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Luciano Losano

Después de hablar con Cecilia salgo del edificio y llamo a mi mejor amigo, quien me dice preocupado que nos vemos en el bar de siempre, me subo a mi camioneta y veo ese edificio que comienzo a odiar. Cuando el inspector me dio ese sobre jamás me imaginé que sería Maia la que se metiera en mi matrimonio, sé que capaz no he sido el mejor marido, pero no me merecía algo así. Un rato después llego al bar donde me estaciono y me bajo de la camioneta, arreglo mi saco y entro al bar, la típica puerta con campana avisando que llego un nuevo cliente y miro a todos lados para encontrarme a Gilberto en la barra.

-Hola - saludo al acercarme y Gilberto se voltea a verme -
- Hermano, te escuche muy mal ¿Qué ocurre? - pregunta y le hago señas a la chica detrás de la barra para que se acerque -
- Un coñac, por favor - pido y asiente para irse - Gracias - digo a lo que me entrega la copa -

Tomo un trago y cierro los ojos para sentir la frescura del líquido correr por mi garganta, respiro profundo y vuelvo a tomar otro trago, dejo la copa en la barra y miro a Gilberto, una lágrima corre por mi mejilla, Gilberto se alarma y se tensa.

-Cecilia me engaña - digo suavemente y vuelvo a tomar de mi copa - y se enamoró de ella - finalizo y sonrío irónico -
- ¿Ella? - pregunta Gilberto asombrado y asiento -
- Maia Montero, la hermana de mi yerno - respondo con rencor entre dientes y mi amigo se queda en silencio -
- No sabía eso de Cecilia - susurra Gilberto y rio negando -
- Yo tampoco - digo y termino mi coñac - otro, por favor - le hago señas a la copa y la chica asiente -

Le cuento todo a mi hermano, desde mis sospechas hace un mes o más, que la mande a investigar y cuando el investigador me dio aquel sobre, lloro como nunca mientras paso a sólo Whisky puro sin hielo, y ya no siento ni la amargura del mismo, Gilberto intenta decirme alguna palabra de aliento pero nada ayuda, hasta que le cuento lo de esta noche.

-¿Qué hiciste qué? - pregunta y volteo a verlo aturdido -
- Soy amigo del decano, todo puedo lograrlo - respondo con orgullo pero Gilberto niega mientras termina su copa de whisky -
- Luciano, eso no te la va a devolver, capaz en cuerpo sí, pero ella seguirá amando a esa niña - dice mi mejor amigo y siento más odio -
- No me interesa, pero con esa idiota no se queda - digo con rencor para terminar mi copa -

Seguimos hablando, sigo llorando y mi mejor amigo me sigue aconsejando, pero nada logrará con eso. A eso de las 2 de la madrugada Gilberto me lleva a casa y cuando entramos bajan Mauricio, Emiliana y Cecilia asustados, chillo por ver a mis hijos y lloro por ver a mi esposa, comienzo a suplicarle amor pero Mauricio me ayuda junto a Gilberto para subir a la habitación.

-Cecilia te amo - susurro mientras me doy vueltas en la cama para finalmente quedarme dormido -




                                  *******

-¡Buenos días! - digo entrando a la cocina y Cecilia se va, me giro para seguirla con la mirada -
- ¡Papá! - exclama Mauricio y sonrío para girarme, se acerca para abrazarme - volverán como siempre, todo va a estar bien - dice mi hijo y asiento sin ánimos -
-¿Cómo está todo con Layla? - pregunto y Mau baja la mirada triste -
- No puedo seguir con ella, si me mintió con algo así ¿Qué más me puede esconder? - pregunta alzando la cara y su voz rota me dolió, lo abrazo fuerte -

Saludo a Emiliana quien me devuelve el saludo y unos minutos después se va también, me siento a desayunar con mi hijo, quien emocionado me cuenta su plan para que mamá regrese conmigo y me encanta, es un puto genio, lo amo. Un rato después me despido de mi hijo y me como un chicle, salgo de casa y bajo las escaleras para caminar hasta la camioneta, donde me subo y me pongo el cinturón de seguridad, enciendo la camioneta y salgo de casa para manejar hasta la empresa.

Al llegar cuarenta minutos después a la empresa, me bajo y saludo a los empleados, entro al edifico y saludo en recepción. Unos minutos después estoy caminando el pasillo del último piso, llego a mi oficina y le hago señas a mi secretaria quien me sigue hasta entrar a la oficina.

-¿Qué hay para hoy? - pregunto dejando el saco detrás del sillón giratorio -
- Dos reuniones, una cena de negocios y tres firmas - responde la secretaria y le hago señas cuando me siento para que amplíe la información -




Las horas fueron pasando entre reuniones, firmas, más reuniones pero aún así no sale de mi mente Cecilia, me odia y el ofendido debería ser yo, me engañó de la peor manera, dejo de leer unos contratos y me levanto para ir por un trago en el mini bar de mi oficina, suena el codificador y me acerco después de servirme la copa de whisky.

-Dime Andrea - digo despreocupado -
- Su hijo en la línea tres - avisa y confirmo, para sentarme y agarrar el teléfono -

Llamada
-Dime hijo - digo y tomo un trago -
- Mamá se fue de la ciudad - dice y me quedo paralizado -
- ¿Tu mamá qué...- susurro y cuelgo, comienzo a llorar en silencio, tenso la mandíbula -
Finalizada llamada

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora