13. Perspectiva

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A veces, lo único que realmente importaba eran esos pequeños momentos donde solo se dedicaban a sentir. A vivir.

Quedaban aproximadamente dos horas para que la presentación empezara, y Wooyoung se relajaba en una de las sillas de los camerinos improvisados que habían armado en la parte trasera del escenario. Ya estaba vestido, y una de sus compañeras, Hyongseo, se había propuesto para realizarle el maquillaje.

Mientras tanto, su mente divagaba entre los sucesos de los días anteriores.

El lunes se había definido la nueva rutina a la que Yeosang, San y él se habían adaptado. Pasaba las clases y los ensayos con su mejor amigo, y durante los recesos y finalización de los clubes se iba con el castaño. Le gustaba la idea de pasar tiempo a solas con San, pero admitía habérselas ingeniado para llevarlo junto a su grupo de amigos a pasar el tiempo sin que sospechara demasiado.

Al principio, San se había mostrado igual de reservado que aquel día en Hongdae al preferir un papel de espectador, pero los chicos no tardaron en hacerlo entrar en suficiente confianza. 

En cuestión de segundos, Mingi se abalanzó en contra de Yunho para intentar arrebatarle un trozo de spam de su dosirak, y San quedó atrapado entre ambos.

— ¡Eh! ¡Con el niño no! ¡Lo van a aplastar! — Gritó Seonghwa, tomando de los hombros al segundo más alto del grupo con la intención de quitárselo de encima.

— ¿Con el niño no? — Se burló Mingi, dando un vistazo al sorprendido rostro de San. El castaño se había hecho bolita para no recibir ningún golpe. — Lo siento, niño.

— Soy mayor que tú. — Murmuró, volviendo a relajarse en su sitio. Mingi le sonrió y, para sorpresa del alto pelinegro, San le regresó el gesto tímidamente.

— ¿Qué? ¿En serio? — Preguntó Hongjoong, sentado en uno de los pupitres. — Pensé que eras de los más pequeños.

Se encontraban en uno de los salones vacíos. Los cuatro chicos involucrados en la escena del asalto fallido de Mingi se habían sentado en fila contra la pared debajo del pizarrón, Yeosang estaba observando por la ventana al equipo de fútbol practicar, y los otros tres se habían sentado en los pupitres individuales al frente de cada fila.

Wooyoung, que tenía su cabeza entre sus brazos para recostarse sobre la madera, alzó la vista.

— ¿Mingi es menor que tú? ¿Qué edad tiene cada uno? — Habló adormilado.

— ¡Yo lo sé! — Levantó la mano Yunho, emocionado. Pronunció el cumpleaños de cada uno a excepción del de San, que tuvo que decirlo por su cuenta, en orden del más longevo al más joven.

Fue entonces que descubrió que San estaba próximo a cumplir años.

El martes fue el día en que cualquier duda que el pelinegro pudiera tener alrededor de su presentación se disipó. Curiosamente, fue gracias a la intencionada forma que San tenía de hacerlo reír.

Sus compañeros y profesora le habían dejado solo para que pudiera seguir practicando por su cuenta hacía una hora. Y hubiera estado ahí hasta desmayarse, con lo concentrado que estaba en marcar los pasos de la coreografía a pesar del silencio que lo envolvía, de no haber visto unos mechones castaños asomarse por el marco de la puerta. Reconoció los ojos pequeñitos de San observándole con curiosidad, y Wooyoung le dedicó una sonrisa, recuperando el aire.

— ¿Practicando sin música? — Supo que había sido descubierto, así que se apresuró a llegar a su lado en el centro del salón.

— Cuando la música se repite tantas veces terminas fastidiado. — Dijo el menor, levantando el cuello de su camiseta blanca para limpiar el sudor de su rostro.

U CAN DO IT   -   woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora