5. La Diferencia Entre Un Golpe Y Un Manotazo

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La hora del almuerzo era un mundo en sí mismo; al frente tuyo, con una fría charola de metal en mano, y alimentos que apenas podían ser identificados como algo que una vez tuvo vida servidos en ella, yacían las diferentes tribus en las que separaban las clases.

Los atletas presumiendo de lesiones cual si se tratasen de heridas de guerra, los chicos ricos y privilegiados de sobre si era mejor para vacacionar las Bahamas o las Islas Griegas, los del club de teatro entonando una canción de la siguiente producción escolar.

Tanta variedad en una jungla social, y a pesar de las diferencias entre todos esos grupos, estos poseían un denominador en común.

Allyson no se sentía a gusto en ninguno.

Ni siquiera en el grupo de los llamados "nerds" o chicos estudiosos, lo cual tenía que ser una nueva clase de fracaso; no cabes ni siquiera en la sección más baja del tótem. Pero al respecto, existe una explicación racional, y es que hasta a esos chicos de lentes gruesos y sesos inflados tenían espacio y tiempo para aficiones.

Cómics, juegos de mesa, anime o manga, filmes de clase B hechos con un presupuesto de centavo y medio; puede que no fueran las actividades más glamurosas, pero eran mejor que nada, y ciertamente mejor que solamente estudiar y seguir estudiando.

Pero entonces, vio una mesa con espacios libres.

No era la más atractiva o limpia, pero serviría. En todo caso, por lo menos podría contar con conocer a los dos ocupantes de tal silla.

—Hola Jake, hola Sarah —la rubia saludó a sus conocidos.

—Eh, hola Allie —replicó el muchacho—. ¿Qué tal sigues de tu tobillo?

—Oh, de hecho, mucho mejor; aún me duele un poco en ciertos ángulos, pero nada que ver con lo de ayer, y en definitiva ya puedo caminar por cuenta propia sin problemas... eh, gracias por preguntar.

—De nada querida —dijo Sarah—, nos alegra ver que te encuentras bien.

—Sí, gracias... y... miren... ¿puedo pedir... algo?

—De nuevo: no hago mis negocios en horas de escuela —Jake susurró.

—¡No, nada de eso! —Allyson reaccionó, casi soltando su bandeja por la sorpresa—. Es decir... es algo tonto, y son libres de rehusarse, pero... me estaba preguntando... si no es mucha molestía ni nada por el estilo... ay, es que, siento que ya los estoy molestando con tan solo hablarles, pero... pero...

—Allye, sí: puedes sentarte con nosotros —Jake mencionó, esperando que con ello la chica rubia no perdiera el oxígeno con tanta palabrería apologista.

—Oh... en eso caso, ¡muchas gracias!

Sarah le hizo un espacio a su lado, y ambas quedaron del lado opuesto de Jake.

—¡Me encanta tu suéter! —la morena le exclamó—. Tienes un estilo muy lindo.

Le tomó a Allyson unos segundos contestar, porque estaba tan poco habituada a halagos, que en su mente estaba instalado un filtro de registro de sarcasmo, en caso de que alguien se estuviera burlando, pero una vez de cerciorarse que no se trataba de algo así, pudo reaccionar.

—Gracias, de verdad —contestó sonrojada—. Me gustan tus accesorios.

—¿Ves, Jake? ¡A algunas personas sí les gustan!

—No dije que no me gustaran —se defendió el muchacho—, solo que dejarás algunas de esas cosas para el árbol de Navidad.

—¡Soy judía, sabes bien que no puedo festejar eso! ¡Lo más cercano es mi disfraz de la escena del acto escolar en Chicas Pesadas! ¿Sabes cuál, no?

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