Nací para amarte

115.

Lía Abbey

-Hey – volteo para ver a Maia y sonrío –
- ¿Qué tal cuñada? – pregunto y se ríe –
- ¿Cómo estás? – contraataca la pregunta y suspiro para darle un beso a mi pequeño –
- Feliz de que tengo a mi lado un bebé tan precioso e inteligente – digo suavemente y Maia lo carga – es lo único bueno de mi fin de año – finalizo y Maia sonríe –
- A mí me alegra que ames tanto a esta preciosidad de niño – dice y le da un beso a mi bebé –
- Ese morenito bello es lo más hermoso de la familia – confiesa Cecilia acercándose y asiento orgullosa – ¿Cómo te has sentido hermana? – pregunta preocupada y resoplo –
- Estaré bien, sólo necesito tiempo – respondo y ambas asienten, pero Maia retoma su atención a Thiago –

Último día del año y no puedo creer que después de casi dos años, ahora estoy sola y siendo mamá, aunque lo último me encantada, cada día conozco algo nuevo de Thiago, es un niño tan inteligente y con sólo cinco meses me ha enseñado más que todo lo que he visto en mis 40 años de vida. Pero he de admitir que extraño cada día más a Ximena, su sonrisa, su forma de ser, como me hacía sentir, todo en ella lo extraño, le pido permiso a las chicas y las dejo con mi hijo, camino hasta la cocina y me tropiezo con Amelia quien esta habla con Anna y mamá.

-Hija – dice mamá y sonrío para acercarme –
- Afuera están todos – digo y asienten –
- Es que Anna y Amelia están terminando la cena – dice mamá y asiento mientras Anna les sirve vino –
- Me das – digo y hago una mueca, Anna se ríe y va por una copa –
- Brindemos – dice Anna y alza la copa, le seguimos – porque esta familia crezca más, por la vida, por el amor y porque ya se acaben los dolores – dice Anna y las cuatro sonreímos –
- ¡Salud! – exclamamos al unísono y chocamos nuestras copas –

Tomamos de nuestras copas y me les uno a la conversación, aunque luego comenzó a hablar mamá de lo que es tener nietos y Amelia le seguía la conversación, mientras que Anna sufre porque quiere uno y nos reímos, no quiero que Thiago crezca es lo único que repito y se ríen más. Una hora después finalmente está la cena, estoy feliz y voy por hijo quien lo encuentro riendo con el abuelo, lo cargo y vamos al patio trasero donde seria la cena esta noche.

Esta noche estamos todos los Abbey, Montero y Leyva reunidos para celebrar el fin de año, menos Lucía quien decidió irse a España para pasar el fin de año con su familia y me pareció bien, es una fecha donde todos la queremos pasar con los nuestros. Aquí todos nos reímos de los chistes de los César, también de las anécdotas de Miguel e incluso de Augusto y Anna, es una noche muy especial.

-¡Diez! – Gritan los mellizos y papá –
- ¡Nueve! – dicen Miguel, Cecilia, Joselin y Anna –
- ¡Ocho! – gritan Emiliana y Eithan mientras el rubio pasa su brazo por la cadera de mi sobrina –
- ¡Siete! – gritan Carolina y Arturo sonriendo –
- ¡Seis! – gritan los primos Leyva de Maia –
- ¡Cinco! – dicen Mamá y Amelia, sonrío –
- ¡Cuatro! – grito abrazando a mi hijo –
- ¡Tres! – chilla Augusto y toma de su cerveza, nos reímos todos –
- ¡Dos! – gritan Kate y sus hijos –
- ¡Uno! – grita Maia y en ese segundo comienzan a alumbrar los fuegos artificiales en el cielo de Baltimore –
- ¡Feliz año! – gritamos todos al unísono y comenzamos a abrazarnos –

Comenzaba un nuevo año, una familia más grande y con un hijo en brazos. Abrazo a todos aquel que se me acerca y nos reímos, papá y mamá se llevan a Thiago, niego sonriendo y Cecilia junto a Miguel nos alejamos como todos los años para pedir nuestros deseos, nos sentamos al otro lado de la acera mientras nos reímos de todos.

-Esta familia creció – dice Miguel y asiento para luego apoyar mi cabeza en su hombro –
- Sólo pido que todos seamos felices y estemos con quienes amamos – susurra Cecilia y frunzo los labios –
- Pido salud y mucho amor, pero también muchas fuerzas y vitalidad para todo lo que se nos atraviese en la vida – susurro y Miguel aprieta mi mano –
- Pido únicamente unión para todo, bueno o malo pero unión – susurra Miguel y asentimos para quedarnos luego un rato en silencio –