10. Correa

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Conocer a alguien nuevo es simplemente refrescante.

Escuchó una de las puertas al final del pasillo abrirse, a la que siguió unas pisadas. Aún sin voltear a ver quién era, pudo reconocer su identidad por el ritmo y sonido del golpe de sus botas: San. Su hermanastro fue directo a la entrada del departamento, pasando por detrás de él.

Estaba tardando demasiado en salir, así que Yeosang se asomó por encima del respaldo del sofá para asegurarse de que todo estuviera bien, y sus miradas cruzaron inmediatamente. El castaño estaba en el recibidor, observándole.

— ¿Estoy en una peli de terror? ¿Por qué me miras como si fuera tu próxima víctima? — Le sonrió junto a la broma, y San relajó sus hombros tensos. — ¿Qué sucede?

— Saldré con Wooyoung en una cita.

Su voz estaba serena, neutral, pero sus manos jugaban inquietas con el borde de su camiseta. Estaba nervioso, y Yeosang sintió algo de ternura.

— Que te vaya bien.

La conversación finalizó ahí. El pelinegro regresó su mirada a la televisión en la que se reproducía un capítulo de The Office a volumen bajo. Metió su mano en la bolsa de papitas en su regazo para sacar un puñado y llevárselo a la boca, con el sonido de la puerta cerrándose al fondo.

— ¿Le comiste la boca hace unos días y ahora te da pena decir que van a una cita? — Murmuró con la boca llena.

Eran las cuatro de la tarde, y Wooyoung esperaba a San en una cafetería de Anyoung Insadong. Solo había entrado para sentarse a esperarle, pero no pudo resistirse y terminó comprando una malteada de chocolate antes de tiempo.

No tenían un plan definido, solo habían quedado en aquel lugar con la esperanza de poder pasar el tiempo juntos. Les gustaba hablar, especialmente a Wooyoung, y encontraba interesante que San no se contuviera al contar detalles sobre su familia; sentía curiosidad por lo que podía descubrir de él y de paso, de su mejor amigo. Encontrarían algo que hacer en las diferentes tiendas del centro comercial, así que no se preocupó y aguardó la llegada del castaño revisando redes sociales. 

Aunque, contrario a su expresada tranquilidad, levantó su mirada cada vez que la campanita arriba de la puerta tintineaba. Los nervios en su estómago no le dejaban en paz, pendientes a lo que podría resultar de esa cita. ¿Qué ocurría si al final, quién se daba cuenta de que realmente no le gustaba tanto, era San?

No fue hasta la quinta vez que logró ver un rostro conocido tras el sonido. Casi que sin darse cuenta, terminó devorando a San con la mirada al notar que llevaba una camiseta sin mangas gris de un estampado en grande de "THUNDER", y unos jeans rectos.

Como se imaginó, no era el único que le veía de esa forma en el lugar. Pudo notar a más de una chica o chico listos para lanzarse encima suya, pero se adelantó y levantó su mano para que el castaño dejara de buscarle entre las mesas con esa mirada inofensiva. Iba a marcar su territorio a toda costa.

San, sin miedo a las miradas ajenas, se acercó a él con paso decidido y tomó su mano por encima de la mesa al sentarse. Jung casi puede sentir su cuerpo saltar al notar su atrevido movimiento, pero le dejó ser porque prefería que alguien le dedicara una mirada de disgusto a decepcionar a aquel chico.

— ¿El plan de hoy era vestirnos sexys y llamativos? Porque creo que no fui informado. — Él solo llevaba unos skinny jeans y una camiseta blanca tan grande que dejaba ver sus clavículas a la perfección.

— ¿A qué te refieres?

— No es nada, Sannie. — Negó, sabiendo que explicarlo solo sería vergonzoso. Aún no olvidaba el tema de "el rostro de un demonio". — ¿Qué tal tu día?

U CAN DO IT   -   woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora