48. La Decisión De Allye

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Nueva York es increíble, en todo sentido de esa palabra: lo bueno, lo malo, todo está casi al extremo. Realmente hace lucir a Toronto como un adorable pueblo de provincia.

Pero en fin, como decía: el embarazo va bien, me han atendido de forma más que adecuada en mis visitas al hospital. Oh, y el apartamento de papá. ¡santo cielo! ¿Cómo puede pagar un lugar así en el centro de Manhattan? Me hace pensar que hizo un trato con el diablo o algo así.

Espero que tú estés bien, y me encantaría que te nos unieras aquí, pero en última instancia, querida Allyson, la decisión será tuya, sea lo que sea que elijas.

Con amor, Jessica.

Y así terminó el mensaje de su hermana mayor. Había intentado establecer más comunicación, enviar más mensajes, pero se tardaba en responder. Algo completamente comprensible: cómo había cambiado la vida para ella en tan poco tiempo, así que era de esperarse que su atención se enfocara en otro conjunto de prioridades.

En realidad, no solo para ella. Su padre y Jessica se habían ido, pero permanecía la intriga, la duda; cómo cambió todo con una simple conversación.

El clan entero, exceptuando cierta abuela de ideas racialmente insensibles e incompatibles con el más básico sentido de decencia, estaba reunido en la sala principal, casi cual si se tratase de un alto concilio

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El clan entero, exceptuando cierta abuela de ideas racialmente insensibles e incompatibles con el más básico sentido de decencia, estaba reunido en la sala principal, casi cual si se tratase de un alto concilio.

—Hemos contemplado y hablado mucho al respecto —Malcolm aseveró—, y tu madre y yo nos hemos puesto de acuerdo.

Tan de acuerdo que el verlos a los dos, del mismo lado, sentados en el mismo sillón, a pesar de toda su historia, pasado y diferencias, Allyson sintió los pelos de punta cual si estuviera en medio de un filme de horror psicológico.

—Entiendo —Allyson asintió, desde el lado opuesto de la sala, en un sillón más pequeño, con ella sentada en su respaldo, mientras que su hermana mayor ocupaba el espacio principal del mueble—. ¿Estás de acuerdo al respecto?

—Puede ser mi oportunidad de comenzar de nuevo —Jessica aseveró—, corregir algunos errores, tener mejores oportunidades... la verdad es que para las ambiciones que tengo, este país se empieza a sentir algo pequeño, y el que el pequeño tenga doble nacionalidad será una ventaja también para él.

—¿Y... es de verdad lo que tú quieres?

—Sí Allye, te juro que es así —Jessica contestó sonriente y acariciando con gentileza un vientre que cada vez mostraba un notorio embarazo.

No parecía haber dudas en la expresión de su hermana, ni en su voz: todo en ella, a simple vista, evidenciaba, denotaba seguridad y convicción.

Pero aquello apenas era una parte de la mitad del trato que justamente le correspondía a la quinceañera.

—También hemos tenido tiempo para discutir otra cosa —dijo Colleen—. Allyson, querida, tu padre quiere ser más partícipe en tu vida, y él ciertamente tiene recursos para abrirte muchas puertas.

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