61. Mentira 🔇

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Su excitación solo podía multiplicarse.

El chasquido provocado por sus labios. Los jadeos ahogados de San sobre su boca. El sabor de su lengua. El blanco de su torso desnudo. El olor cítrico en su piel. El roce de sus entrepiernas.

Aunque fue San quién sugirió tener sexo, Wooyoung se deshizo de sus shorts tan rápido como entraron a su habitación. El castaño estaba por abrir sus pantalones cuando fue jalado y tirado en la cama del menor sin ningún tipo de cuidado. 

Se subió de vuelta encima suya y le despojó de sus prendas superiores. Esta vez prestó especial atención a sus manos, haciendo a San preguntarse si estaba jugando con él. Wooyoung tomó su nuca y le atrajo para besarlo. Luego comenzó a moverse en círculos, rozando sus erecciones por debajo de la ropa interior.

Definitivamente le hacía falta el agarre fuerte de San en su cintura, pero sentir sus yemas dejando caricias suaves en sus muslos porque "simplemente no podía no tocarlo" era suficiente por ahora.

Suspiró sobre los belfos del mayor, quién elevó sus caderas para que la presión en sus partes íntimas creciera, y relamió sus propios labios. Empujó el pecho de San hasta recostarlo sobre su cama, no sin perder la oportunidad de darle un par de apretones que hicieron al castaño reír ligeramente. Su rostro estaba sonrojado, y sus ojos entrecerrados llenos de deseo.

— Dijiste que podía usarte... — Murmuró, más para sí mismo que para San, quién se mantenía en silencio. 

¿Qué otra cosa podía hacer, además de montarlo, estando en esa posición? No tenía muchas ideas en el momento, pero había una que le hizo sonreír travieso. Escaló por el cuerpo de San hasta conseguir tener su pelvis a la altura de su cuello. El mayor no opuso resistencia, sino que pasó sus brazos por debajo de los muslos de Wooyoung para sostenerlo.

El pelinegro tomó su pene y lo acercó a la boca entreabierta de su novio.

— Chúpalo.

San obedeció.

Sacó la punta de su lengua para lamer el comienzo de su glande, y luego lo besó. Wooyoung tomó el borde de su camiseta para evitar que el trabajo de San se complicara, haciéndole un nudo a la altura de su cintura. Se sostuvo de la cabecera de su cama, observando al mayor pasar su lengua de arriba a abajo en su miembro y delineando las venas que sobresalían con ella.

Era algo obsceno ver la forma en que su pene rebotaba en su cara, pero le gustaba demasiado.

Cuando el castaño toma en su boca el glande y poco a poco va bajando hasta llegar al fin de su garganta, en ese punto en que el poco vello púbico de Wooyoung le hacía cosquillas en la nariz, escuchó al mismo soltar un gemido desde el fondo de su pecho. Parecía complacido. Para ayudar al limitado ángulo que tenía para moverse, Wooyoung empezó un vaivén: empujaba su cadera en un ligero embiste cada vez que se acercaba, logrando llegar más profundo. Las manos de San sostenían los costados de su espalda baja por debajo de su camiseta, pero el menor no se quejó por la sensación de rasguños que dejaba su diestra sobre su piel.

Escuchó una arcada, así que detuvo sus movimientos de golpe. Detalló el rostro del castaño, notando que tenía sus ojos llorosos y los labios rojos e hinchados, algo que solo había visto en sus largas sesiones de besos. Se alejó, saliendo del agarre de San para volver a sentarse en su abdomen bajo, y acercó sus rostros.

Wooyoung besó delicadamente las mejillas rojas de San, quién cerró sus ojos por la agradable sensación, y terminó atrapando sus belfos con cariño. Sin prisas ni apretones.

Luego paso a dejar un beso en su frente, y le susurró un: — Buen trabajo, Sannie.

San se obligó a permanecer quieto conteniendo sus impulsos por saltar encima de su novio. Quería tomarlo en todas las posiciones que se le ocurrieran, pero optó por esperar a ver su próximo movimiento: después de quitarse la ropa interior, el pelinegro tomó el pene del mayor desde la base y lo introdujo dentro suyo muy lentamente.

U CAN DO IT   -   woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora