Una venda blanca y una sonrisa resplandeciente fue su recibimiento para el siguiente lunes en que vieron a Hongjoong. El rubio había vuelto a casa después de que le curaran las heridas en el hospital, y ahora llevaba un pulcro vendaje alrededor de toda su mano izquierda.
Seonghwa parecía ser el encargado de que se mantuviera sin mancha alguna, porque le acompañaba a todos lados sin dejarle tocar nada. De milagro no se había metido a su clase: el profesor le explicó que Hongjoong era diestro y no necesitaba escribir por él.
Aunque todo su esfuerzo se fue a la basura cuando Hongjoong logró escabullirse hasta el club de música por su cuenta. Ansiaba volver a tocar sus instrumentos, que solían sentirse tan familiares como una extremidad más, pero que ahora tenía miedo de desconocer. No le importó el dolor en su palma o el ardor en la punta de sus dedos al presionarlos contra los trastes, solo buscaba reproducir los sonidos que le acompañaban en su día a día como una forma de curar la angustia causada por sus pensamientos intrusivos, y asegurarse de que todo estaba tal cuál lo había dejado.
Wooyoung se alegró por él, y decidió celebrarlo llevándolo a un café internet.
— Preferiría que me quemaran la mano de nuevo.
— Estamos celebrando que estés bien, pero no tienes que venir si no quieres. — Dijo Wooyoung, dando vueltas a una pluma entre sus dedos.
Estaban todos reunidos en el salón de entrenamiento del equipo de Taekwondo, invadiendo por primera vez el espacio de San. El castaño se encontraba a un par de metros fingiendo que no estaban ahí.
Al menos en lo que podía, porque su atención estaba dividida entre sus movimientos y la conversación por partes iguales, genuinamente interesado en ellos. Y agradecido de que hayan ido hasta su terreno, porque ahora que estaba demasiado ocupado practicando le resultaba imposible ir a buscarlos.
— Que mierda de amigos. — Respondió el rubio, abultando sus labios. — Ni porque estoy malito me respetan.
— Si quieres que te mimen pídeselo a Seonghwa. — Murmuró Wooyoung.
El bajito bufó: — ¿Y el karaoke?
— ¿Otra vez? — Se quejó Mingi. — Yo no iré al karaoke teniendo el cyber.
— Pues vamos a los dos. — Jongho se alzó de hombros.
— No puedo soportar pasar tanto tiempo con ustedes de nuevo. — Wooyoung casi le interrumpe, apuntándolos con su bolígrafo.
Yeosang, sentado en la colchoneta junto a Mingi y Jongho, notó la mirada de San puesta sobre ellos. Lanzó la pelota con la que había estado jugando en su dirección, pero el castaño tomó la oportunidad de usarla como blanco y la golpeó con la punta de su pie, mandándola lejos.
Yeosang se dejó caer sobre la incómoda superficie, sin ganas de ir a buscarla.
— Opino lo mismo. — Kang siguió el comentario de su mejor amigo. — Nos agradan, pero no lo suficiente.
— Entonces vayamos en días distintos. — Seonghwa soltó un suspiro, exasperado.
Él y Hongjoon estaban de pie frente a ellos, recargados el uno en el otro. Wooyoung se había sentado en el hueco de sus mochilas apiladas, usándolas como un tipo de puff; desde que Yunho mencionó que parecía un pequeño trono, no quiso levantarse.
— ¿A cuál iremos primero? ¿Cyber o karaoke?
— Podemos votar o dejarlo al azar.
— Dictadura. — Susurró Wooyoung, pero los demás le ignoraron.
ESTÁS LEYENDO
U CAN DO IT - woosan
FanfictionEl tan esperado inicio de la primavera. La nieve que ocultaba sus problemas se derrite, las discusiones florecen en las grietas de una amistad basada en silencios, y un amorío se desarrolla a espaldas de lo que se suponía que sería su último año de...