50. ¿Puedes Quedarte?

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Mi familia no era particularmente apegada a la religión, y en realidad creo que eso es así con muchos judíos; somos más seculares y culturales que espirituales, pero sí existía un motivo por el cual asistía a la sinagoga, de vez en vez, con mi familia: por un sentido de comunidad, y sobre todo, por influencia de mi abuela, Ruth.

—¡Mi pequeña Sarah! —me decía cada vez que me tocaba asistir al templo y correr a su encuentro.

D-os, jamás he sentido brazos tan tiernos y cálidos como los de esa mujer de cabello canoso y perfume de lavanda. Y escuchar a su lado las historias de la Torá, que en boca del Rabino Tetelbaum podían sonar tediosas, junto a ella... de algún modo, les dotaba de vigorosa energía.

—Abuelita, ¿por qué Moisés tardó tanto en encontrar la Tierra Prometida? —le pregunté en una ocasión durante un servicio de Pascua.

—Porque ya conoces a los hombres: literalmente van a preferir vagar cuarenta años en el ardiente desierto antes de preguntar por direcciones.

—Porque ya conoces a los hombres: literalmente van a preferir vagar cuarenta años en el ardiente desierto antes de preguntar por direcciones

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—Solo para que quede claro —Will tuvo que comentar—, yo SÍ pregunto por direcciones si ando muy perdido y el GPS está lento.

—Oh, yo sé que sí amor —Sarah sonrió—, era solo un chiste tonto, pero... en aquel entonces, cómo me alegraba el día.

—Y tú me alegras los días —el rubio acordó—, a pesar de que quizá el patinaje no resultó, esta noche ha sido ma-

—Atención, clientes —informaron en las bocinas de la pista—, me temo que hay más malas noticias: una fuerte tormenta invernal nos está azotando, y la nieve está tapando las entradas... el pronóstico indica que este fenómeno se hará presente en la zona de Toronto y su área metropolitana por al menos siete horas más. Hasta nuevo aviso, nadie podrá salir.

—Bueno, eso es un tropiezo en nuestros planes —Sarah comentó.

—Tendré que avisar en casa que nos vamos a demorar... mucho —dijo Will con teléfono en mano, escribiendo un mensaje a su madre—, espero que no se preocupe demasiado.

—Asistimos a la peor escuela del distrito todos los días y arrestan a alguien por posesión de drogas cada semana; unas horas en la pista de patinaje durante una tormenta de nieve es un paseo en el parque en comparación —la morena dedujo—, además, se me ocurre una forma de mantener el... calor corporal durante estas horas.

—¿E-estás pensando en...?

—¡Trae más chocolate! —Sarah exclamó —. ¡Un par de vasos más!

—Oh, claro...

—Y luego si de pronto veo que varios bajan la guardia, te la voy a chu...

—¡Par de vasos de chocolate para la dama! ¡Entendido! —Will asintió.

El problema es que cuando tienes a un montón de gente encerrada, en un helado frío de Toronto, recurriendo todos al mismo tiempo, es de esperar que las filas van a ser considerables.

Un Club Entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora