45. Super Traumas

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El concepto de "Trauma" es definido como un choque o herida que perdura, que no parece sanar, y puede aplicarse tanto en un sentido físico, como en uno psicológico.

Y en este último apartado, Heather Novak era un nombre temido desde que pareció tener uso de razón: con las palabras correctas, podía hacer añicos, polvo incluso, la autoestima de cualquier estudiante, todo oculto debajo de una voz suave como la seda pero venenosa como como cobra.

Su armamento era esa lengua afilada y sofisticada, con eso bastaba para imponerse la gran mayoría de las veces.

Por eso... le era extraño estar al otro lado de la ecuación.

—¡No, otro golpe no! —exclamó levantándose con una frente sudorosa y un corazón tambaleante.

Pero estaba lejos de cualquier situación de violencia, —física, mental, o emocional, o por lo menos así debería de ser—. Simplemente aquella era otra mañana, en su enorme habitación, recostando su cuerpo en una mullida y cómoda cama.

No obstante, los malos pensamientos se habían vuelto en pesadillas recurrentes, y no solo en la agresión en sí, sino en todo lo que aquella inesperada acción desató en su vida.

Fueron pocos los días desde que había regresado a estudiar a los pasillos de Hopewell High; a pesar de ello, su condición seguía alejada de lo óptimo y necesario para retomar a plenitud sus responsabilidades como la capitana de las animadoras, —probablemente solo se recuperaría al 100% hasta el próximo semestre—, así que debía limitarse con ver las prácticas del equipo desde lo lejos.

—¿Segura que no deseas venir a por lo menos saludar? —en algún momento, Tabitha le preguntó—. Quizá una pequeña charla de motivación.

Heather lo meditó; en primera instancia, parecía lógico y apropiado. Pero la evidencia señalaba que quizá no era la mejor de las ideas.

—Gracias, pero... creo que interferir con el protocolo no sería beneficio para el equipo —le contestó. Tú eres la capitana, a ti te corresponde guiar a las chicas, y confío a plenitud en tu juicio y decisiones.

Tampoco es como si Tabitha o cualquiera otra de las chicas le rogaron demasiado sobre su regreso, y entre esas actitudes, y los resultados de los equipos deportivos de la escuela, los cuales parecían estar enrachados de gloria y animados en espíritu, le propinó un golpe más duro que cualquier puñetazo inesperado: uno de realidad.

Parecía que adónde quiera que volteaba, no podría escapar de sus demonios.

O en su particular caso, de sus ángeles.

—¡Oye, fijate! —Heather exclamó tras tropezar en los pasillos durante los intercambios de salones, con una chica de primer grado—. ¡El cuello todavía lo tengo delicado!

—¡Disculpa!

Heather de inmediato reconoció esa novata de rubia cabellera y mirada entintada en violeta.

—¡TÚ! —la ex capitana exclamó con un dedo acusador cual si se encontrara en los Juicios de Salem.

—¿Heather? —Allyson comentó en lo que recogía sus libros—. ¿Eres tú? ¿Ya te recuperaste del incidente de la fiesta?

—¿Cómo sabes lo de la fiesta?

Un pequeño hueco en la trama para la rubia; muy pequeño en realidad, porque en momentos así, y con gente como ella, bastaba con apelar a su sentido de egocentrismo.

—Oh, querida, eso fue la comidilla de todos, desde el club de jardinería hasta el club de repostería pakistaní —Allyson comentó, no diciendo mentiras en realidad—. ¿Cómo no me iba a enterar yo también?

Un Club Entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora