La Academia Alius

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Narra ____

Todos fuimos saliendo del Raimon poco a poco. Mi hermana y yo nos detuvimos en un parque de juegos y me senté en uno de los columpios que había. Quería saber la opinión de María sobre todo lo que nos había contado la entrenadora.

-¿Qué piensas?

-Si te soy sincera, yo confío en la entrenadora, –respondió sin rodeos–. ¿Y tú?

-Me parece mal que nos haya ocultado cosas tan importantes a lo largo del viaje, pero no se puede negar que ha ayudado al equipo. Por un lado, ayudó a Axel y Julia para que estuvieran a salvo. Pero por otro lado, el hecho de no contarnos lo que le pasaba a Shawn ha hecho que él esté tal y como está ahora, –expliqué.

-Tienes razón, ha ocultado información que podría habernos evitado ciertas situaciones, –se sentó en el otro columpio–. Sin embargo, no creo que lo haya hecho para perjudicarnos. Todos cometemos errores y tomamos decisiones que creemos que son las adecuadas.

-No creo que la entrenadora sea un espía de la Academia Alius, –reconocí–. No comparto la forma de actuar que ha tenido a veces, pero confío en ella. Al fin y al cabo, todos estamos en este punto gracias a ella.

-Entonces mañana veremos quiénes aparecen, –comentó.

-¿Crees que Eric y Bobby cambiarán de opinión?

-No lo sé, espero que piensen con la cabeza en frío. Pero si no deciden venir hay que respetar su decisión.

-Tienes razón.

-¿Cómo estás? –Preguntó.

-¿Yo? ¿A qué te refieres? Me encuentro fenomenal, –respondí.

-Me refiero a que no ha pasado ni una semana de lo ocurrido, –especificó–, ¿has conseguido recordar algo? –Negué–, ¿y sabes algo de Nathan?

-Tampoco, es como si se lo hubiera tragado la tierra. No contesta al teléfono, nadie lo ha visto y no se me ocurre dónde podría estar, –apreté la cadena del columpio–. ¿Y si le ha pasado algo? No me permitiría pensar que nuestra última conversación fuera la que tuvimos en Luckyhill.

-Ey, tranquila, –se levantó y se puso delante de mí en cuclillas–. Te prometo que volverás a verlo y estoy segura que podréis hablar de todo mejor que aquella vez. No pienses en lo peor.

-¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que no está herido y se encuentra bien? –Sentía como mis lágrimas aparecerían de un momento a otro.

-Confía en mi intuición, nunca falla, –respondió con una sonrisa que me transmitió confianza.

-Espero que tengas razón. De verdad que lo echo mucho de menos, –me limpié algunas lágrimas.

-Es normal, pero confía en mí de verdad, –asentí y nos fundimos en un abrazo.

Nos mantuvimos en silencio durante el camino a casa. Al llegar, nuestros padres nos preguntaron qué tal los entrenamientos. María fue quién les contó todo mientras cenábamos. No tenía muchas ganas de hablar y, cuando terminé de comer, recogí mi plato y me fui a mi habitación a dormir hasta que escuché la voz de María al otro lado de mi puerta.

-____, ¿puedo pasar?

-Sí, –entró–, ¿pasa algo?

-No, nada. Solo quería dormir contigo hoy, ¿te importa? –Propuso. Al principio me quedé sorprendida, pero no quería estar sola esa noche.

-Claro que puedes, –le hice un hueco en la cama y se acostó–. Esto me recuerda cuando éramos pequeñas, –hablé–, te daban miedo las tormentas y cada vez que había una venías en mitad de la noche y te metías en mi cama.

Corramos juntos | Nathan y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora