El acercarse a las últimas semanas del semestre siempre era una empresa complicada: el frío cala más, los días son más cortos, las noches más largas y oscuras, y antes de ese bello refugio llamado "despedida de invierno" preámbulo a las vacaciones decembrinas, se encontraba un obstáculo infranqueable para muchos alumnos: los exámenes finales.
Era hora de cosechar lo sembrado el resto del curso, —para bien, para mal, y para peor—.
En algunos casos, el final del semestre era una formalidad; decirles "afortunados" sería erróneo, dado que bien que pusieron esfuerzo para aprobar. Incluso, sus calificaciones pueden ser tales, que con tan solo escribir bien su nombre en la prueba final era más que suficiente para acreditar la materia. Tal era el caso de Allyson, por ejemplo.
Y luego... se encontraban otros.
Muchos otros.
Entre ellos, tres chicos: Jake, Sarah, y Will, quienes requerían de ayuda en sus materias y solo una de los "afortunados" podría darla.
—Antes que nada, agradezco que depositen los tres su confianza en mí —la rubia adolescente, en papel de tutora de último momento, con sus libros listos sobre una mesa de la biblioteca escolar, declaró a sus compañeros—, y voy a empezar por decirles que no hay soluciones rápidas ni atajos: si van a pasar, van a tener que estudiar y... amigos, por favor, ¿pueden dejar de manosearse un poco? —le llamó la atención a la recién formada pareja.
—No le hacemos daño a nadie —dijo Sarah—, y tampoco es mucho más escandaloso que lo peor que se ha eso en la biblioteca.
—¿Qué sería eso?
—¿Acaso no sabes por qué cada cierto tiempo las computadoras tienen manchas viscosas y blancas? —advirtió Jake de brazos cruzados, del lado de Allyson en la mesa.
—Vale, solo déjenme escribir una nota —la rubia anotó en un cuaderno—. "Nunca... usar... las computadoras... de la biblioteca"... pero en todo caso... ¡oigan, oigan! ¡Ya en serio! ¡Paren eso o les voy a aventar agua fría!
—¡No fue para tanto! —la morena se excusó.
Allyson se sonrojó ante tal escena, y ante un pequeño detalle, —dos pequeños detalles, que en realidad no eran tan pequeños—.
—Querida... em... ¿puedes subirte la... ya sabes... la blusa?
—¡Perdón, perdón! —Sarah se excusó en lo que se colocó de vuelta su prenda en la posición correcta y decente.
En poco tiempo, la pareja Greenberg-Hoggard se había compenetrado, —COMPENETRADO, ¿vale? No confunda la palabra con otra que suene igual— completamente, siempre pasando el tiempo juntos, tomados de la mano, —o de otras partes—, en lo que parecía ser cada centímetro cuadrado del terreno escolar.
Para ellos, era una gran maravilla.
¿Para los demás? Bueno...
—¿Están familiarizados con el concepto de "no comer en frente de los hambreados"? —Jake preguntó, al ver a la feliz pareja, lado a lado, incapaces de separarse más de una pulgada el uno del otro.
—Lo sentimos —Will declaró, avergonzado no tanto por sus actos, sino por ser descubierto—, pero es que, ¡no tienen idea de lo feliz que somos!
—Solo no traten de hacer un niño todavía —Allyson comentó—, ya es suficiente con un embarazo no deseado en casa, no quiero ver algo así en la escuela.
—¡No te preocupes! —Sarah no demoró en asegurar a su amiga—. ¡Tomamos nuestras precauciones!
—Tipo... ¿preservativos? ¿Pastilla del día siguiente? —la rubia murmuró, más apenada por el tema de conversación, a pesar de que ella misma no era el centro del foco del asunto.
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Un Club Entre Dos
Teen FictionAllyson es en muchos sentidos una estudiante perfecta, y se espera mucho de ella de parte de su familia y de su escuela. Por eso sorprende a más de uno cuando termina en detención por, para ponerlo en términos sutiles, romperle el hocico a la capita...