El mundo seguía girando sobre su propio eje, y alrededor del Sol; la lluvia seguía cayendo desde el cielo, y una vez que esas agua aterrizaran, buscarían su camino de vuelta hacía el mar en un ciclo interminable.
En pocas palabras, nada debería haber cambiado: dos jóvenes seguían siendo regidos por las leyes de la naturaleza. Pero también lo natural es que unas pocas palabras pongan tu realidad de cabeza, en especial en asuntos relacionados al romance, y más aún si era uno que no habías visto.
O quizá, más bien, uno que no querías ver.
—¿Qué acabas de decir? —inquirió Allyson, casi cual si ella misma deseara que todo se tratase de que sus oídos jugaron una fea broma.
—Me gustas —Jake repitió, con estoicismo confiado en su pose, más no en el sudor que brotó de su frente.
—¿Te gusto... en el sentido de que, te gusta mi ropa?
—Es decir, tienes estilo, pero no sé si una blusa rosa flamenco sea de mi estilo —el muchacho razonó.
—¿Entonces... te gusta mi voz?
—Es dulce, sí, pero no me refería tampoco a eso. No solamente.
—Ya veo, sí... ¿entonces, te gustan mis cuadernos?
—Allyson, basta —Jake imploró—. Sabes bien qué quiero decir: me gustas. Me gustas tú. Mucho, y desde casi el primer momento en que nos conocimos. He pensado en ti despierto, he soñado contigo dormido, y he cometido toda clase de locuras. Nadie que me hiciera sentir tan mal, me hace sentir tan bien cuando me sonríe o me habla.
—Y si te gustaba desde hace tanto —la rubia dijo, con pose de niña pequeña, jugueteando con una hebra de su cabello, jugando casi a hacer un bucle—, ¿por qué no me lo dijiste antes?
—¿Por qué no antes? —Jake cuestionó—. ¿Por qué no después? No lo sé: debí hacerlo, de eso es de lo que más estoy seguro. De lo segundo más seguro de lo que estoy, es que ahora es mejor que nunca.
El viento jugueteó con la cabellera de Allyson, y un calosfrío bajó por su espalda; se miraron a los ojos por quizá un segundo de más.
—Jake, yo... —la rubia, apenas capaz de articular sus ideas y sus oraciones, balbuceó.
—No me tienes que contestar ahora mismo —indicó el muchacho—. Y quizá acabo de arruinar nuestra amistad. Pero ya no podía vivir más ocultando esto. Toma todo el tiempo que quieras, es decir, ¿qué más haría? ¿Estudiar?
Jake trató de alejarse, pero esta vez, él fue el que vio su marcha detenida por el toque de Allyson. A diferencia de el de él, era uno delicado, suave, casi como el de sentir una prenda de seda sobre la piel, y aún así, existía una fuerza más poderosa en ella que los de los músculos del varón.
Y más fuerte aún fue lo que la rubia señorita anunció.
—Jake...
—¿Sí...?
—...también me gustas.
Él se dio media vuelta, y se miraron uno al otro, tomados de ambas manos, y con sus frentes chocando. Finalmente, nuestros héroes confesaron sus sentimientos, y no hace falta decir que eso significaba que esto debe marcar el final de nuestra historia: los amantes se habían reunido, así que, muchas gracias, nos vemos, que tengan una buena vida.
ESTÁS LEYENDO
Un Club Entre Dos
Teen FictionAllyson es en muchos sentidos una estudiante perfecta, y se espera mucho de ella de parte de su familia y de su escuela. Por eso sorprende a más de uno cuando termina en detención por, para ponerlo en términos sutiles, romperle el hocico a la capita...