33. Sombra

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Seonghwa no volvió a aparecer por trece días. 

Hongjoong contaba cada uno, porque su mente estaba inundada del alto pelinegro, dejando todas sus otras responsabilidades a parte. La temporada de exámenes pasó terriblemente más lenta de lo usual, y él destrozó más de un lápiz con sus dientes por lo difícil que le resultaba estudiar solo.

Intentó descansar en su hobby, descubriendo que una mente intranquila podía crear buena música, pero una mente jodida no. Agregó un verso justo después de lo que había grabado Seonghwa el día en que se separaron, y creo un par de demos nuevas, bastante deprimentes, para su repertorio, pero nada de eso lograba convencerlo.

Tampoco creía que fuera sano escuchar todas las grabaciones que tenía de la voz de Seonghwa con la intención de calmar sus pensamientos. 

El pelinegro no lo sabía, pero tenía una carpeta especial solo para sus grabaciones inconclusas y momentos en los que no sabía que le estaba grabando, con la excusa de que podrían servirle luego. Algunos eran solo tarareos, otros eran susurros o risas de cuando tonteaban juntos.

«¿Por qué pones una cara tan seria cuando produces?»

«Es divertido pasar el tiempo contigo.»

«¡Ah! Eso se escucha realmente bien. ¿Es el sample que me mostraste ayer?»

«Este calor me está matando.»

«Te quiero.»

Más tarde pasó a intentar tomar detalle de lo que había a su alrededor y que nunca antes había volteado a mirar porque tenía otras cosas en las que enfocarse, como el buen ambiente en la calle de restaurantes de su barrio al anochecer, o lo lindo que era el parque olímpico con... ¿ese pulgar al medio de la plaza?

Tal vez se estaba volviendo loco, y quizás eso fue por lo que impulsivamente tomó la decisión de contactar con Seonghwa.

Ahora estaban frente a frente, con el dilema de quién debía iniciar la conversación. Ambos querían disculparse, impacientes por volver a esconder el problema bajo la alfombra y abrazarse, pero ninguno tomó la iniciativa.

Le citó en el pequeño parque a las afueras del edificio en el que vivía la familia de Seonghwa, iluminados por las farolas a pocos metros de ellos. Era el primer día de vacaciones, así que el pelinegro tenía su cabello despeinado y Hongjoong quiso acercarse a acomodarlo, justo como hacía cada vez que dormía en su casa, pero se abstuvo. Luego boqueó, buscando las palabras para empezar la conversación.

Pero Seonghwa se adelantó, porque ya sabía a lo que venía.

— No puedo seguir esperando, Hongjoong.

El rubio selló sus labios, sintiendo las palabras del mayor como un empujón.

— Me gustas, pero ha pasado mucho tiempo y no puedo evitar pensar en que estás haciendo conmigo lo que quieres, y ya no puedo seguir con eso. — Negó, y aunque parecía que quería irse, siguió hablando. — No sé cuáles sean tus sentimientos, y fue un error suponerlo. También lamento haberte hecho daño ese día.

Hongjoong recordó los pequeños moretones que se extendieron por su piel a los días siguientes, pero que en ese momento eran prácticamente inexistentes. Guardó silencio ante su oportunidad para hablar, impacientando a Seonghwa.

— Si no dices nada, tomaré esto como un rechazo definitivo, y tendremos que marcar nuevos límites entre nosotros. Puede que...

— Me gustas.

El rostro de Seonghwa se torció al escucharle, destrozando cualquier muestra de valor que haya experimentado al revelar sus sentimientos. Sintió un mareo apoderarse de su cuerpo, y mientras luchaba por mantenerse de pie, su vista se volvió borrosa. Todo a su alrededor empezó a derretirse, como una pintura disolviéndose por el calor; lo único que permanecía inmutable era el rostro serio de Seonghwa.

U CAN DO IT   -   woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora