48. Rechazo

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Extrañaba a Wooyoung.

Llevaba días entrenando sin parar, excediendo las horas diarias que le exigían en los dormitorios y sin regresar a casa durante el fin de semana. Tal vez había sido inocente al creer que su propia ambición le daría tiempo de descansar y ver a su familia.

La única persona con la que mantenía un contacto constante era Wooyoung. Hablaban por mensaje o llamadas durante sus ratos libres, y de vez en cuando se pasaba por los dormitorios para desearle un buen día. Era una parte esencial en su rutina, y creía que de no tenerlo como su ancla al mundo exterior se habría vuelto loco hacía tiempo.

Hoseok le clavó una patada en el abdomen aprovechando su distracción. San soltó un quejido, yéndose hacía atrás y retomando su posición de defensa para esquivar sus golpes. El pelirrojo se había tomado su papel como guía muy en serio y se propuso para acompañarle en todos esos entrenamientos extras; quería verlo mejorar, enseñarle todo lo que podía, y mostrarle cosas que San nunca había visto.

Por su lado, San se sentía poderoso al saber que podría compararse con los mejores en poco tiempo, con esa espinita en su pecho y mente incitándole a intentar superarlos.

Lanzó una finta al rostro de Jung, quién le esquivó y dejó descubierto su costado izquierdo, el siguiente punto al que atacó. Había notado que al evitar los golpes hacía su cabeza solía quebrar ese punto en su defensa, así que lo aprovechó. Hoseok le miró con sorpresa.

— Ah, piensas. Eso es peligroso. — Se quejó, sobando su costado y dando por finalizado el entrenamiento. — Sabes que una persona que piensa cuando pelea tiene la ventaja siempre, ¿verdad?

A pesar de compartir casi todo el tiempo en los dormitorios, hasta algunos fines de semana donde Hoseok decidía quedarse en su habitación componiendo música, seguía dudando de tener la capacidad de llamarlo su amigo. Confiaba en él, porque no podría dormir tranquilo si no fuera así, pero su convivencia rozaba la obligación; tal vez el deber del pelirrojo por cumplir con su palabra como cuidador.

Había desempeñado un gran papel en su adaptación, tal como prometió. El horario estaba lleno de prácticas, comidas controladas y más prácticas. De estar solo, podría haberse reventado una vena del estrés.

Hoseok le mostró el puño y chocaron sus nudillos lastimados. El pelirrojo le explicó que esa era su propio ritual: una forma de decir que lo que ocurría dentro del tatami era únicamente desde el compañerismo.

— Necesito una ducha. — Le sonrió, abriendo un poco la parte de arriba de su dobok para reducir el calor que sentía. — Nos vemos después, Mountain.

San asintió como despedida y le dejó ir, comenzando su pequeña rutina de estiramientos con un suspiro.

Hizo una sentadilla, estirando su pierna izquierda al máximo y colocando todo su peso sobre la derecha. Luego las intercambió, sintiendo el hueco detrás de su rodilla estirarse hasta pedir un descanso. Al regresar a la primera posición bajó sus rodillas al suelo, llevando una de sus piernas hacia atrás. Era relajante y cansado al mismo tiempo.

Terminó en una posición fetal. Estiró su espalda al llevar sus manos lo más lejos posible, y escuchó la puerta del dojang abrirse de nuevo. Puso atención al tiempo y el sonido de sus pisadas desde el suelo: eran pausadas, y el sonido suave no involucraba su tobillo.

Era Sunoo, quién seguía esperando para interrumpir sus momentos de paz tras finalizar sus entrenamientos.

Suspiró, y se incorporó con lentitud. Le miró desde ahí, arrodillado, intentando ocultar su molestia. El menor le sonrió, ofreciéndole su mano como ayuda. San no quiso ser descortés, así que se dejó levantar por él. Notó las intenciones de Sunoo por mantener el contacto, dejando un par de caricias en su piel e ignorando la presencia de su pulsera violeta, antes de que San se alejara con brusquedad.

U CAN DO IT   -   woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora