Allyson es en muchos sentidos una estudiante perfecta, y se espera mucho de ella de parte de su familia y de su escuela.
Por eso sorprende a más de uno cuando termina en detención por, para ponerlo en términos sutiles, romperle el hocico a la capita...
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Mi papi se llama Malcolm; es originario de Nueva York, ¡sí! ¡Lo sé! Es súper emocionante. Cuando era joven, vino a Toronto a estudiar en la universidad, y se graduó de publicista. Ahí conoció a mi madre, y se casaron. Mi padre divide su tiempo entre su hogar en EEUU y el nuestro, en el país. Trabaja haciendo comerciales de televisión para toda clase de empresas importantes, como Nike, Apple o Disney.
Últimamente se ha quedado más y más allá, y lo extraño mucho. Quisiera que él viviera aquí, o quizá incluso, que yo viviera con él. No importa cual, con tal de que estemos juntos.
Pero a pesar de la distancia, sé que nada nos separará.
Martin, A. "Lo que hace mi padre" [Informe escolar]. Escuela Elemental de Hopewell
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Al final de nuestras vidas (con excepción de los egipcios), no nos podremos llevar con nosotros posesión material alguna: somos polvo al viento, y todo lo tangible, con el tiempo suficiente, se termina desbaratando.
Allyson entendía eso con claridad: los productos de consumo solo nos dan felicidad momentánea y nos distraen brevemente del sufrimiento de la condición humana.
Pero carajo: son EXCELENTES distractores. Y esa tarde con su padre era buen testimonio que las compras no son un sustituto para la terapia, pero tampoco estorban.
—¿Estás bien, mi cielo? —Malcolm inquirió al sentir un pequeño paso mal dado, después de que ambos visitaran un par de tiendas del centro, y en camino a un club para un tardío almuerzo.
—¡Sí papi, no te preocupes! —Allyson se excusó—. Es que aún no me acostumbro de todo a estas botas.
—¿No te gustaron?
—¿Bromeas? ¡Me encantan! ¡Están divinos! —la rubia señaló dichosa, haciendo una pequeña pose digna de modelo de catálogo—. Y la blusa, y la falda, y los aretes, y...
Malcolm encontró imposible el mantener estoicismo: su sonrisa era innegable, y sin embargo, se veía pequeña y discreta comparada la de su hija: su adolescente y femenino entusiasmo eran tales, que aquel momento parecía de postal o de comercial para promover el turismo; esos anuncios que son tan idealistas, que uno piensa que no hay manera que pueda existir tal felicidad
