9. Llama

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No importaba cuanto le pesara o avergonzara, el escenario que le planteó el mayor ese día tenía sentido. 

Nunca había podido demostrarle a Yeosang que podía ser de confianza, solo le había mostrado ese lado descarado y caprichoso del que poco se enorgullecía, una y otra vez.

La sola idea de que alguien como San podría llevar una vida más dura por su culpa se sentía como una puñalada.

— Tienes razón.

No se esperaba esa respuesta, y su aturdimiento se reveló en su expresión. Yeosang pensó que pelearía con uñas para mostrar cualquier argumento que defendiera su inocencia, incluso que le gritara por intentar difamarlo o no confiar ciegamente en él, pero no fue así. Wooyoung estaba tranquilo, denotando madurez.

Algo en la cabeza de Kang hizo click, y su cuerpo se relajó por fin.

— San me gusta. — Comenzó Wooyoung, mirando a los ojos de su amigo con la misma seguridad de sus palabras. — Lo observé de lejos un par de veces durante estos años, pero nunca me acerqué porque sabía que no podría resistirme una vez que lo tuviera enfrente; fue tal cuál lo que esperaba, así que no tuve tiempo para pensar en que esta no era la forma correcta de encaminar las cosas.

Buscó su celular con la intención de colocar la canción que estaban ensayando.

— No quiero forzar a una chispa a encender un fuego y que la llama se apague antes de tiempo, ¿sabes? Retomaré el camino: empezaré de cero, e iré lentamente, disfrutando de nuestro tiempo... Pero no me echaré para atrás.

Wooyoung se alejó de la bocina con la melodía acompañándole. Le mostró una sonrisa sincera a su amigo, y le ofreció su mano como ayuda para incorporarse.

— Cuidaré del corazón de San de la misma forma en que espero que él cuide del mío. Lo prometo.

Curiosamente, decírselo a Yeosang había sido más sencillo que explicárselo a San.

Estaba tumbado en el parquet, dedicándose a respirar profundamente. Era su forma de recuperar energías después de una ardua práctica. Yeosang se había ido minutos después de su charla, así que solo quedaban él, los altavoces y su mochila en la habitación.

Como ejercicio de relajación, empezó a tomar consciencia de todas las partes de su cuerpo. Fue desde sus pies, que se removían con la tela de sus calcetines como segunda piel dentro de sus tenis. Las yemas de sus dedos sentían el frío del suelo, y sus piernas y brazos pasaron de tensarse a sentirse entumecidos, convirtiéndose en humo. Desde el centro de su pecho sentía calor extendiéndose por todos lados, como si la sangre que su corazón bombeaba desenfrenado llevara fuego consigo.

Podría solo dejarse vencer por el cansancio y tomar una siesta ahí mismo, pero la sensación de ser observado le hizo abrir los ojos. San le miraba desde arriba, curioso.

— ¿Buscas a tu hermano? — Fue lo primero que se le ocurrió.

Recargó su peso en sus antebrazos, incorporándose lo suficiente para no sentirse tan pequeño desde el suelo. San llevaba su mochila al hombro, encima del uniforme.

— No. Te estaba buscando a ti.

— Vaya plot twist. — Soltó una pequeña risa, levantándose con cuidado de no marearse para recoger sus cosas. — ¿Quieres acompañarme al metro? — San asintió, observándolo desde donde le había dejado. — ¿Cuánto tiempo llevas esperándome? ¿No vamos en direcciones opuestas?

— Eso no importa. Quería verte.

Wooyoung sonrió con los labios apretados, ocultando su rostro pese a que le estaba dando la espalda al castaño al ir por su mochila. No fuera que se le ocurriera intentar echar un vistazo al espejo.

U CAN DO IT   -   woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora