Cap 6 Entre el hielo y el fuego:

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—Hola conejita.

—Hola como estás—le dije mientras lo abrazaba.

—Toma esto es para ti—tome un ramo de flores rojas muy bellas y, una caja con forma de corazón con chocolates dentro.

—Están preciosas te agradezco el detalle.

—Solo lo mejor para ti.

—Sabes que no debes de hacer esto cada vez que vengas verdad—le digo.

—Lo sé, lo sé, pero sabes que eres lo único que tengo conmigo en estos momentos y también sabes que eres todo para mí.

—Bueno bueno, no nos vamos a poner sentimentales.

El sonríe—Está bien ya nos vamos.

Guarde las flores y la caja de chocolates, en mi habitación. 

—¿Lista?

Asentí con la cabeza, seguida de una sonrisa.

[...]

—Señor... ¿Usted  escucho lo mismo que yo?—pregunto Hiuyin.

—Si, eso es bueno que se divierta, que esté detrás de otro hombre que no sea yo, ya me tiene harto tener que verla todo el tiempo—respondió Christopher. 

—Se ve que la trata muy bien.

—Bien me voy.

—¿A dónde va señor?

—Tengo cosas que hacer, ahora que estoy bien debo hacer mi trabajo.

—Lo acompaño.
—No.
—¿Está seguro?
—Perfectamente seguro.

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PAMELA:

—Bien, ¿A dónde me llevas?

—Es una sorpresa, ya lo veras.

—Dime a dónde me llevas si—le digo.
—Te daré una pista, pero solo una pequeña.

—Hay muchos árboles—fue lo único que dijo. 
—¿Ajá y que más?
—Una manta en el césped...
—Aja, ¿Y después qué?
—Ya no te daré más pistas.

Me echo a reír—Es un picnic verdad—le digo después de jugarme con él. 

El asintió con la cabeza. —Ya llegamos. 

—Wow... esto... Está divino—le digo encantada. 
—Sabia que te gustaría.

—¿Qué te llevo a hacer todo esto?

—Nada, solo quiero que compartamos tiempo juntos... y... Charlar un poco con mi querida hermana.

—Yo también quiero eso, Santi. 

Una vez que acomodamos todo y nos dedicamos a comer y tener una linda charla, llegó a ese punto en el que no quería que preguntara nada de mi vida.

—¿Y como te a ido?—pregunta Santiago. 
—Ehh... Muy bien—le digo. 

—Se que mientes. 

Solté un largo suspiro, —Las cosas van bien pero, otras veces no, he ahorrado mucho dinero pero aún me falta demasiado—confesé. 

—Sabes que yo te puedo ayudar, solo dime cuánto necesitas y te lo daré.

—¡No!, tú lo lograste solo así que yo también lo lograré, además si mama se entera.

—No lo hará porque no pienso contarle nada. Para eso estamos hermana, para ayudarnos mutuamente. 

—Bueno ya no hablemos de eso, ¿Cómo te ha ido a ti?—le pregunto para cambiar de tema.  

LA MAFIA A MIS PIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora