53. Planes

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Que día extraño.

Todo había empezado en los dormitorios. Se despertó ligeramente malhumorado, y nada más abrir los ojos se encontró con un Hoseok bailando por la habitación.

— ¿Qué hora es? — Preguntó con voz adormilada, pero el pelirrojo no respondió.

Una canción se reproducía a todo volumen en sus auriculares, abriéndose paso por el silencio de la habitación hasta San, y le daba la espalda mientras terminaba de acomodar la parte de arriba de su dobok. El castaño talló sus ojos al levantarse de la cama, acercándose a su compañero.

Cuando Hoseok le notó por fin, saltó y gritó a todo pulmón cual rata siendo pisada.

"Que pulmones." pensó San.

— ¿¡Qué te pasa!? ¿¡Por qué no avisas que estás despierto!?— Siguió gritando, sosteniendo su pecho con una mano y buscando apoyo en la pared con la otra.

— Pero te hablé...

— ¿¡Qué!?

San soltó un suspiro, señalando sus propios oídos. Hoseok entendió, cambiando su expresión confundida por una de vergüenza, y se sacó los audífonos.

— ¿Qué pasó?

— ¿Qué hora es? — Reiteró.

— ¿Las ocho?

— ¿Me lo estás preguntando?

— ¿Sí?

Ambos se miraron sin entender por qué parecían no saber comunicarse de repente, y cada uno buscó un lugar para ver la hora: San se asomó al reloj despertador en su escrito, y Hoseok se acercó a su laptop.

Eran las nueve y quince.

— Hyung...

— Toma tu dobok y corre. — Ordenó el pelirrojo, lanzando su celular a cualquier sitio y tomando su mochila para salir corriendo. San le siguió de cerca con solo un calcetín y sin asegurarse dos veces de haber cerrado la puerta de la habitación.

Obviamente llegaron tarde el entrenamiento y los hicieron arrodillarse con las manos arriba, pero eso no fue lo importante. San se dio cuenta de que Sunoo parecía haber desaparecido por arte de magia. Como si se hubiera olvidado de que existía, dejó de revolotear a su alrededor hacía tres días, y él no podía estar más aliviado; temía que Wooyoung pudiera sentirse inseguro si seguía postergando su inminente rechazo.

Wooyoung. Su bonito novio.

El pelinegro le había pedido reunirse para charlar sobre un tema importante, así que cuando escuchó la voz del entrenador dando por finalizado el entrenamiento, fue a las duchas a darse una muy fría y se dirigió al metro a zancadas amplias. Por petición de su novio llevó una gorra y un cubrebocas que atrajeron muchas miradas cautelosas durante su trayecto al estudio de baile donde Wooyoung ensayaba.

Reconoció a su novio a las afueras del edificio, recargado en una de sus paredes. Tenía los brazos cruzados y su cabeza gacha, como si estuviera por quedarse dormido. Se acercó a él en silencio, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, pinchó uno de sus costados. Wooyoung saltó. Su mirada perpleja delató que, al menos por un momento, no logró reconocerlo.

El sol estaba ocultándose en el horizonte, provocando una luz anaranjada que contorneaba la silueta del mayor y oscurecía su rostro, entorpeciendo su proceso de identificación. Cuando sus ojos cruzaron con los afilados de San, el menor se relajó considerablemente y le miró ofendido.

— ¿Por qué me picas?

— Fue una venganza.

— ¿Venganza de qué?

U CAN DO IT   -   woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora