36. La verdad duele

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Frank.

Las cosas parecían estar más calmadas en la mansión De Luque.

Yo me comportaba lo mejor posible, para que todo aquello, terminara cuanto antes.

De pronto, las palabras vocalizadas por Luzu, aquel día, se pasearon por mi mente.

Siendo sincero, quería volver a casa, con Lana y con él... Pero por otro lado, no creía que las cosas pudieran llegar a ser igual que antes, por lo que quizás debería tener una conversación con Lana, y hacer algo al respecto.

Por otro lado, los momentos en los que estaba acompañado de De Luque y Luzu se me iban haciendo más amenos, y aunque, evidentemente, no los disfrutaba, conseguía que cara de fingido agrado surtiera su efecto, o esa creía yo.

Parecía que el dueño de la casa se iba confiando, pero lo que no sabía es que todo lo que me enseñaba, me entraba por un oído y salía por el otro, y así pasaría con cada palabra que fuera pronunciada por él.

(...)

En el día anterior, no tuve oportunidad de ver a mi único amigo aquí, Guillermo. No es que lo considerase como tal, pero era lo más cercano a ello, aquí dentro, aunque algo me decía que algo había de raro en él. El chico había estado todo el tiempo con De Luque, o eso supuse.

Unos sirvientes aparecieron con una bandeja en la que se hallaba mi desayuno, si podría llamarse así, claro. Era lo mismo de siempre, pan duro, hasta el punto de no ser comestible, y una botella de agua.

Cuando los hombres que me trajeron aquello se dieron media vuelta para irse, Luzu se hizo presente. Entró en la celda, tras decirles algo a ambos hombres, y me encerraron de nuevo, esta vez en compañía del castaño.

-¿Q-qué haces aquí? -le pregunté, algo asustado.

-No tengas miedo. Simplemente, Samuel me dio permiso para estar contigo hoy, sin que él estuviese presente.

-Ah. -Fue lo único que respondí. Se acercó a mí, hasta el punto de hacerme retroceder.

-Frank... No me hagas esto, por favor... Yo nunca quise venir aquí, te lo advertí...

-Lo sé... -respondí- Y ahora me arrepiento de haberte obligado, prácticamente, a venir hasta aquí.

-Sólo quería satisfacerte, y si lo que querías era conocer, con tus propios ojos, mi estilo de vida anterior pues... -Hizo una pequeña pausa y continuó hablando- Debí haberme negado, aunque te hubieses enfadado conmigo y no volvieras a hablarme, al menos estarías a salvo... Perdóname... -Se dio media vuelta, dispuesto a avisar a alguien que lo sacara de allí, pero lo detuve.

-A veces pienso en la situación en la que nos encontramos y acabo dando por hecho que lo que siento por ti ahora está muy borroso. Llegué a creer que te odiaba, porque aunque tengas que hacer lo que te diga Samuel para salir de aquí, los golpes que me has propinado y la forma en que me has llegado a mirar... han sido demasiado para mí... pero, pese a eso, me he dado cuenta de que es a mí a quien odio.

Todo esto es mi culpa.

-No, no lo es -Se agachó conmigo, acariciándome la mejilla-. Ya te he dicho que debí haberte dicho que no. -Dirigí la mirada al suelo y comencé a hablar.

-No entiendo cómo puede haber gente como Samuel...

-De Luque -corrigió, para que me acostumbrase a llamarlo así-. En realidad... -Se giró un poco, lo suficiente para que no pudiera mirarlo a los ojos y continuó- Él siempre fue un gran chico.

Siempre fue el bueno de la película, ¿sabes?

-¿El bueno? ¿A qué te refieres con eso? -le pregunté espantado. Esperaba no escuchar lo que creía que iba a decir.

-Yo lo metí en esto, Frank. Yo soy el cabrón. -¡Mierda! No, no podía creer que eso fuera así. No podía ser así. No, en absoluto.

-P-pero él pudo elegir qué hacer, no es tu culpa. Es la suya.

-No, no tuvo opción -Esta vez se giró para mirarme. Su expresión era totalmente sombría. Se sentía mal consigo mismo, y parecía que eso no era algo demasiado común en él-. Lo amenacé -El silencio se hizo presente por unos segundos, hasta que los labios del castaño volvieron a separarse para hablar-. ¿Sabes? El mayor miedo de Samuel por aquel entonces era quedarse solo. Sus padres nunca le echaron demasiada cuenta, siempre lo dejaban con cualquier niñera, y a veces con sus sirvientes, que nunca se llegaron a encargar, realmente, de él. Ahora le hacen caso porque le tienen miedo -Suspiró y siguió-. A lo que quiero llegar es que él sólo me tenía a mí. Yo era una mierda de amigo... y una mierda de persona, para qué engañarnos... Y lo único que se me ocurrió es amenazarlo para que fuera como yo, para que no volviera a prohibirme sobrepasarme con los más jóvenes.

Yo lo observaba, espantado.

Él se llevó una mano a la cabeza, y se la frotó.

-Ya no soy así, Frank... de verdad... Me arrepiento, ¿sabes? Nunca lo hice, pero ahora sí...

-No... No puedo creerme que él fuese el bueno...

-Lo era... Y creo que lo sigue siendo, pero se esconde bajo este estilo de vida, porque si algo de lo que le dije sobre eso era cierto, te mantenía distraído de cualquier pensamiento. Y supongo que lo único en lo que no quiere pensar es en que yo, su único amigo, lo traicioné. Lo manipulé cómo quise.

-Fuiste un completo cabrón -Le dije con la mayor sinceridad que pude expresar-. Él te necesitaba y tú te apartaste de su lado... -¿Me estaba dando... pena? ¿Estaba sintiendo lástima por De Luque?

(...)

Por un rato, estuvimos en silencio. No sabía qué decir, ni él era capaz de emitir palabra alguna.

Pero al final, decidí empezar un tema, totalmente distinto del que habíamos estado conversando minutos atrás.

No es que quisiera animarlo, o quizá en parte sí, pero lo que pretendía era quitarme aquello de la cabeza, al menos por un instante. No me gustaba, para nada, sentirme así por alguien que no lo merecía...

Aunque ahora que lo pienso... El que no merecía nada era Luzu...

Pero... él ya no es así, ¿no?

Duros caminos del destino [Wigetta y Lutaxx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora