Cap 2 Lazos de Sangre.

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Cuando ese hombre se estaba acercando. Christopher salió de su escondite y le disparó al hombre pero fallo. Sin embargo soltó un pequeño quejido de dolor (estaba herido)— ¿Estás herido?—le pregunte aunque eso era muy obvio. El no escucho nada de lo que le dije porque dio su segundo disparó y luego el tercero y lamentablemente se quedó sin municiones y sin poder acabar con esa persona que lo seguía.

—¡¡¡Mierda...!!!

El hombre se le lanzó encima y lo empezó a golpear. Christopher también lo golpeaba a él, aunque fue más fuerte el hombre que llegó a ese sitio con sorpresa.

Así que busque algo que pudiera usar para ayudarlo. Mientras Christopher seguía peleando se levantó del suelo con dificultad y lo golpeó fuerte en el estómago así rápidamente busco algo en su chaqueta que aparentemente no encontraba por su cara de terror y pánico.

Di un paso hacia atrás para no dejarme ver y con mi pie pise algo. Revise lo que estaba bajo encontrándome lo que posiblemente él, estaba buscando (un arma).

Por suerte tengo buenas habilidades con el arma así que salí del contenedor y me dispuse a ayudarlo porque no pensaba quedarme allí como si nada. Tal vez el me dejaría ir después de que lo ayudara ¿Quién sabe?, haré el intentó...

—¡OYE! —ambos voltearon a verme y yo ya tenía el arma apuntando al hombre. Sin miedo dispare dándole justo en la pierna, luego otro en el brazo derecho, el chico cayó al suelo gritando y maldiciéndome.

Saco su arma. Él también tenía trucos bajo su manga. Intento dispararme pero no lo logro ya que yo di el último disparo antes que él rozándole la oreja. Se retorció del dolor y como pudo salió de allí, dejando sus últimas palabras—Me la vas a pagar Christopher... Y tú también ¡DESGRACIADA!

Tome el arma y le di otro disparo en el hombro mientras se marchaba. Pude matarlo pero no, no era buena idea además tenía que permanecer tranquila y vulnerable.

—¡Déjalo!—le grite con empoderamiento y una adrenalina que corría por mis venas.

Me acerque a este joven Christopher—. ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes y tu herida? —a lo que él solo reacciono brusco conmigo.

—¡Dame eso te vas a lastimar!—fue lo único que dijo quitando de mis manos el arma.

—Estás herido, te puedo ayudar—le propuse amablemente.

—No gracias, estoy bien... ¿Por qué me ayudaste si no me conoces? pude haberte matado antes lo sabes ¿verdad?—respondió.

—Ha eso, sabes si nos conocemos.

—Ha si claro lo dudo—respondió sin creer una sola palabra de lo que le dije.

—Claro que sí. En la boutique donde compraste esa ropa que traes puesta—le refresque la memoria.

—Como digas... Entonces me ayudaste por eso. Sabes que pudiste haberte ido y dejarme solo y salvarte a ti misma—. Tú dijiste que no me harías daño.

—Mmju sí, pero no quiere decir que no lo pensé—confeso.

—Mmju—lo imite—Pero decidí ayudarte—confesé dejando en claro que pase lo que pase igual seré amable.

—¿De acuerdo eres rara?—contesto.

—Sí, lo sé. Me lo han dicho muchas veces—confesé.

El comenzó a caminar con un poco de dificultad para marcharse.

—¡Oye! te ayudo con la herida—me ofrecí nuevamente.

—¡QUE NO!—replico.

—Hash—Esta bien no seas gruñón—le dije.

Lo seguí. Salimos del callejón juntos y él se mareo repentinamente— Ahh—se quejó pasó su mano por el costado de su estómago, cerca de las costillas (había perdido mucha sangre).

—Así que te rebanaron el abdomen y andas desangrándote pero no quieres mi ayuda. Queda claro que tú—lo miro fijo a los ojos—Eres el raro aquí. Vamos te ayudaré—le dije.

—No. Ya déjame en paz—se marchó y me dejó allí.

No lo seguí porque ya me quedaba claro que no quería mi ayuda. Por suerte aún no era media noche así que llame a un taxi para que me llevará a casa.

...

El taxi no tardó en llegar. Le di mi dirección y me dejó en la entrada de mi departamento, le pagué y entre.

Cuando me lo encontré nuevamente a él allí tirado como un costal de papas aparentemente inconsciente al frente de mi departamento.

Me acerque a él y rebusque en el para buscar sus llaves y logre abrí su departamento—sonreí—Ya sé quién es mi nuevo vecino.

Lo tome por los brazos y no me quedo de otra que arrastrarlo conmigo hasta su habitación. Ahí lo recosté en la cama, le quite la chaqueta y el suéter ensangrentado que llevaba debajo de la chaqueta dejando al aire libre su herida.

—Wow, este chico tuvo una gran pelea—lo miro un minutos—Bueno será mejor que vaya por mi Kit de emergencia porque dudo que él tenga uno acá.

...

Ya con el Kit en mano busque una bandeja con agua fría y luego limpié la herida. Él se quejaba por lo bajo de vez en cuando, estando aun inconsciente.

Una vez que la herida quedó limpia la examine con cuidado para asegurarme de que no tuviera nada dentro. Después procedí a inyectarle un poco de anestesia para suturar la herida y listo. Solo faltaba la venda. Ese era un pequeño problema ya que estaba inconsciente y no se movía, pero no era imposible. Así que como pude y con toda mi paciencia logré vendarlo.

Pude haberme ido a mi casa al frente pero no lo hice porque tenía preguntas que solo él me podría responder. Eso y que también quería ver su cara cuando notará que lo había curado a pesar de que él se negaba a recibir mi ayuda.

Me recosté en el sofá a esperar a que despertara pero poco a poco me gano el sueño y me quedé dormida.

UNAS HORAS DESPUÉS:

Al cabo de unas horas sería como las 3 a.m. sentí cuando alguien me toca el hombro.

Eso hace que me despierte. Alcé la mirada y vi a un hombre alto musculoso tendría como alrededor de unos cuarenta años o más. Traía un maletín.

—Disculpe ¿Quién es usted señorita?

—Ah...yo... Mucho gusto me llamo Paola y usted... —le pregunte.

— Mucho gusto Paola soy Hiuyin. Padre de Christopher; disculpe pero ¿Qué hace usted aquí?

—Bueno... —todo me llevo al recuerdo de lo sucedido—Lo encontré fuera del departamento herido e inconsciente, así que lo ayude—confesé.

—Deacuerdo, supongo que solo lo ayudo hasta acá ¿verdad? ¿No toco nada...?

—Ya está curado. Necesita reposo por lo menos unas cuatro semanas para que se cure, es una herida algo profunda.

—Lo revisaré—dijo Hiuyin.
—Adelante—accedí.

Hiuyin le quitó la venda y lo examinó—Y usted... —lo miro de arriba hacia abajo—¿Por qué no llama a un médico para que esté pendiente de él y le cuide la herida de alguna infección? —le sugiero un poco confusa.

—Y usted acaso es doctora para que lo hubiese curado así, porque puede tener algo dentro de esa herida—replicó el señor.

—Para su información si... —se escuchó un quejido de parte de Christopher.

Abre los ojos lentamente. Se le notaba el cansancio por encimita.

—¿Dónde estoy?—pregunto confundido.
—En tu casa—aclare.

Los dos voltearon a verme de inmediato.

—Tu—entorna los ojos.

—Hola de nuevo—le dedico una sonrisa...

LA MAFIA A MIS PIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora