30. Condicionamiento

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Jamás lo diría en voz alta, pero tenía que aceptar que una de las cosas más placenteras que había experimentado antes era ver la confusión mezclada con enojo en el rostro de sus contrincantes. De saber que por más que le analizaran no podrían medirle y terminarían estrellándose contra una pared de intentarlo.

Él se aseguraba de que ocurriera de esa forma cada vez.

Dos veces habían bastado para demostrar la potencia detrás de su doble patada, por lo que sabía de sobra que Chen ya tendría en mente algún tipo de defensa. También había notado el gran control de estabilidad que tenía Jun, y que más de una vez había logrado cambiar posiciones cuando alguien quería sacarlo de la zona límite.

— Triunfó el hoy.

Volteó a ver a su padre. Su protección ya estaba puesta, y Hyunsu le ofrecía sus dos puños como despedida. 

San sintió su pulso acelerarse al caer en cuenta de lo que estaba ocurriendo. Si entraba a ese tatami, independientemente del resultado, podría entrar a la plantilla del equipo nacional. Si entraba al equipo, habría tomado la decisión de encaminar su vida usando el taekwondo de guía.

No es que no hubiera vuelta atrás, sino que dudaba de poder detenerse. Y eso le asustaba.

¿Podría con su propia ambición?

Miró sus manos y tragó saliva. No tenía tiempo para eso. Elevó sus puños hasta chocar nudillos contra nudillos con su padre, y más que decidido, exclamó: — Triunfará el mañana.

Se metió al tatami, ahora vistiendo de azul. Jun Chen parecía igual de confiado que él, pero agradecía que no se viera como aquellos chicos creídos que te miraban con desprecio desde el segundo en que entrabas al sitio. El árbitro se acercó a ellos desde la mesa de jueces, interrumpiendo su juego de miradas.

— ¡Kyone! ¡Chung, Hong! — Fue lo primero que dijo, señalando sus pies. Ambos hicieron una reverencia profunda en dirección al otro. — ¡Prueba! — El pelinegro alzó sus brazos, dándole acceso a San para probar la compatibilidad entre las protecciones. Dio una patada suave a su costado, y después al casco rojo en su mano. — ¡Prueba! — Chen le imitó, y los sonidos chirriantes en respuesta les hicieron saber que todo estaba en su lugar. De otra forma, la máquina no podría contar sus puntos automáticamente.

El hombre de blanco llevó dos de sus dedos a sus labios, indicándoles que debían guardar silencio durante el combate, y ambos se colocaron sus cascos.

— ¡Joonbi! — Una vez estuvieron listos, el árbitro coloco sus dos manos entre ellos y las subió de un movimiento rápido. — ¡Shijak!

Se alejó, dándoles espacio a ellos. Chen empezó de forma agresiva, lanzando una patada que no logró tocar a San y manteniendo su pierna alzada para hacer un par de fintas. Cada vez que San intentaba golpearle, él contrarrestaba su fuerza con el mismo movimiento para evitar que llegara a su protección o al menos devolver el punto. Cuando intentó golpear su cabeza la primera vez, Jun le esquivó con éxito.

Se movieron al mismo tiempo. En el momento en que Jun intentó cambiar posiciones rotando su guardia, el castaño se apresuró a tomar la oportunidad y le proporcionó una patada que impactó en su cadera. La fuerza lo tiró hacia atrás, y Jun Chen, confundido, volteó a todos lados para saber por qué se escuchó el timbre de los puntos.

Había salido de la zona.

El árbitro daba instrucciones que se volvieron ruido blanco para ambos. El plástico azul enmarcaba los afilados ojos de San, haciéndolo su único método para comunicarse; le estaba retando a regresar al tatami. Jun correspondió la ferocidad de su mirada, y Wooyoung, desde su posición, se repetía que parecían dos tigres luchando por marcar su territorio.

U CAN DO IT   -   woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora