8. Promesa

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Tal vez ir a buscar a cualquier otro de sus amigos antes que a su solitario hermano habría sido una mejor opción para matar el tiempo. Ni siquiera sabía lo que debía hacer una vez lo encontrara, ¿preguntar directamente cómo estaba? ¿qué haría esa tarde? Cualquier respuesta que le diera, ya la conocía de antemano.

Su hermano solo fingía estar bien con su soledad para no incomodar a los demás, así que su único pasatiempo era entrenar hasta entumecerse.

Pese a eso, estaba seguro de que al menos debía hacer un pequeño esfuerzo por acercarse a él. Tener a Wooyoung de medio podría ser una oportunidad perfecta para iniciar una conversación e intentar volver a ser tan allegados como antes, por más que eso pareciera imposible ahora.

Aunque, ¿realmente quería volver..?

Desconocer el paradero de San tampoco lo hacía más fácil, ya que sabía bien de su hábito por deambular alrededor de los pasillos hasta encontrar un punto ciego para disfrutar de un momento a solas, así que se dedicó a visitar ubicaciones al azar.

Nada más llegar a la cancha de futbol, su vista reparó en el costado del edificio principal. Pudo reconocer al instante la cabellera castaña de su hermanastro, y sonrió al saber que estaría ahí para disfrutar de "la segunda caída", como San la había nombrado. Sus labios parecían moverse, por lo que supuso que estaba tarareando alguna canción, y pensó en acercarse a él.

Sus pasos se detuvieron abruptamente al darse cuenta de que estaba volteando a ver a su costado, revelando que había alguien más con él.

Curioso, decidió apoyarse en las gradas pintadas de blanco que rodeaban el campo y esperar a ver quién era la persona que San había decidido que era lo suficientemente confiable como para mostrarle uno de sus lugares preferidos y pasar el tiempo con él, "arruinando" su tiempo a solas. El timbre estaba por sonar, y San no era del tipo de chico que se saltaba sus clases, así que solo permaneció ahí, paciente.

Minutos después una conocida melodía se oyó a lo lejos. San despegó su espalda de la superficie de cemento, revelando a ojos de Yeosang la identidad de su acompañante.

Con una sonrisa tímida, Wooyoung observó a San colocarse frente a él. El alto alcanzó su mejilla con delicadeza, causándole un escalofrió al sentir su tacto cálido sobre su piel helada. Ambos querían el contacto, así que San no esperó mucho más para besarle. Casi por reflejo buscó la otra mano del chico, entrelazando sus dedos. Se tomaron un momento para disfrutar el sabor de sus labios, saboreándose como no pudieron hacer el fin de semana por los nervios. Las pisadas de un confundido Yeosang se escucharon a lo lejos, pero ninguno de ellos le prestó atención. No quisieron hacerlo. Wooyoung sentía la determinación de San, y le agradó ver su confianza, así que no tuvo problema en adaptarse a su ritmo lento e inocente.

Se separaron cuando el más bajo no pudo seguir escondiendo una risa ligera, cargada de nerviosismo, y San le imitó. Antes de separarse por completo, Wooyoung aprovechó para dejar un último beso casto sobre sus belfos.

— Tengo que ir a clase. — Susurró Jung mientras se escabullía fuera de su agarre, y se despidió alzando su mano conforme se alejaba.

San asintió en respuesta, pero Wooyoung ya no podía verlo. Una vez que dobló la esquina y su figura desapareció de su vista, dejó de fingir seguridad y recargó su frente en la pared. Fue la única forma en que pudo obtener algo de la estabilidad que necesitaba, porque sus emociones parecían querer desbordarse de su cuerpo y no creía ser lo suficientemente fuerte como para mantenerse en pie entonces. Sus manos fueron a parar a la misma superficie cuando se le escapó una sonrisa. Por primera vez en mucho tiempo dejaba a su rostro expresar lo que necesitaba sacar de su pecho.

U CAN DO IT   -   woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora