Cap 3 Juego de la Verdad.

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CHRISTOPHER:

—¿Qué haces aquí?

—La saco se'hijo—dijo Hiuyin quien casi olvida que delante de extraños él es su padre.

—No... Ella y yo tenemos algo pendiente—dijo Christopher todo serio.

...

—Y bien como me encuentro bien o mal.

—Estas bien, tienes que descansar por cuatro semanas gracias a la señorita "Paola"—confesó Hiuyin a su señor.

—¿Paola?—pronuncio Christopher confundido.

—Si. Ella lo ayudo, de no ser por ella estaría en graves condiciones—aclaró Hiuyin.

—Quieres decir que ella me tocó—dijo Christopher.

—¿Ahh...? sí señor.

—¿Señor? ¿Por qué le dices señor si es tu hijo?—repetí confundida pero no tanto pues esto ya me lo esperaba.

—Bue...

—Ahórrate el discurso barato de todos modos sé que no eres su padre, —le dije.

—Tú no sabes nada.

—Ja-ja claro que lo sé, primero no se parecen en nada—confesé.

—Es mi hijo aunque no sea de mi propia sangre—replicó Hiuyin.

—Aunque así fuera, ningún padre llegaría tan tranquilo a revisar a su hijo herido. Y tercero ningún padre llamaría señor a su hijo—le aclaré.

—Eso es por otras cosas que a ti no te...

—¡¡¡YA CÁLLENSE!!! —dijo Christopher un poco estresado y molesto de sus juegos.

Ambos lo miramos fijamente y guardamos silencio de inmediato:

Christopher suelta un largo suspiro—Veamos... Primero que nada ¿Qué haces en mi casa? ¿Cómo llegaste aquí? ¿Por qué me ayudaste...? Y como puedo creer que de verdad no me estás siguiendo, porque de verdad no te creo nada de lo que dices sobre querer ayudarme—interrogó él.

—Ya te dije la verdad. Contestare las demás preguntas pero luego contestarás las mías—propuse.

—Ya sé por dónde va esto... Bien de acuerdo.

—Muy bien ¿Que hago aquí?: Pues te estaba curando la herida eso es muy obvio. ¿Cómo llegué aquí?: Vivo en este mismo edificio y te encontré desmayado así que como la buena persona que soy te ayude —confesé mi verdad. Y ¿Por qué te ayude?: Porque tú me ayudaste a mí y quise devolverte el favor aunque de igual forma lo hubiese hecho sin recibir nada a cambió.

Y bueno pues... No te seguía de eso puedes estar seguro aunque no me creas, como dije anteriormente alguien me seguía o bueno eso pensé por una carta que recibí y el resto ya te lo sabes—confesé.

—Dijiste carta—preguntó el.

Asiento con la cabeza—Si—afirmé.

—¿Puedo verla?

—¿Por qué quieres la carta?—pregunté antes.

—Quiero leerla. Podría ser un error.

—¿Error de qué?, —pregunté nuevamente.

—Hay una posibilidad de que esa carta sea para mí—confesó el.
—Y ¿Por qué para ti?—pregunté confundida...

—Por tu bien si no quieres llevar una vida miserable, deja de preguntar y dame esa carta.

LA MAFIA A MIS PIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora