27.

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Cecilia y yo nos alejamos lentamente unos minutos después, siento mi corazón en la garganta y una felicidad que hace que mi pecho se abombe, Cecilia sonríe maravillada y yo la miro embelesada, acaricio su rostro y me siento chiquitica frente a ella, pero a la vez sólo quiero estar besándola, se acerca de nuevo y nos volvemos a besar, nuestros labios encajan como si se conocieran de toda la vida.

-¿Puedes ir a mi departamento? – pregunta y me alejo finalmente –
- ¿Cuándo? – pregunto y sonríe para abrazarme por las caderas y pegarme más a ella –
- El sábado al salir del café – susurra cerca de mis labios y la beso ahora yo –
- Vale, esta bien – susurro al separarnos –
- Debo bajar pero Maia – dice y se pone seria – enserio me gustas, no lo olvides – susurra y me deja un beso en la frente para salir de mi habitación –
- Tú también a mí Cecilia – susurro lanzándome a la cama, me quedo mirando al techo mientras sonrío recordando nuestros besos –

Acaricio mis labios y un rato después me levanto para acercarme al computador y seguir estudiando. Un rato más tarde y sin lograr concentrarme, me cambio y me pongo la pijama para acostarme a dormir, pienso seriamente en bajar a despedirme pero no puedo más ni con mi alma, me acuesto y pongo la alarma, me arropo y pienso en Horacio, como quisiera decirle todo lo ocurrido y que estoy feliz, que lucharé como se lo prometí, pensando y pensando me quedo profundamente dormida.





                                 **********

-¡Maia! – grita Ángelo y me rio mientras lo veo acercarse a mí –
- Mi vida – digo y nos abrazamos – ¿Cómo te fue? – pregunto al alejarnos y sus ojos brillan –
- Insuperable – responde con aquel tono italiano y sonrío feliz para abrazarlo nuevamente –
- Me alegro tanto por ti – digo al alejarme y aquel perfume invade mis fosas nasales –

Giro la cara y ella pasa por nuestro lado, la sigo con la mirada y bajo los hombros agotada de este juego mental, miro a Ángelo quien la ve aterrado y me rio para negar, guío a mi amigo hasta nuestro salón para que me cuente todo y me rio de sus gestos, su acento, su tono, su efusividad y me alegra lo feliz que está.

Llegamos al salón y le pedimos permiso al profesor, nos da chance y entramos para ir a nuestros puestos de siempre, al llegar nos sentamos en silencio y el profesor sigue con su clase. Dos horas después termina la clase y arreglamos nuestras cosas, salgo hablando con Ángelo y me topo con Abril hablándole cerquita a Cecilia, me tenso y la rubia nota mi presencia las miro a ambas con repulsión y sigo mi camino con Ángelo, pero ahora seria.

-¿Todo bien con la profesora? – pregunta Ángelo pagando e ignoro la pregunta –
- Gracias – digo recibiendo mi café y nos damos la vuelta para buscar una mesa –

Vemos una libre y caminamos hasta sentarnos, miro mi café un rato mientras el humo se esparce y extraño tanto a Horacio, quisiera que estuviera aquí para contarle todo. Siento una mano en la mía y alzo la cara para ver a Ángelo preocupado, suspiro suavemente y siento un nudo en la garganta.

-No me cuentes si no quieres – susurra y sonrío de lado –
- Es mejor pequeño – digo suavemente y él sólo sonríe entendiendo –

Mi celular comienza a sonar y lo saco del bolsillo de mi pantalón, cuando veo en la pantalla el nombre de mi abuela, sonrío y me disculpo para alejarme un momento, vuelvo a ver la pantalla y decido contestar.

Llamada
-Hija ¿Ocupada mañana? – pregunta y pienso unos segundos –
- Debo estudiar para un examen del viernes – respondo y mi abuela se queda en silencio –
- Quería que me acompañaras a la casa de los Gutiérrez – dice y frunzo los labios –
- Lo lamento abuelita – digo triste –
- Tranquila hija, que salgas bien – dice y agradezco para despedirnos y colgar –
Finalizada llamada

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora