Cap 9 Celos

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Me encontraba a una semana de la fiesta en el casino que las chicas me habían mencionado, así que decidí ir a una boutique y darme el lujo de comprar un vestido hermosamente costoso.

Tenía muchas ideas en mente. Hasta que finalmente encontré el indicado y decidí probármelo para ver cómo me quedaba. Y vaya que me quedaba hermosamente ajustado al cuerpo, tal como yo quería. Salí del probador y me dirigí a pagarlo.

Luego salí de la boutique y tomé un taxi de regreso a casa. Durante el camino intenté llamar a las chicas, pero ninguna contestó... Decidí no llamarlas más, tal vez estaban ocupadas o trabajando. En ese momento, recibí una video llamada de Santiago. Mi hermano.

Ya lo extrañaba la verdad. Es que llevábamos semanas sin hablar o saber algo del otro. Contesté la llamada con emoción.

Hola hermanita ¿Cómo estás? Perdóname si no te llamé durante semanas, estaba tan ocupado que cuando llegaba a casa solo quería descansar—dijo Santiago disculpándose.

Tranquilo entiendo. Sabes que no te llamo para no interrumpirte ya que estás ocupado. Yo estoy muy bien, ¿Y tú? ¿Cómo has estado? —respondí con una sonrisa.

Muy bien, no sabes lo preocupado que estaba. Dime, ¿Cómo sigue tu herida? —preguntó Santiago con preocupación.

Esta sanando muy bien. Solo queda una pequeña marcarespondí para tranquilizándolo.

Qué bueno. Y... ¿Dónde te encuentras ahora? —indagó Santiago.

Estoy en un taxi de camino a casa.

Déjame adivinar... Día de compras ¿verdad? —dijo Santiago con una risa.

Así es—respondí divertida.

Me imagino que sí compraste algo nuevo, es porque vas a salir ¿No es así?

No pude evitar sonreírAsí es, voy a una fiesta con las chicas—confirmé.

¿Dónde es la fiesta? —preguntó Santiago un tanto preocupado.

En un casino—respondí, sabiendo que a Santiago no le gustaba que fuera a esos lugares.

Pamela. Sabes que no me gusta que vayas a esos lugares, son peligrosos. No te estoy prohibiendo que no vayas, eres libre de hacer lo que quieras, pero por lo menos ten cuidado, sí—advirtió con sinceridad.

No te preocupes, apenas pasen unos cuantos minutos les diré a las chicas que me siento mal y me iré. Yo tampoco tengo muchas ganas de ir, pero iré para ver qué tal es. Siempre quise ver esos lugares—le expliqué tratando de tranquilizarlo.

Está bien, aceptó que vayas—se resignado.

Oye, espérame un segundo—le pague al taxista.

Una vez pague el taxi, entré al edificio y continué la conversación con Santiago—. Muy bien ¿Qué me ibas a decir? —pregunté curiosa.

Ten cuidado—repitió Santiago preocupado.

Sí, no te preocupes. Tendré mucho cuidado—le aseguré.

Oye, ¿el trabajo cómo va? No se supone que a esta hora deberías estar allí -preguntó Santiago recordando mi horario laboral.

—Bueno... —dudé un momento en si realmente debía contarle que me habían despedido y ya llevaba semanas sin trabajo...

LA MAFIA A MIS PIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora