12. Godzilla Con Labial

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Existe una distinción entre el valor y la estupidez. ¿Dónde se encuentra la línea que demarca una y la otra? No lo sé, pero Jake y Sarah tenían el horrible presentimiento de que cierta amiga de cabellera rubia y tacones rosa chicle estaba a punto de descubrirlo.

—¿No hará algo drástico, verdad? —el chico de pelo negro inquirió, siguiendo con discreción el ritmo del paso de Allyson, entre susurros a Sarah.

—¡No, en absoluto! —la morena contestó—. ¿Cómo fue que la conocimos, de nuevo? ¿Un retiro espiritual? ¿Una clase de yoga? ¿En detención por romperle la nariz a puñetazos a la capitana de porristas?

—...gracias Sarah, sé que siempre puedo contar contigo para hacerme sentir más en paz.

¿Por qué no debería estar en paz Jake? ¿O Allyson, ya que andamos en eso? ¿Qué tiene de complicado de ver a la chica en la que tienes un crush en secreto yendo con una nota en mano que suponía debía de ser de su crush sin saberlo con seguridad siquiera? ¿Les dolió tanto la cabeza al leer eso como a mí al escribirlo?

Y entre tanto esa preocupación hacía ruido y eco digno de porra brasileña en final de fútbol dentro de la cabeza de Jake, este pensó que una oportunidad se les escapaba de las manos.

—¿Qué tal si la nota no es de él? —el chico se comunicó a bajo volumen—. ¿Qué tal si eso le parte el corazón?

—Jake, querido, amigo, camarada —Sarah usó dulzura en su verbo esperando que mejorara en su siguiente persuasión—: no sé me hace irracional lo que piensas, pero... ¿has considerado que existe la posibilidad que sí lo pueda ser?

—¿Qué?

—...no es TAN imposible, ¿o sí? Allyson es bonita, en el fondo es buena persona, siempre y cuando no la saques de quicio o la presiones mucho: ¿qué tal si sí?

—¿Qué tal si no?

—¿Por qué te importa?

—Porque sabes que me gusta, ¿vale? —respondió Jake dando vuelta y cara a la morena—. Lo supiste en cinco minutos de verme a mí y cómo la veía a ella.

—¡Lo cuál está bien! ¡Es válido lo que sientes! —Sarah alegó—. Pero de poco sirve si yo lo sé pero ella no.

Mientras Jake lidiaba con sus dudas, Allyson de hecho hacía lo mismo; recordó la canción, su nombre, y también su letra: desde una interpretación no muy liberal, el significado de esta era claro.

En la sala de un hospital, a las 9:43 nació Simón...

Ay, perdón lectores: archivo músical erroneo: este es el bueno:

Pequeña flor con espinas, bella ave aventurera / aunque de tez delicada, te alzas cual guerrera / pompones en la mano, y de carmesí sobre la piel / me dejas anonadado por tu dulzura como miel.

Dejando de lado el nivel de composición que parece de estudiante de letras de primer semestre de universidad pública, como pueden ver, algunos detalles, aunque vagos, son suficiente para hacer volar la fértil imaginación de Allyson.

Tampoco ayudaba que fértil también sentía otras partes que nublaban su buen juicio. O su mal juicio, o incluso su juicio decente y mediocre. 

Pero ya había hecho la labor de juntar seguridad como si fueran ahorros en monedas de centavo, y por Dios allá arriba en las nubes, las iba a gastar.

—Hola —saludó al músico, quien ocupaba su mirada en letras anotadas en aglomerados de texto hasta los bordes de las hojas de su cuaderno.

—Oh, hola... ¿Allyson, verdad? —dijo Ryan tras ojear hacía su dirección por un instante.

Un Club Entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora