39. Inicio

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Ser impulsivo a veces traía buenos resultados, eventualmente otros muy malos, pero definitivamente le ahorraba tiempo.

El viaje a Incheon fue corto; nadie soportaba estar cerca de la abuela por más de un día. Su personalidad era mala y sus comentarios todavía peores. Tenía una edad avanzada, pero seguía insistiendo en que podía hacer las cosas por su cuenta, y te gritaba si te entrometías porque creía que la estabas desafiando.

Por no decir que su cara bramaba que llevaba estreñida desde que pasó la adolescencia, allá por la segunda guerra mundial. 

Para peor, le había inculcado cada una de sus tontas costumbres a sus hijos, a los que no dejó de repetirles durante toda su vida que nunca quiso tenerlos y que, evidentemente, la habían abandonado. La única que no tuvo el corazón para dejarla morir fue Yun, que seguía visitándola ocasionalmente para asegurarse de que seguía con vida, y que le prohibió a Wooyoung volver a hablar con sus hermanos. Todo por escuchar a Jia, su hermana menor, murmurar que todavía estaba a tiempo para deshacerse de Wooyoung en su séptimo cumpleaños.

No tener hijos. Centrarse en su profesión. Ganar dinero. Ser cristianos, y obviamente homofóbicos. Su abuela era la mayor hater de la humanidad que conocía, solo por encima de cualquier adolescente descubriendo la historia de Junko Furuta o Alison Botha.

Probablemente esa fue la razón por la que sus padres regresaron a casa con esas caras que gritaban "estoy harto de todo" a kilómetros. Wooyoung supuso que la mujer los había vuelto a atacar con un montón de discursos acerca de la iglesia y su contradictoria idea de que los hijos eran parásitos.

El problema era que las palabras le revoloteaban en la boca así como decían que los nervios hacían en el estómago. Quería confesarse, contarles sobre la persona que amaba como les contaba de sus próximas presentaciones o salidas con sus amigos, casual y alegre. Pero ante terreno nunca explorado, debía ir con cautela; al menos la suficiente como para retroceder si era necesario.

Sentía mucha curiosidad por el tipo de reacción que tendrían. ¿Enojo? ¿Indiferencia? ¿Alegría? ¿Tal vez asco? Podría ser una combinación de todo, y debía estar preparado para cualquier escenario, hasta los que le romperían el corazón.

Estaban todos sentados en la mesa, cada uno metido en su propio mundo y comiendo en silencio, cuando Wooyoung decidió que era el momento para arrojarse de lleno.

— ¿Qué piensan de las relaciones entre personas del mismo sexo?

Contempló los rostros de sus padres bañarse en confusión total. Yun y Minho intercambiaron miradas antes de volver la vista a su hijo, que les analizaba con curiosidad y una ingenuidad que sabían que no existía.

— ¿Chicos con chicos y chicas con chicas? — Murmuró su mamá, solo para confirmar, y Wooyoung asintió. — ¿Por qué preguntas?

— Curiosidad. — Respondió al instante, aunque Yun ya tenía una idea de que había algo detrás de todo eso. — Entonces, ¿qué opinan?

— ¿Es... incómodo? Supongo que no estoy acostumbrado a eso. — Murmuró Minho, poco metido en la conversación. Creía que solo eran las típicas preguntas que hacían los chicos de su edad.

— ¿Mamá?

— No me gusta ver a parejas siendo cariñosas en público, sin importar el sexo.

— ¿Y en privado?

— ¿Por qué me importaría su vida privada? — Yun frunció el ceño. — Cada quién la mete dónde se le antoje.

— ¡Cariño! — Interrumpió Minho, algo escandalizado por la imagen mental.

U CAN DO IT   -   woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora