La fuerza del corazón

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Narra María

Después del susto de ayer, los chicos volvieron a centrarse en el torneo. Ahora mismo estábamos todos pendiente al partido de Argentina y Estados Unidos. Los Emperadores finalmente ganaron a Unicorn por un gol.

-Chicos, Unicorn ha perdido, –dijo Jack.

-Significa... –habló Darren.

-Significa que EEUU no ha conseguido ningún punto, –terminó de decir ____.

-Hemos pasado la clasificación, –habló Jude serio–, y eso significa que nos hacemos cargo de todo lo que esperaban los equipos que se han quedado atrás, ¿verdad Mark?

-Sí, –se quedó en silencio hasta que se levantó de la silla para mirarnos a todos–. Hemos pasado. Así que ahora tenemos que luchar más fuerte que nunca porque llevaremos con nosotros los sueños de todos. Faltan cuatro días para que empiece el torneo final, así que vamos a entrenar. ¡Nuestro objetivo es llegar a lo más alto!

Mark, ____ y Silvia fueron al aeropuerto para despedirse de Bobby, quien le había mandado un mensaje a la última para decirle que se volvía a EEUU junto a Eric. Decidimos hacerle un regalo para que supiera que estábamos apoyándolo: una camiseta con la firma de todos.

Mientras ellos estaban allí, fui con Celia a la zona comercial para buscar algunas cosas que nos faltaban. Tras una hora después nos sentamos en una cafetería. Nos pedimos dos batidos de fruta.

-¿Cuándo vas a decirme lo que te traes entre manos con Caleb?

Casi me ahogo cuando me preguntó eso de repente.

-¿De qué hablas?

-Estaba esperando a que me lo contaras, pero parece que no va a ser el caso.

-No tengo nada que contarte, –defendí.

-María, no puedes engañarme. Recuerda que era del club de periodismo y que tengo mis fuentes, –dijo orgullosa.

-¿Qué fuentes?

-Es secreto. Entonces, ¿qué? ¿Me lo vas a contar o tengo que seguir investigando por mi cuenta? Y no digas que no hay nada porque he notado cómo Caleb cambia de actitud cuando se trata de ti. Lo confirmé ayer al quedarse a tu lado cuando nos enteramos del accidente.

Me quedé sin palabras. Negar algo que terminaría averiguando sería estúpido. Suspiré.

-Prométeme que no se lo vas a decir a nadie. Solo lo sabe mi hermana, –ella asintió–. Es posible que me guste Caleb, –dio un pequeño grito que hizo que los clientes de la cafetería miraran hacia nosotras curiosos.

-Estaba segura que no me lo estaba imaginando. ¿Desde cuándo? ¿Se lo has dicho? ¿Él siente lo mismo?

-Desde hace un tiempo, no y no creo, –respondí escueta.

-¿Por qué piensas eso? –Dio un sorbo a su batido.

-¿No es obvio?

-No.

-Siempre estamos discutiendo, no funcionaría, –dije resignada y apenada.

-Pero...

-¿María? ¿Eres tú? –Nos interrumpió una voz masculina.

-Oh, Hyeon, –dije sorprendida.

-No estaba seguro si eras tú, –dijo con una sonrisa.

-Pues sí, soy yo, –reí–. ¿Cómo está tu padre?

-Bien. Le pusieron una escayola en el brazo, pero no es nada grave. Me alegro ver que tú te encuentras mejor.

-Gracias, –bajé mi mirada.

Corramos juntos | Nathan y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora