Lee Félix es un estudiante de psicología que es muy estricto cuando quiere conseguir las mejores notas y por esa simple razón su profesor de Psicometría se vuelve su principal dolor de cabeza.
Hwang Hyunjin un profesor terriblemente odiado y deseado...
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— Descansa un rato, tu fiebre sigue alta — me pidió Hyunjin.
Me negué, yo estoy perfecto, Félix nunca se enferma, no dudé en levantarme de la cama, tengo que comenzar a estudiar para mis exámenes.
—No puedo perder tiempo, tengo que estudiar — dije mientras caminaba a mi cuarto.
Hyunjin no me siguió así que decidí hacer lo mío, prendí la computadora y comencé a leer los documentos para comenzar hacer apuntes.
Me sentía cansado y mi cabeza dolía pero traté de ignorar todo aunque no fuera fácil, me llegó un mensaje de una compañera diciendo que ya había subido las notas de algunas materias así que no dudé en ir a revisar.
Cuando vi mis notas sentí solo una palabra: decepción, las lágrimas comenzaron a salir por si solas de mis ojos y no por tristeza, estoy cansado de esforzarme el triple de los demás y aún así tener notas regulares, estoy agotado de creer que puedo con todo y que soy fuerte cuando lo único que quiero hacer ahora es llorar hasta dormirme, siento que me ahogo y ya estoy cansado de intentar salvarme.
Puede que para muchos las notas no sean importantes pero para mí sí lo son, porque me esfuerzo tanto que duele pensar que realmente no importa qué haga todo me sale mal, estoy harto. No quiero nada solo quiero dejar de sentirme tan inútil, ni para hacer lo que quiero sirvo, en serio soy un fracaso aunque intento aparentar que no lo soy.
Tiré todo al suelo, ya no quiero saber nada, solo quiero dejar de sentirme así ¿Por qué no puedo ser bueno en algo? Las personas van por la vida siendo talentosos y naturalmente inteligentes pero mírame solo soy chico que intenta aparentar que merece un lugar.
— ¿Estás bien? — preguntó Hyunjin en el mural de la puerta.
Me ves llorando ¿Crees que estoy bien? Estoy agotado ya no aguanto más.
— No, teni-ias to-oda la-a ra-azon no sirvo para nada más que para que-ejarme — susurré con dificultad.
Las palabras salen con dificultad y el dolor de cabeza no me deja pensar.
— Sabes que se acabó esto, ya no aguanto más, no sé en qué momento pensé que iba a lograr lo que quería, denunciame por acoso ya no me importa — exclamé impulsivamente mientras sacaba mis maletas y comenzaba a guardar mi ropa.
Ya no quiero saber nada, estoy cansado, ya no puedo no importa cuánto me esfuerce estudiando nada me sale bien.
— ¿No crees que estás siendo muy dramático? — me cuestionó con burla.
Sentía que me estaba ahogando entre mi propias lágrimas ¿Por qué deseo tanto desaparecer?
— Me llamas dramático porque tú nunca has tenido que esforzarte en nada, tu apellido soluciona todo por ti, crees que eres mejor que todos pero déjame decirte que eres más de la misma mierda. Estoy cansado de ti y de todos diciéndome que no sé nada, cuando todos los día me esfuerzo más que nadie, no duermo mucho, no salgo de fiestas y participo lo más que puedo ¿Y para qué? Para nada porque al final de cuenta no puedo con esto — mi enojo está antes que mi decepción.
