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-¿Entonces volviste a casa? – pregunta Layla por tercera vez y ya todos chillan del fastidio –
- Sí Layla, ya entendimos que no puedes creerlo – dice Antonio cruzado de brazos y le pego en el hombro –
- Déjala en paz – le digo señalándolo y vira los ojos –
- Yo me alegro por ti – dice Alaia y me abraza fuerte, sonrío –
- Ese no es el mayor problema – dice Horacio al lado de Darío y asiento sabiendo sobre de que habla –
- ¿Qué ocurre? – pregunta el grandote de Darío, suspiro suavemente –
- Mis padres conocieron a Lía y la adoran ahora – susurro y todos se quedan boquiabiertos menos Horacio que ya sabía –

Hace cuatro días que había regresado a casa y todo ha ido bien, en algunas cosas claro. Pero el hecho que todo sea Lía me causa conflictos mentales, porque sí, me alegra y me gusta pero también me da terror, papá y mamá se están haciendo una idea errada de lo que es la relación de Lía y yo, bueno todos están haciéndose una idea errada sobre nuestra relación, resoplo pesadamente.

-¿Cómo que la adoran? – pregunta Antonio preocupado –
- Sí, todo es “Llama a Lía” – hago comillas con los dedos y una voz chillona –
- ¡Oh por Dios! – susurra Layla echándose para atrás en la silla –
- Yo le dije que hablará con sus padres – dice Horacio y asiento confirmando –
- Sí y lo hice pero nada – digo tomando otro chupito de  tequila –
- Esto está muy mal hermana – dice Alaia y asiento, mi celular comienza a sonar y lo saco para ver en la pantalla el nombre de Lía Abbey, pienso seriamente en no contestar –
- Hazlo, atiéndele – me susurra Layla y volteo a verla, asiento no muy segura y me disculpo para salir del bar –

Llamada
-Hola – saludo buscando tranquilidad en medio del frío de septiembre –
- Hola ¿Ocupada? – pregunta y volteo hacía la entrada del bar para ver a Layla apoyada de ésta –
- Sí, un poco – respondo sonriéndole de lado a Layla y ella asiente –
- Quería invitarte a cenar – dice Lía y bajo la mirada al suelo –
- ¿Qué te parece mañana después del trabajo? – pregunto suavemente y Lía chilla, sonrío y cierro los ojos –
- Vale, mañana paso por ti – responde y asiento para abrir los ojos –
- Entonces hasta mañana – me despido y se despide para colgar –
Finalizada llamada

-No me acostumbro a verte así por otra persona que no sea – Layla se queda en silencio y alzo la mirada seria, la castaña se acerca cautelosa –
- Nadie me ha hecho sentir como Cecilia, pero Lía es como si hablará contigo – respondo y ella asiente lentamente para luego sonreír –
- Sí, se le nota – dice y la abrazo –
- Jamás podré ver a otra persona como a Cecilia Abbey, quiero que eso les quede claro a todos – aclaro y Layla se aleja para agarrar mis mejillas, siento la vista nublada –
- Eso lo tengo seguro, yo doy fe – responde y nos reímos, unas lágrimas intentan escapar pero Layla las borra – quiero que hablemos de otra cosa – dice y le hago señas para sentarnos en la acera –
- Dime – digo preocupada y la castaña se queda pensativa mirando fijamente la calle –

Entrelazo nuestras manos y cada una se queda ida en sus pensamientos, aunque más Layla que batalla con sus demonios, mientras yo pienso ¿Qué hombre no querría estar con esta bella mujer, como lo es Layla Losada? Sonrío anchamente y espero cautelosa a que mi amiga finalmente bote lo que tanto la atormenta.

-Estoy enamorada de Horacio – dice rápidamente y me quedo paralizada –
- ¿Estás – carraspeo y Layla voltea a verme, borro una lágrima apunto de correr – segura? – finalizo la pregunta y sonríe –
- Sí, me costó mucho aceptar esto pero ahora entiendo todos estos años ¿sabes? – responde y le hago señas para que prosiga – Sabía que no era normal que mi piel se erizara con su voz, que mi corazón latiera tan rápido con su tacto, quería engañarme con que es sólo un amigo pero la verdad es que siempre lo quise más allá que eso, es sólo que me daba miedo aceptarlo, luego apareció Mauricio y quería aferrarme a él, pero cuando Horacio se fue – se quedó en silencio y limpio su mejilla izquierda – sentí tanto miedo y luego me dijiste la verdad, allí todo se fue a la mierda, ahora esta de regreso y – se tensa y se queda en silencio –
- Sabes que lo amas – finalizo suavemente y asiente –
- Siempre supe que era para mí, pero no quería admitirlo – dijo y se volteo para abrazarme –
- ¿Qué harás? – pregunto y suspira alejándose –
- Quiero invitarlo a salir – dice sonrojada y me causa tanta ternura que me burlo, explotamos en risas –
- Jamás te vi así con nadie – ella asiente y alza los hombros – te ayudaré a que esta noche lo invites a salir – digo y Layla frunce el ceño confundida – tú confía en mí – pido y la castaña me mira desconfiada, sonrío encantada –

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora