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Maia Montero

Los días fueron pasando y junto a ellos las semanas. Ahora mismo volvía a comenzar la universidad, me estaciono y me quito el cinturón de seguridad, apago el coche y respiro profundo para ver algunos compañeros bajarse de sus coches, a lo lejos veo a Ángelo yendo a la otra parte de la universidad, donde nos tocaría clases, agarro mi morral y saco la carterita de vodka, la miro unos segundos.

-Sé que está mal porque son – veo la hora del coche – las 7 de la mañana, pero es necesario – me digo convenciéndome –

Abro y tomo un trago largo, me quejo en un principio y respiro profundo para suavizar todos mis músculos, suspiro suavemente y guardo la carterita, agarro mi morral y me bajo del coche, le paso el seguro y camino el campus para ir por el mismo camino que fue Ángelo hace unos momentos. Camino lentamente el pasillo principal y sonrío al ver algunas caras conocidas, subo las escaleras y llego finalmente a mi nuevo salón.

-¡Maia! – chilla Ángelo y sonrío para acercarme a él –
- Hermoso – digo y lo abrazo fuerte –
- ¿Cómo te ha ido? – pregunta y nos alejamos para sentarnos –

¿Cómo te ha ido? La pregunta del millón, después de todo lo que ocurrió entre enero y febrero mi vida no es la misma, sin ella nada es lo mismo. Le cuento a Ángelo entre comilla, lo menos triste. Puedo decir que con mis amigos ya no soporto sus caras de lástima así que poco lo que los he visto las últimas dos semanas, prefiero salir del trabajo e ir a algún bar nuevo, que volver a casa donde sé que están o pueden llegar, otras veces le pido a mamá que les diga que no estoy, algo que me ayuda pero no mucho.

-No te escondas – dice el rubio y niego –
- No me escondo es sólo que yo sé que todo en mi vida es una mierda – respondo y él sólo asiente para abrazarme –
- ¿La hermana de ella? – pregunta y miro al frente, para ver al profesor llegar –

Lía Abbey, desde aquella vez en la empresa no volví a verla, lo cual no me hace sentir muy bien pero es que sentí tanta vergüenza de ir y ver a Juliana salir de allí, sé que hablando no estaban y me molesta de cierta manera, ahora vivo escondiéndome de ella, suspiro suavemente y decido ignorar a Ángelo para prestarle atención al profesor. Hay veces que quisiera saber su número y llamarla, pero otras veces agradezco no tenerlo, es algo que me une a ella y no sentimental, sino que de cierta manera me gustaría que fuera mi amiga, pero el sólo verla me recuerda a ella.



                                   *********

-Ahora dime – dice Ángelo pasando su brazo por mis hombros después de salir –
- Salimos con las amigas el domingo después de mi cumpleaños – Ángelo se detiene y me detiene para ponerse frente a mí, está sorprendido –
- ¿Qué más? – pregunta y me rio negando –
- Fui al otro día a la empresa y la encontré con una de ellas, por lo que vi el día de mi cumpleaños tienen un romance así que – alzo los hombros y sigo mi camino –
- ¿Te molesta? – pregunta a mis espaldas y me detengo para fruncir el ceño, veo al rubio de reojo –
- Me molesta que Cecilia se fue – respondo y sigo mi camino para bajar las escaleras –

Salgo del edificio y voy a la cafetería, unos minutos después tengo a mi lado al rubio para finalmente llegar a la cafetería, nos acercamos a la caja, pido un café y Ángelo pide algo de desayunar. Unos minutos después camino hasta alguna mesa mientras espero a mi amigo, dejo el morral a mi lado y saco la carterita, veo a todos lados, cada quien está en lo suyo, le echo vodka al café y guardo la carterita para entonces hacer como si nada cuando se acerca Ángelo.

-Tu vida es una marea – dice el rubio y me rio –
- ¿Y la tuya? – pregunto y hace un puchero –
- Terminamos – responde y lo miro triste – pero no importa, esta bien – dice y asiento no muy segura –
- Seguro que sí – digo para tomar de mi café y Ángelo comienza a comer –


Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora