26. De Payasos Y Teclados Rotos

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A pesar de algunos inconvenientes, —tanto entre los artistas como en la organización—, el concurso de talento estaba llegando a buen puerto, y nada como un alentador mensaje del director LaFontaine, lleno de liderazgo, para probar cuán bien se estaba manejando el evento.

—Antes de continuar —se dirigió, micrófono en una mano y una pequeña nota en la otra—, quiero dar un par de mensajes: primero que nada, lo de las palomas: la gente de control animal ya viene en camino, y segundo: al dueño de un Toyota gris rata, parece que hubo un cristalazo así que si fuera ustedes yo iría a ver qué pasó y a hablar con la policía y los seguros, y de una vez les recuerdo que la escuela de Hopewell High no se hace responsable por daños a propiedad ajena a la institución...

—¿Sabes en qué estoy pensando? —preguntó Jake, desde detrás del escenario, sudando todavía sin estar bajo la luz, —o las miradas— del auditorio.

—¿Qué si la policía va a venir a hacer preguntas sobre el robo a un auto quizá sea bueno tener una coartada? —preguntó Sarah.

—No he hecho nada malo... esta semana.

—Y lo único malo que harás esta noche será ser una bomba apestosa frente a toda la escuela.

—¿Sabes Sarah? Aprecio bastante los ánimos que me das —bromeó Jake—, ¿no quieres echarle sal a la herida? ¿Patear a alguien mientras está en el suelo? ¿Apalear a un caballo muerto?

—Jake, Jake, Jake —la morena le colocó con cariño una mano sobre su hombro—, vale, sé que bromeo mucho en momentos inconvenientes, pero es porque es mi forma de lidiar con el estrés, y por ahora, te siento con tanta presión que siento que si colocara un pedazo de carbón entre tus nalgas, al terminar la noche saldría un diamante...

—Continua, porque estoy seguro que sea lo que sea que intentas decir, TIENE que mejorar.

—...pero a pesar de todo... y sé que quizá no cuenta, tienes todo mi apoyo, y pase lo que pase, siempre podrás contar conmigo. No significaré mucho cuando tu atención está centrada en una princesa de cabello color trigal... pero de algo he servido antes, y de algo tengo que servir ahora.

Un sentimiento de malestar inundó Jake a tal grado, que en brevedad, —y por brevedad—, se olvidó de la vergüenza en potencia del concurso de talento, porque su amiga tocó un tema muy cierto y sensible: mientras perseguía cascadas, un riachuelo de piel morena siempre estuvo a su lado, y la había estado descuidando.

—Por como eres en ocasiones olvido que de hecho eres una gran amiga, Sarah —Jake indicó cabizbajo pero sonriente.

—¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que nos volvamos un par de rechazados? ¿No como... toda nuestra vida hasta ahora?

Y ambos rieron: finalmente, Jake sintió un respiro, que alguien estaba ahí, lista para acudir a su ayuda e impedir su caída si es que esta era inminente.

—Son una pareja hermosa —Allyson suspiró, viéndolos desde el otro extremo de tras bambalinas.

—¿Quiénes? —Ryan preguntó.

—Oh, solo... mis amigos, Jake y Sarah.

—¿El chico de pelo negro y la morena? —el músico inquirió, viendo en la misma dirección a la que los ojos violeta de Allyson veían.

—En efecto.

—¿Están saliendo?

—Sí —aseveró erróneamente la rubia—, son tan... imperfectamente perfectos.

—He oído que esos dos tienen su fama.

—También yo, ¿recuerdas cómo te acercaste a mí? Preguntaste si era la chica del incidente de las animadoras.

Un Club Entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora