Cap 56 LA MUERTE ES UN PRECIO A PAGAR.

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Las chicas despertaron después de unas horas.

Pero se encontraron con que estaban en un oscuro lugar donde solo se veía una tenue luz a lo más lejos en una ventana.

Miraron a su alrededor asustadas e intentando escapar pero estas estaban inmóviles.

Sara tenía una venda en la boca al igual que René. Tenían las manos amarradas con una gruesa soga que las colgaban del techo. Sus pies también estaban amarrados.

Una puerta a lo lejos se abre revelando una bocanada de luz que las cegó.

Dos sombras de una mujer y un hombre se reflejaron.

Detrás de ellos aparecieron cinco sombras más de hombres

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Detrás de ellos aparecieron cinco sombras más de hombres.

Estos avanzaron hacia adentro a paso tranquilo. La puerta detrás de ellos se cerró de golpe.

Mientras ellos seguían avanzando las luces en su unísono se encendía con cada paso.

Ante ella apareció Pamela quien las miraba con una sonrisa genuina y picara.

Christopher a su lado la observó atento al siguiente paso que diera.

—Hola chicas...

Deja caer un maletín al suelo y toma asiento en una silla frente a ella.

Sara la miraba con un odio en sus ojos. Esos grandes y brillantes de antes ya no existían.

Por otro lado René, solo tenía una mirada asustadiza.

Ladeo un poco la cabeza—¿Qué paso...? ¿Por qué las caras largas? —les digo con una sonrisa.

Me pongo en pie y me acerco a ellas. Primero con Sara, ella era mi objetivo. Le arranco de una la cinta de la boca.

Luego a René de la misma forma que a su amiga.

—¿Qué te pasa Pamela? —interroga de inmediato Sara.

La miro con un toque de confusión—No comprendo—me doy la vuelta y me siento de nuevo.

—¿Por qué nos secuestras? —comenta de nuevo la rubia.

—No sé de qué te quejas. No son ustedes la que planearon "matarme" desde el comienzo.

—Isaack nos obligó. No queríamos hacerte daño.

Me carcajeo de forma exagerada—Y crees que te creeré con eso. Acaso me creen tan tonta que no sé qué cuando ustedes se iban a otro lugar—toso un poco—"El baño por ejemplo" se iban a charlar cosas sobre mí.

—Eso no es cierto, amiga.

—Sara, no seas hipócrita. Escuche todo desde la última vez que nos reunimos.

—¿De qué hablas?

Tomo el maletín con mi laptop y un USB, lo conecto y reproduzco una grabación.

LA MAFIA A MIS PIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora