5.

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-¿Qué ocurre Maia? – pregunta serio y suspiro suavemente –
- Disculpa por no ser la chica que necesitas o por el hecho de que no puedo quererte como tú a mí – digo suavemente y paso una mano por su mejilla –
- Maia entiendo, te lo juro – dice Darío acomodándose en la grada y sonrío de lado – pero entiende que me molesta que quieras a alguien que jamás te va a notar más allá de alumna o capaz sí, como hija – suspiré suavemente, Darío tiene razón –
- No puedo decirle al corazón que sentir – sentía un nudo en la garganta y me senté firme viendo al campo de fútbol – tienes razón, juro que sí – dije suavemente – pero…
- Pero sientes algo más que gusto – susurró y volteé a verlo sorprendida –
- ¿Qué? – pregunté aturdida y él sólo sonrió –
- Se te nota Maia, no eres como las demás, pero sobre todo tus ojos se iluminan cuando la ves, así no hablen que es algo que se ha notado mucho – dijo y entrelazo nuestras manos – quiero seguir siento tu amigo y de los chicos, sólo eso pido – me reí y me lancé a abrazarlo –
- Idiota eres nuestro hermano ahora – digo emocionada y Darío se ríe –

Un rato después volvimos al cafetín donde estuvimos hablando un rato hasta que sonó el timbre, luego cada quien se fue a su salón, como siempre Horacio, Layla y yo a nuestro salón. Al entrar esperamos al profesor de inglés pero en ves de eso entró Cecilia llevándose la mirada de todos como siempre.

-No entiendo que le ven – se queja Layla y sonrío –
- Quien sabe – susurro y oímos a Cecilia –
- Hoy su profesor no puede venir pero les dejó una guía – dijo sonriente – sin embargo, el director no permitió que salieran ya, así que me quedo con ustedes después de entregarles la guía – finalizó y todos se emocionaron –

Mi celular comenzó a sonar, al sacarlo vi el nombre de mi abuela en la pantalla, así que le pedí permiso a la profesora para salir a contestar y sonriendo me dio permiso.

Llamada
-Abuelita – digo feliz de oírla –
- Hija sé que no es mi día en casa de los Losano pero me llamaron para ir ¿Quieres venir conmigo? – pregunta y suspiro suavemente –
- Vale, ven en un rato que ya saldré pronto – respondo y la oí celebrar para despedirnos y colgar –
Finalizada Llamada

Veo el celular ya apagado y resoplo para volver al salón, agradezco a la profesora quien simplemente asiente y vuelvo a mi puesto con Layla. Efectivamente la profesora nos dio una guía, luego se fue al escritorio y se sentó detrás de el. Mientras tanto yo sólo podía ver lo perfecta que es ella, hasta que las palabras de Darío pasaron por mi mente “tus ojos se iluminan cuando la ves” ¿Estoy tan enamorada de Cecilia Abbey? Nunca antes me había sentido así y ahora no sé como hacer.

-Déjala de ver – susurra Layla y miro hacía la ventana –
- Normal – susurro seca y mi castaña suspira para entrelazar nuestros dedos –
- Estás tan enamorada – susurra y me tenso pero ninguna dice nada más, Layla sólo apoya su cabeza en mi hombro –


Una hora más tarde ya estábamos saliendo del salón, algunos se despedían de Cecilia, otros se fueron corriendo y luego estaba yo que ni quería voltear a verla, rezando que no se de cuenta que estoy enamorada de ella.

-Maia – gritan y me detengo –
- Antonio – le digo sonriendo a mi amigo que llega agitado a la salida –
- Quiero preguntarte algo – dice suavemente y asiento – ¿Te gustaría salir conmigo? – pregunta tímido y resoplo –
- ¿Cuándo? – pregunto inocentemente –
- Ahora – responde suavemente y sonrío de lado –
- Mi abuela viene por mí, pero ¿te parece bien el viernes? – pregunto y sonríe asintiendo –
- Va, entonces dentro de dos días – sonríe maravillado y me deja un beso en la mejilla para salir corriendo –

Me rio y niego para bajar las escaleras, camino hasta la salida y veo el coche de mi abuela, corro para llegar al coche y abrir la puerta del copiloto, me subo y cierro la puerta para luego abrazarla fuerte, sonrio mintras escucho su risa, luego nos separamos dejo mi morral en los asientos de atrás, me pongo el cinturón de seguridad para luego ver a mi abuela quien prende nuevamente el coche para manejar hasta la casa de mi profesora.

-¿Y eso que vas hoy? – pregunto curiosa –
- Tuvieron una fiesta ayer y me pidieron el favor pagándome el doble, como los quiero mucho acepté sin el pago doble – me quedo boquiabierta –
- ¿Sólo el pago normal? – pregunté y asintió riendo mientras yo negué –

Aún así no dije más, sólo me dediqué a prender la radio para cantar a todo pulmón Te mando flores de Fonseca haciendo reír a mi abuela, hasta que se acabó la canción. Un rato después llegamos y mi abuela se estaciona, nos bajamos del coche y subimos las escaleras de la entrada para luego llegar a la puerta y tocar el timbre.

-Amelia que bueno verte – dice el señor Luciano al abrir la puerta – pero si volvió la hija pródigo – dice Luciano mirándome y me rio – menos mal, ya Cecilia estaba de mal humor de no verte aquí – trago saliva y asiento lentamente – entren – pide y asiento –

Mi abuela y yo hacemos caso pero las palabras de Luciano no salen de mi mente, unos minutos después llegó Mauricio quién se lanzó a mis brazos como niño abandonado haciéndome reír, hasta que se calmó y nos dejó porque iría a practicas de fútbol, así que mi abuela y yo comenzamos a limpiar la casa de los Losano, cada una en un área.



                                           ********

Sin darme cuenta las horas iban pasando, mi abuela me dejó en la cocina, según ella porque yo no vine a limpiar pero como soy testaruda como mamá me permitió quedarme limpiando aquí luego de limpiar parte de la sala, así fui paso a paso mientras mi abuela no me avisa que nos vamos, escucho la puerta principal pero sigo en lo mío.

-Si volviste – dijeron a mis espaldas y me sobresalto – perdón – dice apenada sonriendo y niego mientras me volteo –
- Tranquila señora Cecilia – digo más tranquila y asiente para sonreír y acercarse hasta la barra de la cocina –
- Que bueno tenerte aquí – dice suavemente y asiento apenada –
- Gracias – digo sonrojada y ahora ella asiente para rodear la cocina y buscar un vaso de agua –

Hablamos un par de cosas y volvió a agradecerme por volver para luego salir de la cocina tan elegante y con tanto ímpetu, suspiro pesadamente y prosigo con lo mío. Unas horas más tardes terminé y me acerco a donde estaba mi abuela quien también recién terminó y la ayudé con un par de cosas.

El timbre sonó y ya el señor Luciano también había llegado, pero fue Cecilia quien se acercó a abrir, me daba curiosidad tanto silencio pero también terror, unos segundos después entro una mujer rubia, ojos azules algo muy parecida a Cecilia.

-Suegra que bueno verla aquí – saluda Luciano y sí, es la madre de Cecilia –
- Hijo, ya sabes si ustedes no van, yo vengo – dice riendo y el castaño niega entre risas –
- Fuimos la semana pasada mamá – dice Cecilia llegando a la sala y mi abuela me mira para hacerme la seña de irnos –
- Bueno sí, es verdad – dice alejándose de Luciano cuando su mirada recae en nosotras – Amelia que bueno verte – dice la señora y mi abuela sonríe apenada, no entendí –
- Señora Marta que bueno verla – dice mi abuela y la rubia asiente sonriente para luego verme a mí –
- ¿Y esta niña tan bella quién es? – pregunta y miré a Cecilia quien se tensa –
- Es Maia suegra, la nieta de Amelia – dice Luciano pero la señora Marta mira a Cecilia unos segundos y luego vuelve su mirada a mí –
- Mucho gusto, Marta Basterrica de Abbey – me ofrece la mano y la estrechamos –
- Un gusto, Maia Montero – digo titubeante –
- Así que tu eres Maia, la famosa Maia – dice sonriendo y trago saliva, nos alejamos y se acerca a Luciano para hablar con él –

Mi abuela se comienza a despedir y yo detrás de ella como niña pequeña, de última y por encontrarse en la entrada nos despedimos de Cecilia, mi abuela la abraza y luego se aleja para bajar las escaleras de la casa, así que me quedé sola con Cecilia quien me sonríe apenada y me acerco para abrazarla unos segundos eternos, nos alejamos y aunque quedamos a centímetros, Cecilia sólo pasó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja haciendo que todo mi mundo se tambalee con ese pequeño acto, nos alejamos finalmente y bajo las escaleras para acercarme al coche de mi abuela y subirme.

Cuando veo al frente esta ella apoyada del muro de las escaleras viéndonos y sonrío hasta que mi abuela prende el coche y salimos de aquella casa tan grande y hermosa pero mi mente no la suelta, no puedo dejar de ver aquellos ojos verdes brillantes y esa sonrisa encantadora. En el camino mi abuela me saca conversación y así hasta que llegamos a mi casa, otra vez se niega a bajar así que no insistí mucho y me despedí para agarrar mi morral y bajarme del coche, camino hasta mi casa, saco las llaves y abro la puerta para encontrarme a papá hablando con Eithan y ambos me saludan muy efusivos, escucho la voz de mamá y corro hacía ella para saludarla.

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora