Cap 39 Heridas Del Alma.

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El auto se estaciono y Christopher salió de él hecho una fiera.

Su gente supo al instante que algo sucedía por la forma en que Christopher los miraba a todos. Sus ojos estaban lleno de ira.

Abrió la puerta trasera del auto y le dijo a Pamela que saliera.

—Que alguien me explique... ¡¿Cómo se les escapo?! —exigió una respuesta.

Toda su gente se miró los unos a los otros, se notaban muy nerviosos.

—No es su culpa, yo fui la que se escapó, y fue muy difícil pero sabes que soy capaz de evitarlos sin problemas—le dije para calmarlo.

—Sé que eres capaz de eso y mucho más, pero no te cuidas tu sola entiéndelo—respondió un poco histérico.

—No me alces la voz—le sugerí.

El cerro sus ojos y tomo aire, —¿Dónde cavaste? ¿Por dónde saliste?

—"Eso no importa, ya estás aquí ¿no?" —le di la espalda decidida a irme de allí.

Solo que él la sujeto con firmeza de los hombros—¡¿Dónde cavaste?! —replico.

Me zafe de su agarre—¡¡¡No me grites!!! —le respondí perdiendo la cordura.

Le di la espalda y comencé a caminar.

—Vuelve aquí.

Lo ignore, no iba a hablar con el estando en ese estado. Porque no iba a permitir que me alzara de nuevo la voz.

—¡Te dije que vuelvas aquí! —ordeno.

Esa fue la gota que rebasó el vaso de mi paciencia. Frene en seco me gire y lo mire furiosa.

Él también me observo fijamente y bajando la guardia respondió—Vuelve...

No le dije nada, solo me gire y continúe caminando.

—¡Pamela!

Mientras seguía caminado le grite—¡A mí no me estarás dando órdenes! —con eso dicho entre a la casa.

Christopher quedo allí frustrado, se llevó la mano a la frente y se sobo un poco por el estrés.

—¡Ustedes que me ven...! vuelvan a trabajar.

Camino un rato por el muro con Hiuyin hasta que encontró el agujero que ella cavo.

Tomo la pala que estaba a su lado y la observo—¿De dónde saco una pala?

—Son las herramientas del jardinero señor, recuerde que viene cada sábado a hacer su trabajo—le recordó Hiuyin.

—.—.—.—.—.—.—.—

Después de que Christopher se ducho busco a Pamela en su habitación, pero allí no estaba.

Reviso el baño para asegurarse de que no le hubiese dado otro de sus ataques extraños.

Fue a la cocina y ahí si estaba, cortando fruta de muy mala gana.

—Te vas a lastimar si sigues así—le dijo él.

Lo ignore y seguí cortando mi cena.

—¿Cómo es que tienes hambre?

—No sé, será porque mi cuerpo no ha ingerido ninguna de las tres comidas.

Christopher avanzo y le dio un abrazo.

—No quiero abrazos.

Él se apartó—Bien, está bien; ¿y por qué no comiste nada?

—Que te importa—conteste de mala gana.

—Estas comenzando a ser molesta Pamela, cálmate, respira y hablemos, recuerda que yo...

—¡Que eres un mafioso con más de millones de dinero y tienes el poder de hacer lo que se te peguen ganas con quien sea, cuando sea, donde sea y como sea. Eso lo sé!

—Pamela...

—. Pamela nada, no me interesa que tengas el poder del mundo en tus manos, no me interesa que seas rico, no me interesa todo lo que me des, no me interesa nada entiéndelo.

—Pamela eso no es lo que iba...

—. Tampoco me interesa que seas un mafioso, para mi eres otra persona más, y si piensas que me vas a asustar por quien eres... Pues estas muy equivocado porque no me asustas.

Me tome mí tiempo para tomar mucho aire: —No me importa lo que tengas, yo solo... "No quiero que te pase nada, es eso tan difícil de entender" solo me preocupas.

"Salí de aquí, solo para buscarte, ¡¡¡A TI!!! No me importo lo peligroso que pudo ser. No me importo que aunque estuve a pocos segundos de desmayarme yo obligue a mi cuerpo a continuar, y así seguí adelante solo para que después me vengas con que "ya estoy aquí" y... Y-y luego gritarme sin razón."

—Estuve en reuniones todo el día, para luego estar contigo y no dejarte sola—confeso.

—Tanto te costaba encender tu celular y enviarme un mensaje.

—La reunión fue con unos directores de otras empresas porque no podían salir del estado hasta donde estábamos mis empleados y yo. Se me descargo el celular no podía hacer nada.

—No te costaba nada usar uno prestado, y también tienes laptop un mail bastaba.

—Pamela, no estuve en mi despacho, estuve todo el jodido día de sala en sala para las reuniones. No podía comunicarme con nadie y eso lo sabes.

—Escucha, sé que te preocupe, tú también me preocupaste mucho. Lo que quería era salir de allí lo antes posible y regresar. Lo siento, si sé que estuve mal ya que tampoco te dije que saldría y no iba a llegar temprano.

El giro la silla en la que estaba sentada para que lo mirara—Lo siento de verdad, y perdóname por alzarte la voz, no quería hacerlo pero es que... —suspiro—No pude evitar pensar que algo te sucediera por salir así de la casa.

Lo mire seria—No lo vuelvas a hacer.

El extendió una leve sonrisa—Lo prometo... Entonces, ¿me perdonas?

—Te perdono, pero solo porque admites que estuviste mal.

El tomo mis mejillas con su mano y se acercó para besarme.

Me aparte hacia atrás—Nada de beso.

—¿Por qué?, ¿no me perdonabas?

—Te perdone, pero aún sigo enojada...

LA MAFIA A MIS PIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora