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Maia Montero

-¿Qué le hiciste? – grito mientras tengo a Cecilia en mis brazos – busca ayuda Eduardo – el rubio asiente y sale corriendo –
- No hice más que ayudarte – dice el muy descarado y lo fulmino con la mirada – obligar a las personas es la mejor manera de hacer todo bien – finaliza y lo miro asombrada – larga vida – se burla y se va del consultorio –

Vuelvo la mirada a Cecilia quien está desmayada en mis brazos y le pido que despierte. Minutos después llega Eduardo con dos camilleros y una camilla, los chicos cuentan hasta tres y suben a Cecilia, salen del consultorio y los seguimos hasta emergencia, Eduardo me dice que llamará a los Abbey y asiento para sentarme en la sala de espera.

                                
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-Familia de Cecilia Abbey – llama un doctor y me levanto –
- ¿Está bien? – pregunto y el medico ve el cuaderno clínico –
- Tuvo un shock y el desmayo fue el resultado de esté, pero ya está despierta – responde y sonrío agradecida –
- ¿Puedo verla? – pregunto y asiente –

Me guía hasta donde se encuentra y la veo mirando el techo, le agradezco al médico y camino cautelosa hasta estar a su lado, la admiro lentamente y la veo suspirar para voltear a verme, sonrío de lado y se sienta para apoyarse de la cabecera, la ayudo y me agradece, voltea a verme y sus ojos se ven tan confundidos.

-Luciano me contó que estuve contigo – susurra y volteo la mirada – es verdad – susurra y bajo la mirada –
- Debes cuidarte – digo y siento su mano agarrar la mía –
- Recuerdo todo – susurra y alzo la mirada para verla –

Mi corazón se acelera y ella sonríe, en ese momento entra Eduardo junto a Marta y me alejo de Cecilia, me disculpo y salgo de emergencia, camino hasta la salida por el lado de emergencia y me tropiezo con César, nos saludamos y hablamos un rato, le explico lo que ocurrido y se molesta mucho, pero también le dije que Cecilia ya recuerda todo o al menos eso me dijo.

-Ves, ahora dale detalles – dice y me rio asintiendo –
- Tienes razón – digo y me abraza –
- Busquen la felicidad – susurra y asiento para alejarme –
- Lo haré – susurro y asiente tranquilo –

Al rato volvemos a donde esta Cecilia y César la abraza con mucho amor, decidieron no contarle a nadie por ser sólo un desmayo y tienen razón. El médico volvió y a eso de las 8 de la noche le da de alta, le agradecemos al médico cuando Eduardo aparece con las cosas de Cecilia y también las mías, les agradecemos y Marta junto a César ayudan a Cecilia mientras salimos del hospital.

-¿Puedo llevarte? – pregunto ya estando afuera y Cecilia voltea a verme –
- Sí, no tengo problema – responde y sonrío –
- Las escoltamos – aclara César y me rio para llevar a Cecilia hasta mi coche –

Al llegar le abro la puerta y se sube, me agradece y sonrío para cerrar. Rodeo el coche y me subo, dejo mi cartera atrás y me pongo el cinturón de seguridad, prendo el coche y salgo detrás de César, algunos momentos miro de reojo a Cecilia y todavía no puedo creer que ya recuerda, sonrío y siento su mano entrelazar la mía.

-¿Por qué no me dijiste? – pregunta y niego –
- No te iba a hacer sentir mal – susurro y volteo a verla un segundo, asiente y vuelvo la vista al camino –
- Ahora me siento mal de no recordarte, pero – susurra y se queda en silencio un momento – sentía algo muy fuerte por ti aunque no te recordará, es como si a pesar de estar sin memoria, yo seguía amándote y creo que nací para amarte definitivamente – dice y nos reímos –
- Nacimos para amarnos – susurro y aprieto su mano mientras sigo manejando –

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora