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Después de la pizzería y que no logré pagar nada, invito a Cecilia a ir por unos tragos avisando que pago yo, al principio negaba pero terminó aceptando. Nos despedimos del chico que nos atendió, muy educado en la atención, excelente. Salimos de la pizzería y cuando íbamos caminando a algún bar, mi celular comienza a sonar, miro a Cecilia y saco de la chamarra el celular para ver que es mamá, Cecilia me da un casto beso para darme espacio, asiento y le agradezco.

Llamada
-¡Mamá! – chilló feliz y la oigo reír –
- Eso es que la están pasando bien ¿O me equivoco? – pregunta y sonrío para sentarme en la acera –
- Sí, ahorita vamos por unos tragos – respondo y volteo para ver a Cecilia, quien anda detallando el lugar y vuelvo la mirada a la calla –
- Me alegra hija, me traen algo – dice y asiento riendo –
- Va, saludos por allá ¿Cómo están? – pregunto y hay un incómodo silencio, frunzo el ceño – ¿Ocurre algo? – pregunto nuevamente y mamá carraspea –
- No, para nada hija, todo esta muy bien, tú papá fue a ver a Maruja – dice y asiento no muy segura –
- Salúdamelos a ambos y dile a Maruja que la amo – digo y mamá vuelve a quedarse en silencio –
- Esta bien hija – dice y nos despedimos para colgar –
Finalizada llamada

Me quedo en silencio viendo el celular yacía apagado, mi corazón se altero y mis manos tiemblan, siento un nudo en el estómago, como que algo no esta bien. Siento una mano en mi hombro y me levanto de golpe, sobresaltada y me giro para ver a Cecilia preocupada por mi silencio.

-¿Todo bien? – pregunta la rubia y vuelvo la mirada al celular, finalmente asiento y guardo el celular –
- Sí, todo bien – alzo la cara y sonreímos – ¿Seguimos? – pregunto y Cecilia me ofrece su mano, que no dudo en tomar –
- Vamos – susurra y seguimos el camino al bar, mientras hablamos y con las manos entrelazadas, como si realmente fuéramos esas parejas de cuentos que todos aman –

Llegamos a un bar y entramos, la puerta con la típica campana avisando que llegaron clientes, alzo la cara y me rio, luego veo a Cecilia quien intenta pasar a la gente, porque aparte por la hora y el día, el bar esta repleto de gente, 9 de la noche en New York no es fácil, y yo creyendo que la gente sale después de la 1 de la madrugada, finalmente llegamos a la barra y Cecilia se quita el abrigo para mirar a todos lados, sonrío maravillada con el lugar mientras se acerca uno de los tres chicos que están detrás de la barra.

-¿Qué desean las hermosas mujeres? – pregunta galán un castaño de al menos la altura de Mauricio –
- Yo quiero una copa de vino ¿y tú? – dice, para luego preguntarme Cecilia volteando a verme –
- Un daiquiri, por favor – digo mirando al chico –
- Lo que pidan las bellas damas – responde para alejarse pero antes nos guiña un ojo –

Me rio hasta que Cecilia me dice en el oído que le guste al chico y niego seria, Cecilia se ríe y me deja un beso en la sien para mirar el bar y buscar una mesa, pero hay tanta gente que la verdad decidimos quedarnos en la barra. El chico nos da nuestros tragos y agradecemos.

-Brindemos por nuestro amor – dice Cecilia alzando la copa y sonrío feliz –
- Porque no acabe – susurro y ella asiente en silencio mientras sonríe –
- Porque luchemos juntas – dice finalmente y asiento lentamente –
- ¡Salud! – decimos al unísono y chocamos nuestras copas –

Tomamos de nuestra bebida y allí comenzaba nuestra noche. Música romántica, electrónica, movidas, de todo cantamos, reímos y bailamos, sintiéndonos tan libres en un lugar desconocido, sintiéndonos una sola alma. A eso de las 2 de la madrugada decidimos pagar o bueno como le dije y advertí, que pagaría yo, después de ello salimos de bar y caminamos hablando y cantando hasta el hotel, agradezco que no quedaba tan lejos de la quinta avenida.



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