Frank.
Estaba muy nervioso, por lo que había pasado hacía unos segundos.
Marqué el número de Luzu, queriéndole calmar antes de contarle lo sucedido, pero no lo cogía, tal vez estaba ocupado.
Ahora que lo pensaba, ¿qué ayuda necesitaría Luzu, para tener que llamar a Samuel y no a mí?
Aparté el teléfono de mi oído y lo dejé descansar sobre la almohada.
Me puse en pie, y comencé a dar vueltas por la habitación. No conseguía calmarme. No entendía porqué. No creía que Luzu pudiera tomarla conmigo si le explicaba cómo habían sucedido las cosas, pero igualmente no podía relajarme.
Me tumbé sobre la cama, con la vista fija en el techo. Intentaba no pensar en nada, algo que no me fue fácil conseguir, ya que los primeros cuarenta minutos no hacía más que reflexionar sobre lo sucedido. Luego me sentí más calmado, aunque eso no quitaba que de vez en cuando, esa punzada de nervios atacara mi pecho, sin avisar.
Acabé por conseguir relajarme, algo que agradecí enormemente.
No sabía si mandarle un mensaje a Luzu, para cuando pudiera atender el teléfono. Aunque pensándolo bien, tampoco sabía qué iba a decirle y de qué manera. No estaba preparado. Además, esto debería de decírselo en persona. Es algo importante y hay que llevarlo como tal.
Al cabo de una hora, aproximadamente, me puse en pie. Salí de la habitación y me senté frente a la televisión para ver algo. Estaba aburrido y no tenía nada mejor que hacer.
Luzu me dijo que me ayudaría a encontrar un trabajo. Claro que eso fue antes de que fuéramos invitados a la casa del terror... La verdad es que había algo que echaba de menos de allí, y ese era Guillermo. Parecía ser un bien chico, aunque haría lo que fuera por satisfacer a De Luque, o esa impresión me dio a mí, los días que estuve allí.
Algo que no entendía, era que si tan mal lo había pasado en aquel lugar, algo me atrajera de esa mansión.
¿Esas lecciones eran para esto? ¿O eran para algo más? No me explicaba cómo Samuel había conseguido esto en mí, y lo peor era que no me desagradaba.
Encendí por fin la tele, y me dispuse a verla.
La caja tonta era lo más interesante que tenía en ese momento.
Paré en uno de los canales, en el cual estaban echando Friends. Esa serie era la hostia. Siempre la había llamado la serie Dios. Era imposible no reírse con cada capítulo.
Desgraciadamente, yo no había llegado a vérmela entera. Me quedé por la cuarta temporada. Mis padres pensaban que veía demasiada tele y que eso me volvía más estúpido de lo que ya era. Esas siempre eran sus palabras del día a día.
Me hacía feliz no tener que vivir con ellos de nuevo, pero una parte de mí los extrañaba. Quizás era un poco masoquista después de todo...
Echaron como cinco capítulos de la serie. Uno de ellos ya lo había visto y los otros eran más recientes al primero.
El tiempo pasaba y la hora de que Luzu llegaran se iba acercando.
La primera que apareció por la puerta fue Lanita, quién sonreía de oreja a oreja, parecía haber tenido un buen día.
Ahora que caía... ¿Lana no había estado en la habitación con Alex? Si no es así, ¿qué diablos había estado pasando en esa habitación?
-Hi, Frank! -me saludó. Cerró la puerta y se acercó para abrazarme-¿Sabes? ¡Me ha tocado doscientos euros!
-¡Vaya! No está mal. -Le sonreí.
-¡Sí! -Pegó un pequeño gritito y añadió lo siguiente- Nunca toca nada, así que me siento de maravilla. Sé que no es gran cosa, pero es algo ¡y está genial!
-Deberías gastarlo en irte por ahí a comer con Alex, o en algún capricho que te apetezca.
-Qué le den a Alex -Me extrañó oír aquello en boca de la rubia- Lo he estado llamando y no me lo ha cogido. Desde que discutimos, no hemos vuelto a hablar... Pero no quiero hablar de eso, ¿de acuerdo?
-Está bien...
-¿Te parece que vayamos Luzu, tú y yo esta noche a cenar?
-Claro, me parece fantástico -hablé con sinceridad-. Pero, ¿estás segura de que no prefieres gastarlo en otra cosa? Es tu dinero. -Ella negó con la cabeza, sonriente.
-Nada me gustaría más que gastarlo en algo que podamos disfrutar los tres.
-Eres genial, Lanita. -Los dos nos abrazamos con fuerza.
Cuando nos separamos, pensé en preguntarle algo.
-Oye, Lana... Tú no has estado aquí en todo el día, ¿no? -Ella sólo negó, poniendo cara rara. Le parecía extraño que le estuviese preguntando aquello- Es que esta mañana escuché... algo -No quería decirle que creí haber escuchado a dos personas haciéndolo en su habitación, y mucho menos nombrándolos a Alex y a ella- E imaginé que eras tú. Pero ahora veo que no.
-Qué raro -dijo ella con su acento estadounidense-. ¿Y no tienes una idea de qué ha podido ser?
-Ni la más remota. -respondí. Ella se levantó, ya que se había quedado agachada, desde que me abrazó, y se dirigió a su cuarto. Yo me levanté y la seguí.
Abrió la puerta y ambos entramos. La habitación estaba perfecta, salvo una pequeña arruga en la colcha que cubría la cama de Lana.
-No recuerdo haber dejado arrugas. Creí haberla dejado perfecta. -Quizás, con las prisas, ella no se había dado cuenta de que no la había dejado a la perfección. Pero entonces ¿cómo se explica lo que yo escuché? Esto estaba siendo demasiado raro.
-¿Estás segura de eso? -Ella seguía mirando a su alrededor, intentando entender qué había podido ocurrir.
-Ahora no. Porque si yo no he dejado esto así, ¿qué otra explicación habría? -Yo le di la razón con la cabeza.
¡Samuel! ¡Él había estado aquí! ¿Habría dejado él así el edredón? Ya claro, ¿qué ganaría con eso?
A lo mejor no era su intención. Sólo se apoyó en la cama y sin querer arrugó un poco la ropa.
No podía decirle a Lana que un completo desconocido para ella había estado aquí. Así que no lo hice.
Aunque lo de la cama hubiera sido Samuel, aún quedaba algo pendiente. El ruido proveniente de esta habitación. De Luque llegó luego. Él no había sido. Algo pasó allí. Y la situación me estaba preocupando demasiado. Luzu lo llamó. Luzu sabe algo. ¿Lo sabe? ¿Qué estaba pasando?
-¡Frank! -gritó Lana- ¿Estás bien? Tienes mala cara...
-Sí... Es sólo que esto me da dolor de cabeza. Dejemos el tema, ¿de acuerdo? Tal vez sólo imaginé ese ruido. -Ella asintió.
-Miremos por toda la casa, para asegurarnos de que todo va bien.
Salió de la habitación, y yo di dos pasos hacia la puerta para acompañarla. Pero tuve que darme la vuelta otra vez para echarle un último vistazo. Y entonces lo vi.
Algo de color rojo, sobre el suelo, llamaba mi atención. Era sangre. Era un pequeño cerco de sangre sobre el suelo. No llamaba la atención a simple vista, pero yo tuve que verlo.
Noté que mi rostro se volvió pálido. Sentía cómo se me helaba la sangre. Estaba asustado. Pero eso no impidió que me tirase al suelo para limpiar aquella mancha carmesí.
Sentía que tenía que ocultar aquello. Debía hacerlo porque tenía que encubrir cualquier cosa que hubiese ocurrido ahí.
Y aunque vi a Samuel en esta casa... Algo me decía que él no era el responsable de esto...
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Duros caminos del destino [Wigetta y Lutaxx]
FanfictionEsta es la historia de cuatro chicos, de los cuales sus vidas se cruzarán entre ellos, tal como el destino. Samuel es un chico millonario, al cual su padre lo consentía en todo, un día chocaron con un chico, el cual se reconocería como regalo para s...