imploró.
—Me dijiste "no me llames así FRENTE A ELLA", y me imagino que una razón debes de tener.
—Todos tienen una razón para hacer cualquier cosa, Sarah; tú eres la rara, tú eres la que no necesita de motivo alguno para dar rienda suelta a tus impulsos.
—Es verdad —ella asintió—, pero no totalmente, porque si no me controlara al menos en un par de cosas que quisiera hacer, ya estaría embarazada.
—De tu tercer hijo...
—Puedes burlarte si quieres, Jack... Jake, querido, pero eso no cambia que estás locamente perdido por esa chica Allyson.
Y lo soltó; no era quién lo esperaba, pero era alguien al fin y al cabo. Alguien que tuvo el valor para admitir, —o más bien, observar en otro—, lo que estaba ocurriendo.
—¡Ahora sí sé que estás hablando locuras! ¡Ahora sí me consta que las migajas de razón que te quedaban en esos sesos suyos se han ido! ¡Ahora sí...! Ahora sí...
—¿Ahora sí estoy en lo correcto? —Sarah cuestionó, tan inflada de orgullo y auto-satisfacción como un pavorreal después del celo.
—Estás... es... es algo... tan... ¿es acaso tan evidente? —Jake soltó de su boca, con la sinceridad como su carta final de su última mano.
—Lo que me es evidente es que quizá debiste por lo menos invitarle el uber.
—¡No, no puedo! —el muchacho exclamó con escarlatas intensos en su rostro—. ¿Sabes lo que eso hubiera significado?
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Un Club Entre Dos
Teen FictionAllyson es en muchos sentidos una estudiante perfecta, y se espera mucho de ella de parte de su familia y de su escuela. Por eso sorprende a más de uno cuando termina en detención por, para ponerlo en términos sutiles, romperle el hocico a la capita...