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Maia Montero

- ¿Familia de Cecilia Abbey? – preguntan y me levanto para ver a los doctores, mamá corre a abrazarme y la abrazo con fuerza –
- Somos sus padres – responde César rápidamente y el doctor los mira con tristeza, siento un nudo en la garganta y ganas de llorar – ¿Cómo está nuestra hija? – pregunta César con la voz temblorosa –
- La verdad no está muy bien, el mayor golpe se lo llevó ella, se salvó por tener el cinturón de seguridad puesto pero la verdad es que la paciente no creo que sobreviva – siento mi mundo caerse en ese momento, comienzo a llorar y mamá me sostiene – la tuvimos que inducir en coma para ver si logra evolucionar de manera positiva y sobre todo que baje la inflamación que tiene en el cerebro – no puedo mantenerme de pie y mamá me sienta, Layla se acerca a abrazarme –
- ¿Cuánto tiempo estará así? – pregunta Miguel con la voz rota –
- No podemos dar fecha, puede ser un mes, tres meses, un año o incluso años, depende de ella – afirma el doctor y tapo mi cara mientras lloro, oigo el resto llorar e incluso hablar pero la verdad yo sólo quiero que esto sea una pesadilla –
-Con permiso, les estaremos informando – avisa el doctor y volteo a verlo –
- Gracias – Dice Miguel y bajo la mirada intentando buscar alguna respuesta –

Mamá se acerca y me avisa que papá ya viene en camino, asiento y me apoyo del hombro de Layla, mamá me deja un beso en la sien. Dos horas después llega Teresa y me levanto al verla, Lía se acerca a ella y se abrazan, luego de ello pide explicaciones y Juliana le responde, sin embargo, tiene razón Cecilia es su amiga tiene derecho de saber la verdad, luego Lía pelea con sus padres y llega la esposa de Miguel junto a los mellizos, Lía los saluda y sale del hospital, Ximena va detrás de ella y sonrío de lado, me alegro que Lía tenga a alguien que la cuide en estos momentos, en eso llega Luciano y me tenso, pero vino en modo de paz.

Al rato fue llegando más gente, entre ellos Darío, Alaia y Antonio, le hago una seña a Antonio y se acerca cauteloso hasta Amanda, lo abraza con fuerza y comienza a llorar, siento que mi corazón no puede con todo esto, Cecilia recupérate por favor, pido a mis dentro mientras me abraza Alaia.

Luego regresa Lía con Ximena y Miguel avisa que ya le aviso a los chicos, que a Emiliana le dio una crisis y mi hermano dijo que se vendrían en el primer vuelo que pudieran tomar, mientras que Mauricio rompió en llanto y Lucía avisaría cuando vuelven, ver a Miguel llorando es una de las peores escenas porque esto no lo merece pasar nadie, Lía se acerca a mí y me abraza vuelvo a llorar, me calmo unos minutos después y me apoyo de su pecho mientras pierdo la mirada, me quedo pensando.

-Yo le iba a decir hoy que la perdono – susurro y siento su mirada – que sé que era mi admiradora secreta y que todavía la amo – sonrío nostálgica y me abraza más fuerte –
- Se lo dirás – susurra y lloro de nuevo –
- Tengo miedo Lía – digo y la voz se me quiebra –

Nos quedamos un rato así abrazadas en silencio pero ese silencio comienza a aturdirme, así que me alejo y me levanto para salir de allí, camino lentamente los pasillos y subo las escaleras para ir hasta la cafetería, me acerco a caja y miro los tipos de cafés que hay, suspiro suavemente.

-Un latte, por favor – pido y el chico asiente –
- Su latte, son 2 dólares – dice y le pago –
- Gracias, quédate con el cambio – susurro y agradece –

Me doy la vuelta y busco una mesa, camino hasta ella y me siento, tengo la vista fija en el café, recordando cada momento que ella me pidió uno mientras teníamos la mejor historia jamás contada, sonrío triste y en silencio volvía a llorar hasta que siento una mano en mi hombro y reacciono para secarme las lágrimas, volteo a ver y sonrío para ofrecerle que se siente frente a mí.

-Hey – digo y sonríe de lado –
- Hola – susurra y voltea la mirada – ¿Crees que se salve? – pregunta Teresa de perfil y su voz se rompe –
- Debe hacerlo para casarnos – respondo y nos reímos –
- Por fin te diste cuenta – se gira a verme y asiento –
- Que no sea tarde – susurro con la voz rota y la pelinegra niega –
- Mi amiga es fuerte y sabe que tiene mucho por vivir – comenta Teresa y agarra mis manos – y yo quiero ser la madrina de esa boda – susurra y me rio aceptando –
- Va, va – seco mis lágrimas y volvemos al silencio –

Un rato después volvemos a la sala de espera y no hay nada nuevo, me siento al lado de papá y pasa su brazo por mis hombros, me apoyo de su pecho y mamá regresa para abrazarme, volteo a verla y trago saliva pero necesito intentarlo, respiro profundo y tomo fuerzas.

-¿Puedo verla? – pregunto en un susurro y mamá voltea a verme –
- No creo que sea bueno – susurra y la miro con tristeza – Maia – dice y bajo la mirada –
- Familia Abbey – llama el doctor y todos volteamos a verlo –
- Díganos doctor – dice Miguel y me levanto –
- Pueden ver a la paciente pero puede entrar una persona a la vez – aclara y todos voltean a verme –
- Voy yo primero – dice Marta y suspiro para sentarme –

La familia Abbey fue pasando cada treinta minutos, primero Marta luego César, pasó Miguel de tercero y finalmente Lía, quien viene más desastrosa y siento miedo porque todos salieron quebrados incluso Lía que quiere ser fuerte, me hace una seña y asiento para seguir a la enfermera, me voy al cuarto para ponerme el kit médico y luego la sigo, mientras más me acerco siento mi corazón en la garganta, resoplo y finalmente llegamos, le agradezco y cuando entro se me rompe el corazón, esta Cecilia entubada mientras tiene unas cuentas vendas, el pómulo morado y algunos moretones en los brazos.

Me acerco lentamente y trago saliva, las lágrimas corren por mis mejillas y me siento a su lado, agarro su mano mientras las mías tiemblan y lloro con más fuerza mientras me aferro a su mano, rogándole a la vida que me dé la oportunidad de tenerla a mi lado, alzo la mirada y me levanto para acercarme más a ella, acaricio su mejilla y con un dedo delineo lentamente su rostro.

-Despierta Ceci, yo te perdono lo juro – susurro con la voz quebrada – quiero decirte que te amo y que quiero estar contigo por mucho tiempo – digo mientras agarro su mano izquierda – pero despierta, por favor – finalizo mientras lloro – te amo – titubeo mientras lloro más –

Veinte minutos después salgo y corro a los brazos de mamá, no puedo ver a Cecilia así, lloro y me guía hasta sentarnos, me calmo unos minutos después y me apoyo del pecho de mamá mientras veo a Antonio jugando con los dedos de Amanda y sonrío, ojalá sean muy felices.




                                   **********

Horas han pasado y no sabemos más nada, ni siquiera mamá. El doctor aparece y aconseja que lo mejor es que vayamos a casa, ya que por hoy no hay más que hacer, suspiro y me alejo de mamá, papá me pide que hagamos caso y veo como algunos se van yendo después de despedirse y la verdad yo no sé si quiero irme. Eduardo y su esposa se despiden, luego Juliana y Teresa quién lleva a Brenda en brazo, me despido de Tom también quién va agarrado de mano de Teresa y sonrío de lado. Los Abbey deciden irse a descansar y le tomo la palabra a papá de irme.

Salimos del hospital y camino hasta mi coche, papá avisa ir detrás de mí y me rio aceptando, me subo al coche y dejo la cartera, me pongo el cinturón de seguridad y prendo el coche, salgo del estacionamiento y manejo hasta casa, efectivamente con papá detrás de mí. Un rato después llegamos y nos estacionamos, apago el coche y me quito el cinturón de seguridad, agarro la cartera y me bajo para acercarme a papá, quien pasa su brazo por mis hombros y caminamos con mamá hasta casa, mamá abre la puerta y entramos para luego cerrar y ponerle seguro, me despido de ambos y subo a mi habitación, me encierro y dejo la cartera en el escritorio, me quito los zapatos y luego todo lo que llevo puesto, camino hasta el baño donde abro la tina y me acerco al lavabo, me veo al espejo y comienzo a llorar porque sí, tengo miedo, mucho miedo de perder al amor de mi vida.

Me calmo y entro a la tina para intentar relajarme. Diez minutos después salgo con la toalla enredada al cuerpo y camino hasta el clóset, busco algo de ropa íntima y me visto, agarro una pijama y me la pongo, me acerco al interruptor y apago la luz para caminar hasta la cama, me acuesto y mirando el techo me quedo pensando en lo que ha sido la historia de Cecilia y mía durante tantos años, me giro para minutos después entre el cansancio quedarme dormida.





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Tres días han pasado y nada ha cambiado, Emiliana y Eithan llegaron ayer y no se han ido del hospital más por Emiliana, porque le dijimos que se fueran a descansar pero la rubia no quiere dejar a su mamá sola y es razonable, en cuanto a Mauricio llega mañana a primera hora, resoplo y me echo para atrás mientras que esperamos algún milagro en cuanto a la salud de Cecilia, en estos tres días ha venido mucha gente por Cecilia, los tíos Diana y Marcus llegaron al día siguiente y me han tratado muy bonito, según Marcus porque saben cuanto me ama Cecilia y ese día lloré más porque yo quise engañarme por miedo.

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora