31. Señorita Perfecta

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La vida en Hopewell tenía que seguir, sea después de haber arrestado a una pandilla por tráfico de armas a la mafia rusa, o después de una decepción amorosa, pero no dejaban de ser momentos incómodos para los involucrados.

Me refiero a nuestros personajes con corazones rotos y confundidos, no a varios que van a tener que entrar a programas de protección de identidad para testigos.

—¿Por qué la cara larga? —Jake preguntó al ver a Allyson marchar por el pasillo de entrada principal de Hopewell High—. ¿Todavía sigues molesta por...?

—Oh, querido amigo, créeme: lo de Ryan o cómo se llame el tipejo ese es el menor de mis problemas.

Jake asintió, pero poco lo preparó para hacer quizá el más inocuo de los chistes, pero por andar corriendo a lo bruto uno no se percata de que si el terreno bajo tus pies es una zona llena de minas.

—¿Todo bien en casa? —el chico preguntó en lo que su rubia amiga abría la puerta de su casillero.

—¿Todo bien en casa? —Allyson hizo eco, con corrosiva mordacidad en su tono—. ¿Que si todo está bien en casa? ¿Realmente quieres saberlo?

—Pues ahora ya no pero tengo el terrible presentimiento que eso no te va a detener —aseveró Jake.

—¿Por dónde empiezo? ¿Qué tal darte cuenta que tu familia está en una mucho peor situación financiera de la que imaginaste?

—¿Cómo dices?

Allyson suspiró; deseaba continuar, pero apenas había conseguido el valor para darle cara a algunas verdades incómodas en los últimos días, y necesitaba algunos segundos para proseguir.

—Cosas de dinero —la quinceañera susurró—, están haciendo recortes en el trabajo de mi mamá, y para evitar ser despedida, aceptó una reducción en su salario, y a ella le fue bien: despidieron a una docena de empleados.

—Eso suena tan extraño.

—Mira, la economía es dura, así que no es tan inusual escuchar de medidas como esta.

—No —Jake interrumpió—, me refiero a tener un padre con empleo.

—¿Sabes Jake? Eres un poco como la Venezuela de los amigos.

—¿Eh? ¿Y cómo es eso?

—Una quiere quejarse a gusto de sus problemas, pero es difícil competir contigo porque los tuyos parecen mayores.

—Ese no fue el más sensible de los comentarios y estoy seguro que estás acercándote a nada de una funa, pero medio comprendo... algo, más o menos.

—Vamos Jake, siempre has tenido problemas con la autoridad, te importaba un bledo lo que los otros puedan decir, ¿desde cuándo te volviste tan sensible?

Y el muchacho la vio de arriba a abajo, admirando la esbelta pose de la rubia; incluso molesta, estaba encantando con su apariencia, con sus gestos, incluso con su voz, y él solo pudo pensar en una cosa.

—Caramba, ¿acaso seré masoquista? Porque enojada se ve incluso más adorable...

—¿Jake? —Allyson le llamó la atención—. ¿Algo qué quieras agregar?

—Allyson Zabrocki suena lindo si lo piensas: tus iniciales tendrían la primera y la última letra del abecedario.

—¿De qué carajo hablas?

—¿Disculpa? —Jake comentó agitado y agitando su testa, volviendo a sí mismo—. No pensé que me estuvieras poniendo atención.

—Voy a lidiar con lo que sea que haya sido eso conforme salga de otros asuntos —Allyson rezongó.

Un Club Entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora