46. Pocas Frases Duelen Tanto

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Allyson había evitado de forma deliberada contacto alguno con Ryan por tantos medios, y por tantas razones: pena, vergüenza, la sensación de querer saltar al vacío desde la ventana más cercana, y todo aquello era, a su parecer, completamente lógico y sensato.

Pero aquella mañana, fue acorralada porque no consideró el simple hecho que van a la misma maldita escuela, y en cualquier momento, se pueden encontrar.

—¿Podemos hablar? —comentó el músico.

—¡No, la señorita no desea hablar! —llegó de imprevisto Jake, y le azotó con una macana policial en la nuca al aspirante a rockero.

Perdió la consciencia inmediatamente, y antes de que llegara algún maestro, adulto responsable, o adulto irresponsable pero metiche, tomaron el cuerpo y lo enterraron en una parte abandonada del colegio y...

...esto es juego, ¿saben? No, no ocurrió eso, pero Allyson hubiera amado que fuese así. Porque en su lugar, todo dependía de ella, y ni ella confiaba a plenitud en su propio juicio.

—Ahora no Ryan —demandó la rubia.

—Pero...

—En serio, ahora no: no es ni el lugar ni el momento correcto para que de pronto me traigas algo a la palestra, ¿y sabes por qué?

Ryan podía ser algo denso para entender sutilezas y algunos temas, —sus calificaciones ciertamente eran un reflejo perfecto de esos problemas suyos—, pero en ese momento en particular, todo parecía tan claro como cristal recién lavado.

—Creo de hecho sí saber —el joven contestó—, simplemente no puedo venir así, de la nada, y esperar que podamos hablar otra vez, fingiendo que todo está bien, que nada ha pasado, que todo puede ser como antes, y tienes toda la razón: me disculpo de antemano por mi actitud, pero de verdad creo que...

—No, no querido —Allyson interrumpió—, me refiero a que estamos en clase, la maestra ya entró, y no quiero que mi ropa sucia se lave en frente de todo el salón.

—¡Ustedes hagan cómo que no estoy aquí! —la docente de la materia de arte exclamó en lo que buscaba el asiento de su escritorio, sacudiendo sus manos—. No se preocupen, si desean hablar de algo, técnicamente aún faltan un par de minutos para el inicio de la asignatura.

—Vale, sí, comprendo —Ryan asintió—, entonces, yo...

—Sí quieres, hablamos una última vez —Allyson le susurró—, pero durante el receso, y en mis condiciones.

—Seguro, y... espera: ¿qué condiciones?

Allyson no pidió la luna, solo algo de apoyo emocional y potencialmente, de apoyo físico si es que era requerido.

—Estoy 100% de tu lado, Allye—Jake comentó, más tarde, precisamente durante el comienzo del receso, en lo que él, la rubia, Sarah y Will se encaminaron hacía el punto escogido para la reunión—, ¿pero por qué la macana?

—Nunca sabes qué pueda ocurrir —la quinceañera contestó.

—¡En eso Allyson tiene razón! —Sarah concordó.

—Gracias, ¡por fin alguien con sentido común!

—La última vez que Allye y Ryan estuvieron en un mismo lugar, alguien terminó con una herida con la que se perdió medio semestre y una nueva superheroína nació de esa inspiración.

—¡SARAH! —la rubia le llamó la atención.

—Entonces, con suerte, capaz que de lo que pase aquí, salga la serie de Netflix —agregó Will.

Un Club Entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora