40. La Corte Irreal

485 81 132
                                    


Dicen que el culpable eventualmente regresa a la escena del crimen; Sarah no se sentía tal cual precisamente cuando asistió aquella tarde al hogar de Heather, pero en definitiva el saber un poco más allá de simples rumores sobre el misterioso "Ángel Rubio" la hacía sentir cual si poseyera el cuerpo del delito.

La capitana, incapacitada de forma temporal, se perdería unos días más de clases, pero aquello no era el problema. ¿Ir a la escuela para aprender? Qué plebe, a menudo se decía.

¿Pero el perder la oportunidad de ejercer superioridad en pasillos llenos de temerosos sicofantas, como parte de su liderazgo al frente de las animadoras?

Eso dolía casi tanto como su torcedura de cuello.

Y sin embargo, todavía encontraba formas de andar frega... digo, de delegar y manejar sus responsabilidades.

—Antes que nada, agradezco que vinieran aquí —Heather declaró, en pose inmobil recostada en la cama de su dormitorio.

—Siempre será un placer, jefe —Tabitha, la segunda al mando convertida en capitana interina declaró, menos con dicha, más con temor.

—Tengo entendido a ti, querida Tabs, fue a quien el resto de las chicas eligió para encargarse de mis labores en mi pequeña... ajem, ausencia.

—En efecto, y juré en un par de pompones dorados de Hopewell que voy a cumplir con ello de la forma más efectiva y provechosa para todas.

—Me alegra ver que lo tomas en serio, querida.

—A mí honestamente me alarma —Sarah, presente en el momento, y sin entender el aire de grandiosidad que estas chicas le daban a este deporte, pensó—. Es casi como un culto pero con mejores pasos de baile.

En lo que la morena meditaba en los curiosos giros del destino y se cuestionaba un par de decisiones en su vida, Heather proseguía con sus preguntas a la nueva titular de la escuadra.

—¿Y has nombrado a una segunda al mando?

—Claro que sí —contestó Tabitha con nerviosismo agitado—, Sarah J. Greenberg.

—¿Sarah? ¿Por qué ell...? Espera, ¿escogiste a la chica nueva?

—¡Sé que es inusual tener a una alumna del primer grado ascender tan rápido!

—Es muy poco ortodoxo.

—Pero, con todo respeto —intervino una chica más de cabellera rojiza y rostro lleno de pecas—, no hay nada ilegal en la medida.

—¿Kerry, eso es verdad? ¿Revisaste el código?

—En efecto —la pelirroja aseveró, y no hay nada en él que diga que una chica de primer año no puede asumir el segundo puesto al mando...

—O inclusive, el primero —agregó Tabitha.

—¿El primero? —Sarah pensó—. Con mi suerte en este club, capaz que me ponen al frente cuando más me quiero zafar de esta locura, ¡es como ser jefe de servicio al cliente!

Heather echó un vistazo a sus subordinadas, —lo mejor que pudo dado que incluso rotar el cuello unos pocos grados le causaba inmenso dolor—, y vio en sus ojos algo inesperado: la intimidante luz de la unión. Después de todo, el texto sagrado pasado de generación en generación de animadoras y que se remonta hasta los tiempos en que los cuadernos de Lisa Frank estaban de moda era claro respecto a las reglas, y ni siquiera una capitana, por más autócrata que sean sus aspiraciones las iba a cuestionar o poner en duda.

—Me llena de alegría ver que incluso en mi ausencia, siguen representando con dignidad los valores del equipo —la líder de momento fuera de funciones les congratuló de la forma más auténtica que su voz le permitió reproducir—. Así que, aclarado eso, creo que podemos pasar al segundo asunto...

Un Club Entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora