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Maia Montero

Los días fueron pasando, con ellos las semanas y ya hace una semana estaba de vuelta en la universidad, septiembre estaba a puerta y mi vida iba por la mitad, un porcentaje grande hundido en el alcohol y otro pequeño porcentaje volviendo a la normalidad con mi amigo de regreso. En cuanto a ellos, Darío de regreso en derecho como Alaia, Antonio de regreso en docencia como Layla, Layla regresando al grupo, a veces se reúne con nosotros, otras veces le caemos en su departamento así que esta a la fuerza con nosotros, y luego estoy yo junto a Horacio que volvimos a odontología, mi amigo no me acepta nada pero no deja de hablar de Layla así que allí eso me huele a corazoncito pronto, espero que sí, él merece estar con quien ama, bueno como todos; supongo.

Me bajo de mi coche y miro con curiosidad el coche frente a mí, camino cautelosa y se abre la puerta del piloto para ver a la rubia bajar, respiro aliviada y sonrío para arreglar mi morral en el hombro. Con Lía todo es distinto, ella me entiende, me escucha y creo que comienza a ganar mucho terreno en mi vida, Lía es distinta y empiezo a quererla, creo que tenía razón al pensar que puede ser una gran amiga.

-Hey – chilla y me abraza, rodeo sus costados con mis brazos -
- Hola – susurro y apoyo mi cara en su pecho, siento un beso en mi cabeza –
- ¿Cómo estuvo tu día? – pregunta y alzo los hombros desganada –
- Odio la universidad – respondo y se ríe, sonrío por inercia –

Me alejo y Lía sonríe para delinear mi rostro, me acerca a ella y me deja un beso en la frente, de cierta manera creo que era lo que necesitaba en este asqueroso día o incluso año, nos volvemos a alejar y la invito a entrar, acepta y caminamos hasta la entrada mientras hablamos de nuestro día, saco la llave de mi chamarra y antes de meter la llave en la cerradura, abren la puerta y me paralizo al ver a mamá frente a mí.

-Mamá – susurro asombrada y mamá me abraza –
- Cuanta falta nos haces hija – dice mamá y me alejo para fruncir el ceño, quiero decir mil cosas, hasta que siento la mano de Lía entrelazar la mía y bajo la mirada a ambas manos, luego la miro a ella quien sonríe y me guiña un ojo – ¿Tu nueva novia? – pregunta mamá y caigo en cuenta de donde estoy –
- Mamá ella es Lía Abbey – digo seca y mamá se queda en silencio unos segundos – si la tía de Emiliana – finalizo a su pensamiento y asiente lentamente para poner su rostro serio, aún así ofrece su mano –
- Anna de Montero – se presenta y estrechan sus manos –
- Lía Abbey, un placer – se presenta la rubia educadamente y mamá se tensa, asiente y nos da espacio –
- Necesito hablar contigo Maia – dice mamá y asiento pero primero voy a saludar a mi abuela –

Camino con Lía a mi lado hasta la cocina y saludo a mi abuela, Lía hace lo mismo y le pido a mi abuela que se quede con la rubia mientras voy a hablar con mamá, la abuela acepta y Lía me hace señas para me calme, asiento y le guiño un ojo para salir de la cocina y hacerle señas a mamá para subir hasta mi habitación, ella me sigue en silencio hasta que subimos y llegamos a mi habitación donde nos encerramos.

-¿Ella es… - la pregunta de mamá se queda en el aire y volteo a verla –
- Dilo ¿Hermana de Cecilia? – pregunto y asiente en silencio – sí, es una nueva amiga – respondo y mamá asiente lentamente –
- En fin, tú sabes lo que haces Maia Rebecca – resoplo y viro los ojos – vine porque ya no aguanto la casa sin ti – dice triste y sonrío irónica –
- Tú me botaste de tu casa – digo cruzándome de brazos y mamá se acerca cautelosa –
- Quería que tomarás conciencia Maia – dice histérica y niego –
- YO LOS NECESITABA A USTEDES ANNA LEYVA – grito y se queda en silencio mientras que sus ojos se cristalizan, mi respiración se vuelve errática –
- Perdón hija – susurra cabizbaja y bajo los hombros derrotada –
- Mi vida a sido una mierda desde que ella se fue, ya estoy a casi septiembre y todavía siento que no veo luz mamá – me siento derrotada en la cama y miro al suelo – para no soñarla necesito beber, para no verla en rostros ajenos necesito beber y para que no me siga doliendo – mi voz se rompe y mamá se sienta a mi lado para abrazarme –
- Hija déjate ayudar, por favor – susurra y asiento para abrazarla – vuelve a casa, por favor – pide y me alejo sonriendo –
- ¿Y la abuela? – pregunto y mamá sonríe –
- Ella siempre va a casa y tú puedes venir o podemos venir – responde y sonrío para abrazarla –
- Va, mañana regreso a casa – digo y se aleja para aplaudir –
- Perdón hija, por ser una mala madre – susurra triste y niego para dejarle un beso en la frente –
- Nada que no se arregle Anna Leyva – digo burlona y me fulmina con la mirada, pero segundos después nos reímos a carcajadas –

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora