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Maia Montero

-¡Maia! – exclama una de mis compañeras en saludo y me abraza –
- Hola Aria – saludo sonriendo y nos alejamos –
- Que bueno que llegaste, ya me voy – dice dejándome el turno y asiento –
- Nos vemos – me despido y la veo irse después de despedirse con la mano en el aire, me rio y niego mientras quito mi morral del hombro para ir a mi casillero –

Unos minutos después me pongo la gorra del café y voy a caja para comenzar mi día, respiro profundo y saludo al jefe que va pasando, comienzo a atender a un par de clientes que van llegando y unos minutos después la caja está despejada, estoy mirando un par de precios nuevos cuando aquella voz que me desequilibra dice mi nombre y alzo la mirada lentamente para verla allí con las mismas mujeres que la vi aquella vez en el bar.

-¡Hola! – saluda una castaña y sonrío amablemente –
- Buen día – saludo educadamente y ella asiente sonriendo –
- Yo quiero un Latte – dice la rubia que es el clon de Cecilia y me quedo asombrada –
- Maia te presento a mis amigas y mi hermana – dice Cecilia educadamente pero a la vez nerviosa – Teresa San Esteban – señala a una pelinegra, ojos azules sonriente –
- Un placer, Teresa San Esteban – se presenta y estrechamos las manos –
- Maia Montero – me presento confundida y ella asiente –
- Ella es Juliana Berlín – dice y señala a la castaña que me saludó anteriormente y estrechamos las manos –
- Un placer – decimos al unísono y comienzo a sentir miedo –
- Y yo soy Lía Abbey – se presenta la rubia sonriendo orgullosamente –
- Un gusto, Maia – susurro y me asombra su parecido con Cecilia –

Las cuatro piden su café, igual Lía ya había pedido un Latte, les digo el precio y Cecilia paga los cuatro cafés, unos minutos después les explico donde deben retirarlos, aunque Cecilia sabe ya que una vez vino a comprar, miro atentamente a la rubia quien no me quita la mirada pero tampoco dice nada y llegan un par de clientes haciendo que rompamos el contacto visual, sonrío amablemente y atiendo a los señores que llegaron para comprar un par de cafés y otras cosas más.

Veo por momento que se van a sentar y comienzan a hablar para luego reír, sonrío de sólo verla así de feliz con la gente que quiere, por momento nuestras miradas conectan y la noto triste, sin embargo, ella es quien rompe el contacto cuando la castaña le dice algo y Cecilia comienza a negar mientras ríe, en cambio yo sigo trabajando. Una hora más tarde se van no sin antes despedirse lo cual me da algo de susto pero a la vez es bueno ver gente así de educada, en cambio Cecilia apenas me mira y sigue de largo para salir del café, suspiro suavemente y llega una chica a la que atiendo y así sigo con mi día.


                                       *********

El día pasó sumamente lento, pero ya son las 8 de la noche e iba saliendo del café después de despedirme de todos, agarro mi morral con una mano y la chamarra con la otra para salir y caminar hasta mi coche o al menos era así hasta que la vi apoyada del capó de su coche, se para firme luego de verme fuera del local y yo me quedo paralizada, frunzo el ceño y miro a todos lados sin entender la situación.

-Vengo por ti – dijo burlona al verme tan confundida –
- ¿Y por mí por qué? – pregunto confundida y aturdida –
- Quería invitarte a cenar – responde nerviosa y se acerca para quedar a centímetros pero a la vez distante –
- No tengo hambre y voy a salir con mis amigos – respondo e intento pasar por su lado pero me agarra del brazo y volteo a verla molesta –
- Por favor – susurra y me tenso, malditos ojos verdes que hacen conmigo lo que les da la gana –
- Esta bien – respondo deshaciéndome del agarre y sonríe satisfecha –
- ¡Vamos! – me hace señas y niego –
- Yo me voy en mi coche y te sigo – digo y ella suspira pesadamente para terminar aceptando –

Nací para amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora